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Reglas Del Hogar
No Codicies - Parte 5
Paul Tinoco Huaraca
(Centro De Vida)
Duración: 00:05:11 Minutes
Listens:
3
Aired on Nov 15, 2019

Escritura

Proverbios 1:19

Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de sus poseedores.

¿qué es la codicia? ¿De dónde tiene su origen? ¿y a dónde nos lleva? Etimológicamente la palabra procede del latín “cupiditas”, que significa “desear o tener ganas de” y es sinónimo de “ambición” o “afán excesivo”. La codicia es ese deseo insaciable de tener más de lo que se tiene. Promete felicidad al hombre, pero su fin es la ruina y la destrucción. Una persona que siembra codicia en su corazón tarde o temprano cosechará insatisfacción, envidia, celos, enfermedad, muerte física e incluso la perdición de su alma. Uno de los secretos para acabar con este terrible mal es la satisfacción y el contentamiento en Dios y en lo que él nos ha dado. El apóstol Pablo decía “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Se cuenta que un acaudalado hombre de negocios estaba pasando sus vacaciones en un pueblo costero. Una mañana, andando a paso acelerado por la playa, advirtió la presencia de un pescador que regresaba con su vieja barca. “¿Has tenido buena pesca?”, le preguntó. El pescador, sonriente, le mostró las tres piezas que había pescado. “Sí, ha sido una buena pesca”, le contestó. El hombre de negocios echó un vistazo a su reloj y le dijo: “Todavía es muy temprano. ¿Cuánto tiempo ha estado pescando?” El pescador le respondió con tranquilidad: “Sólo un ratito.” Y tras una breve pausa, el hombre de negocios le dijo: “Supongo que volverá a salir, ¿no?” Extrañado, el pescador le preguntó: “¿Volver a salir? ¿Para qué?” “Pues porque así tendría más pescado”, respondió el hombre de negocios, que lo consideraba algo obvio. “¿Y qué haría con él? ¡No lo necesito! Con estas tres piezas tengo suficiente para alimentar a mi familia”, afirmó el pescador. “Mejor entonces, porque así usted podría revenderlo.” “¿Para qué?”, preguntó el pescador, incrédulo. “Para tener más dinero.” “¿Para qué?” “Para cambiar su vieja barca por una nueva, mucho más grande y bonita.” “¿Para qué?” “Para poder pescar mayor cantidad de peces.” “¿Para qué?” “Así podría contratar a algunos hombres.” “¿Para qué?” “Para que pesquen por usted.” “¿Para qué?” “Para ser rico y poderoso.” El pescador, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquel hombre de negocios. Sin embargo, volvió a preguntarle: “¿Para qué querría yo ser rico y poderoso?” “Esta es la mejor parte”, asintió el hombre de negocios. “Así podría pasar más tiempo con su familia y descansar cuando quisiera”. El pescador lo miró con una ancha sonrisa y le dijo: “Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora mismo.” Lo que nos hace pobres o ricos no es cuánto dinero tengamos en el bolsillo, sino nuestra capacidad de Disfrutar aquello que Dios nos ha dado. ¿Por qué en vez de quejarnos por lo que no tenemos, damos gracias a Dios por lo que tenemos? ¿Por qué en vez de cerrar nuestras manos y aferrarnos a lo que tenemos, no la abrimos para compartirla con otros? ¿Por qué en vez de gastar nuestra vida en cosas pasajeras, no la invertimos en cosas de valor eterno? Son buenas preguntas para reflexionar el día de hoy. Dios los bendiga Corpus Unum.

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