Escritura
con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.
Amar a los demás no siempre es una tarea fácil, muchas veces las personas nos sacan de quicio y a veces tendemos a orar “Padre ilumínalos o elimínalos”, pero hay cosas que podemos hacer para mejorar nuestra relación con los demás, en el texto encontramos tres ingredientes indispensables que necesita el creyente para vivir en armonía y en unidad con sus hermanos en la fe. En primer lugar, necesitamos humildad. Una persona humilde es alguien que tiene la capacidad de restar importancia a sus propios logros y virtudes y de reconocer sus defectos y errores ante los demás. ¿A cuántos de nosotros nos cuesta reconocer que hemos fallado u ofendido a alguien? ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a servir en lo que sea que nos pongan? ¿Al hacer el trabajo en la obra de Dios dependemos de nuestra capacidad intelectual o de nuestro Señor? Y cuando algo sale bien ¿es Dios quien se lleva todos los créditos o somos nosotros? Debemos de mostrar humildad en todas las áreas de nuestra vida, especialmente en el ministerio. Debemos reconocer nuestros defectos y debilidades y estar prestos para corregirlas, no importa cuántos años de vida cristiana tengamos todavía hay mucho que cambiar en nosotros, debemos de presentarnos ante los demás no como personas que han llegado a la meta, sino como atletas que todavía están corriendo y a pesar de las caídas que tengamos con la ayuda de Dios nos levantamos día a día y seguimos corriendo. En segundo lugar, necesitamos mansedumbre. la mansedumbre es aquella serenidad de espíritu pacífica y humilde, en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de las faltas o el enojo de los demás. ¿Cómo reaccionamos cuando alguien nos ofende? ¿Cómo reaccionamos con Dios cuando nos pasan cosas malas? ¿le echamos en cara nuestra desgracia o simplemente nos rendimos ante él pidiendo su ayuda? Cuando Arthur Ashe, el legendario jugador estadounidense de tenis, estaba muriendo de SIDA del que se contagió por medio de sangre infectada administrada durante una cirugía del corazón en 1983, recibió cartas de sus fans, uno de los cuales preguntó:" ¿Por qué Dios tuvo que elegirte para una enfermedad tan horrible?”Arthur Ashe contestó: Hace muchos años unos 50 Millones de niños comenzaron a jugar al tenis, y uno de ellos era yo. 5 Millones aprendieron realmente a jugar al tenis, 500 000 Aprendieron Tenis Profesional, 50 Mil llegaron al circuito, 5 Mil alcanzaron Grand Slam, 50 Llegaron a Wimbledon, 4 Llegaron a la semifinal, 2 Llegaron a la final y nuevamente uno de ellos fui yo.Cuando estaba celebrando la victoria con la copa en la mano, nunca se me ocurrió preguntarle a Dios " ¿Por qué a mí? ". Así que ahora que estoy con dolor ¿Cómo puedo preguntarle a Dios: “Por qué a mí”? . qué hermoso ejemplo de humildad y mansedumbre. Y, en tercer lugar, necesitamos paciencia. La paciencia es la virtud de no castigar inmediatamente las ofensas de otros. ¿Cuántos de nosotros somos rápidos en juzgar y condenar y lentos en mostrar misericordia? ¿Cuántos de nosotros hemos querido tirar la toalla con alguien que estamos discipulado porque simplemente no cumple nuestras expectativas? Creo que una de las claves para mostrar paciencia para otros es examinando nuestra vida y viendo lo paciente y misericordioso que es Dios con nosotros. Dios nos ayude a mostrar humildad, mansedumbre y paciencia en el trato con nuestros hermanos en la fe, solo así podremos vivir en unidad y trabajar juntos por la causa de Cristo. Dios los bendiga Corpus Unum.
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