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Reglas Del Hogar
No Cometas Impurezas Sexuales - Parte 4
Paul Tinoco Huaraca
(Centro De Vida)
Duración: 00:05:42 Minutes
Listens:
4
Aired on Oct 24, 2019

Escritura

Levítico 20:10

Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos.

El pecado siempre trae consecuencias y el adulterio no es la excepción. La consecuencia del adulterio en el Antiguo Testamento era la muerte física, la consecuencia de este pecado en el Nuevo Testamento era el divorcio y la consecuencia en la eternidad de una vida caracterizada por la inmoralidad será el infierno. Apocalipsis 21:8 dice “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” La pureza y santidad no es una opción que podamos considerar, sino un mandato que tenemos que cumplir. Si usted amado amigo no está viviendo una vida caracterizada por la pureza sexual, no tiene ningún derecho a llamarse cristiano. Cuan bien nos haría reflexionar en las consecuencias antes de caer en este pecado. Examinar las consecuencias ponen nuestros pies sobre la tierra, confrontan con valentía lo que preferimos ignorar y representan la realidad que la lujuria no desea oír. Hace varios años el pastor y autor Randy Alcorn escribió en la revista llamada Liderazgo un pequeño artículo llamado “Las Consecuencias de una Caída Moral”. Ella dice lo siguiente: “Cuando me siento particularmente vulnerable a la tentación sexual, es de mucha ayuda para mí repasar los efectos que podrían causar mis acciones: Entristecer al Señor que me redimió; enlodar su santo nombre; un día ver cara a cara a Jesús, el juez justo y rendirle cuenta por mis acciones; seguir los pasos de aquellos que por su inmoralidad abandonaron su ministerio y que me hace temblar. Causarle indecible dolor a mi esposa y mejor amiga y perder el respeto y la confianza ante ella; lastimar a mis queridas hijas; destruir mi ejemplo y credibilidad ante mis hijas y anular cualquier esfuerzo presente o futuro para enseñarles a obedecer a Dios. ¿Cómo podrían oír a un hombre que las traiciono? Si mi ceguera continuara o si mi esposa no pudiera perdonarme, tal vez perder a mi esposa y a mis hijas para siempre; hacer avergonzar a mi familia, ¿Por qué papá ya no es pastor?. Perder el respeto por mí mismo; producir una culpabilidad terriblemente difícil de quitar y aunque Dios me perdone ¿podría perdonarme yo mismo?; formar recuerdos y escenas en retrospectiva que podrían plagar mi intimidad futura con mi esposa; desperdiciar años de educación y experiencia en el ministerio por largo tiempo, tal vez permanentemente; renunciar al afecto de años de testificarle del Señor a mi padre y reforzar la desconfianza que el les tiene a los ministros, y que apenas está empezando a ablandarse por mi ejemplo, pero que se endurecería, tal vez permanentemente. Debido a mi inmoralidad; socavar el ejemplo fiel y el arduo trabajo de otros creyentes en nuestra comunidad; darle gran placer a Satanás, el enemigo de Dios y de todo lo bueno; posiblemente podría experimentar las consecuencias físicas de enfermedades tales como: gonorrea, sífilis, clamidia, herpes, y hasta SIDA; infectando quizás a Nancy, o en el caso del SIDA, aún causarle la muerte. Posiblemente producir un embarazo, con todas las implicaciones personales y económicas, incluyendo un recordatorio de por vida de mi pecado; causarles vergüenza y dolor a mis colegas pastores y líderes de la iglesia; causarles vergüenza y dolor a estos amigos, especialmente a los que he llevado a los pies de Cristo y he discipulado; acarrearme yo mismo vergüenza y dolor para toda la vida.” Créame, si usted repasa estas consecuencias regularmente, su lujuria tomará asiento en la fila de atrás… aunque no se irá completamente. Dios los bendiga, Corpus Unum.

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