“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”.

Cuando pensábamos por un momento que el sexto mandamiento era uno del cual nos habíamos librado y habíamos salido victoriosos, vino Jesús con estas palabras e hizo pedazos nuestra justicia personal. El texto comienza diciendo “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.” En la nación de Israel la tradición rabínica, así como los Escribas y Fariseos habían visto e interpretado el sexto mandamiento de una forma incorrecta a tal punto que el “no matarás” se había limitado únicamente al acto de quitar físicamente la vida de alguien, y cuyo castigo ya no era la muerte como la ley establecía, sino simplemente era tratado como un asunto civil que tenía que resolverse en una corte humana. Ante esto Jesús dijo “pero yo os digo” con estas palabras Jesús no estaba en contra de lo que la ley enseñaba en el Antiguo Testamento, sino estaba en contra de la mala interpretación de la tradición rabínica. En otras palabras, lo que Jesús les dijo fue “el asesinar a alguien es más profundo de lo que ustedes creen, nace en el corazón y no en las manos” Seguido a esto Jesús dice “cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” aquí el enojo al cual hace referencia Jesús es un enojo egoísta contra cualquier persona simplemente porque nos irrita y desagrada, un enojo que como un fuego se mantiene encendido dentro de nosotros y se manifiesta en una falta de perdón. Cualquiera de nosotros que caiga en este pecado simplemente merece la condenación y la muerte. “y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio” la palabra necio era una expresión de desprecio arrogante y se entiende como alguien que es insensato, tonto,  inútil, cabeza hueca o imbécil”  Una leyenda judía habla de un joven rabino llamado Simón Ben Eleazar que acababa de venir de una sesión con su famoso maestro. El joven se sentía especialmente orgulloso en cuanto a cómo se comportaba delante de su maestro. Mientras disfrutaba de sus sentimientos de erudición, sabiduría y santidad pasó junto a un hombre que no tenía ningún atractivo especial. —¡Tú necio! Qué feo eres ¿Son tan feos como tú todos los hombres de tu pueblo? — le dijo el rabino a este hombre—.—Eso no lo sé —confesó el hombre—. Pero vaya y dígale al Hacedor que me creó cuán fea es la criatura que Él ha hecho. Calumniar a una criatura hecha a imagen de Dios es calumniar al mismo Dios, y equivale a asesinar a esa persona.  La persona que llame necio a su hermano será culpable ante el concilio, el sanedrín o la corte suprema quienes a su cargo tenían los delitos más graves que incluso eran castigados con la muerte. “y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. La palabra fatuo significa estúpido, idiota e impío.  Y llamar fatuo a alguna persona es igual a maldecirlo y asesinarlo y caer en este pecado es digno del castigo eterno en el infierno. ¿Cuántos de nosotros hemos quebrantado este mandamiento? yo creo que todos y no solo una vez, sino muchas veces ¿Qué podemos hacer al respecto querido amigo? Solamente clamar misericordia delante de una cruz, tirar al suelo nuestra justicia personal y confesar que hemos quebrantado su bendita ley. Sé con todo el corazón que si nos rendimos delante de Jesús y vamos a él tal y como somos, él nos escuchará, perdonará nuestros pecados y nos dará una nueva vida.  Dios los bendiga Corpus Unum