Escritura
Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.
Este texto compara a la mentira con un instrumento de muerte. el martillo o mazo de guerra era un arma contundente, que el guerrero mantenía casi siempre a una mano, cuya cabeza de armas fijada a un mango corto siempre se componía de una parte más roma para golpear y otra más afilada en forma de pico para estocar. El cuchillo de combate por su parte es un cuchillo que se utiliza para el combate cuerpo a cuerpo como arma blanca y tiene el fin de dañar severamente a un órgano en particular y producir una hemorragia intensa que lleve a la muerte de su enemigo. Por último, tenemos las saetas o flechas que son proyectiles que se disparaban con un arco, era hechas de madera o de hierro y eran utilizadas en la lucha a largas distancias. Como vemos el martillo, el cuchillo y una flecha afilada son instrumentos de guerra cuyo fin es la muerte del enemigo, nunca eran utilizadas solo para causar dolor o disciplinar a alguien, su fin era el quitar la vida de una persona. De la misma forma actúa la mentira, causa un daño irreparable e incluso la muerte espiritual de quien la práctica. En los días cuando los niños viajaban en ferrocarriles para ir de un lugar a otro con sus padres, no cobraban a los niños menores de cinco años. Así que a un niño de seis años su madre le dijo, mientras llevaban sus maletas al tren: “Diles que tienes cinco años.” El niño frunció el ceño, se subió al tren y se sentó. El conductor se acercó y le dijo: “¿Cuántos años tienes, hijo?” Él contestó: “cinco años” Así que no pagó. Su madre pagó el boleto de ella y el conductor se retiró. El conductor regresó un par de horas más tarde solo para conversar con el niño; le pasó la mano por el pelo al pequeño y le dijo: “Pues bien, ¿cómo te va en el viaje?” El niño contestó: “Muy bien.” El conductor continuó su charla y dijo: “A ver, ¿cuándo vas a cumplir seis años?” Y el niño dijo: “Cuando me baje del tren tendré seis años.” Un evento similar sucedió cuando un vendedor llamó a la puerta de un dilapidado departamento en una sección de los barrios pobres de la ciudad. La madre no quería hablar con el hombre, así que le dijo a su hijo pequeño que le dijera que no podía ir a la puerta porque estaba en la bañera. El niño fue a abrir la puerta y le dijo: “No tenemos bañera, pero mi mamá me dijo que le dijera que está allí.” la mentira es una práctica tan común en nuestros días que ya no la vemos como algo malo y destructivo, ha pasado de generación en generación y es como una peste difícil de erradicar. Una madre preguntó a su niño pequeño ¿cariño qué es la mentira? A lo que este contestó: “Mamá, una mentira es una abominación al Señor, pero es un pronto auxilio en nuestras tribulaciones.” Parece que muchos de nosotros pensamos de la misma forma a veces a primera vista nos parecerá un pronto auxilio, sin embargo, el fruto que cosecharemos de ella no será nada bueno y saludable en nuestras vidas. Dios nos ayude a ver a la mentira tal y como ella es: un instrumento de maldad que no solo causa daño a quien la práctica, sino también en aquellos que están a nuestro alrededor. Dios los bendiga Corpus Unum.
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