Escritura
Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.
Moisés siervo de Dios reunió a toda la nación de Israel y los llamó a oír y obedecer las reglas de conducta que Dios había establecido para su pueblo. En el texto vemos como Moisés insta al pueblo a retener en su memoria y a pensar con atención y detenimiento sobre el asunto más importante de todos: Jehová es Dios. “es Dios arriba en los cielos “todo el espacio en el que se mueven los astros está controlado y dirigido por él, esa esfera celeste por donde transitan el sol, la luna, los planetas y las estrellas pertenece a nuestro Dios y actúan conforme a su voluntad. ¿Recuerdan ustedes cuando los cosmonautas hicieron aquel primitivo viaje fugaz alrededor de la tierra por primera vez? Volvieron con sus pulgares debajo de sus tirantes fanfarroneando: “Hemos estado en el aire. Hemos estado alrededor de la tierra. ¡Y no vimos a Dios!” Al siguiente domingo W. A. Criswell, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Dallas, hizo este comentario clásico: “Ah, si esos cosmonautas hubieran salido de su nave espacial, ¡hubieran visto a Dios!” Dios es el amo de los cielos, bien decía el salmista “los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” Sin embargo, también es el “Dios de la tierra” toda la creación es fruto de sus manos, las personas de toda raza, pueblo y nación, las bellas puestas de sol, la variedad en las estaciones del año, las flores con sus diferentes aromas, formas y colores, los riachuelos y grutas que vierten su agua cristalina, los animales con su diferente particularidad y función, las montañas, los nevados y miles de maravillas más, todo es obra de nuestro gran Dios. “y no hay otro” el hombre a lo largo de los años ha levantado dioses falsos, dioses de madera, de piedra, dioses de metal, dioses de diferentes colores, formas y tamaños, dioses que se acomodan a todos los gustos y preferencias. Sin embargo, todos ellos carecen de gloria y de poder, no sirven para nada, sino solo para desviar el corazón del hombre a la más profunda de todas las oscuridades. Y qué no decir de los dioses modernos, muchas personas en el día de hoy no adoran una estatua, pero si adoran su trabajo, sus estudios, su familia, su celular o sus videojuegos. Dedican horas y horas en esos dioses falsos y descuidan lo más importante: al Dios de la creación. Hace poco veía en la televisión una entrevista a un pastor evangélico sobre el matrimonio homosexual. A lo largo de la entrevista la periodista dijo lo siguiente “yo creo que dios, no está en contra de la homosexualidad, ni del lesbianismo, yo creo que él es un dios lleno de amor que lo tolera todo” a lo que el pastor contestó. “No hay duda que el dios en el cual tú crees no es el Dios de la biblia” Y esto es una gran verdad, el hombre puede adorar toda su vida a un dios que ha formado en su mente, un dios que se adecua a sus gustos y placeres, un dios moldeable cuyas leyes no están escritas en bloques de piedra, sino en la arena, listas para ser enmendadas, corregidas y hasta borradas. ¿a qué Dios estás sirviendo amado amigo? Dios los bendiga. Corpus Unum
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