Escritura
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Este pasaje es un resumen de la segunda parte de los diez mandamientos que dio Dios a su amada nación de Israel y la podamos dividir en tres partes. En primer lugar, notamos el amor, como la base de las relaciones humanas. ¿Qué es el amor? Un diccionario lo define como la forma suprema y noble que ve algo infinitamente precioso en su objeto. El amor también es el afecto profundo que se le tiene a alguien y se fundamenta en una decisión más que en un sentimiento. Esta es la clase de Amor que quiere Dios que mostremos a los demás. En segundo lugar, notamos al prójimo como el recipiente de este amor. ¿a quién se nos manda amar? Al prójimo. ¿y quién es mi prójimo? muchos judíos en tiempos de Cristo consideraban prójimo solo a aquellos que pertenecían a la nación de Israel, es más incluso algunos consideraban prójimo solo a aquellos que cumplían la ley y llevaban una vida acorde a la tradición de los ancianos. En este contexto los cobradores de impuestos, los gentiles y pecadores para un judío no eran más que hombres viles y desagradables con los cuales no se podían relacionar. Sin embargo, para nuestro maestro, nuestro Señor Jesucristo, prójimo no incluye sólo a aquellos que nos agradan y piensan como nosotros, sino también a aquellos que son nuestros enemigos. En otras palabras, toda persona que esté respirando y tenga un corazón que esté latiendo es nuestro prójimo. Y en tercer lugar notamos la forma de amar al prójimo. ¿Cómo debemos de hacerlo? de la misma forma que nos amamos a nosotros mismos. ¿Qué pasa si tenemos hambre? Pues vamos a la cocina o algún restaurante y nos alimentamos. ¿Qué pasa si tenemos sed? Pues vamos y tomamos un poco de agua. ¿Qué pasa si nos enfermamos? ¿acaso no acudimos prontamente al médico? Hacemos todo esto porque estamos muy pendientes de cuidarnos a nosotros mismos. No solo pensamos en comida, agua o medicina, sino que hacemos todo lo necesario para tener estas cosas a la mano. Así como estamos tan pendientes de nosotros mismos, de la misma forma el Señor nos manda a estar pendientes del bienestar de otras personas. Se cuenta que cierto día un golfista argentino que había ganado algunos trofeos, al finalizar uno de esos torneos en el cual fue el triunfador, recibió un cheque por una considerable suma de dinero, el por supuesto estuvo muy feliz de recibir ese premio económico, fue hasta el estacionamiento y puso sus palos de golf hasta el baúl del automóvil, de pronto se le acercó una mujer de semblante triste y demacrado y le dijo “señor hoy fue un gran y feliz día para usted, pero es un día muy triste para mi” y el más por curiosidad que por otra cosa le pregunto, ¿Señora que es lo que le sucede? Y ella le respondió “Señor tengo un hijito que se está muriendo, tiene una enfermedad incurable en su sangre, no hay ninguna esperanza para él, mi bebé se está muriendo lentamente.” El corazón de ese golfista profesional fue tocado y le dijo a la mujer: señora me permite hacer algo por usted y por su hijito. Sacó el cheque de su cartera, lo dobló y se lo entregó a la mujer, diciendo: acepte esto, y trate de comprar alguna felicidad para usted y su bebé. Los amigos que estaban con él lo miraron asombrado y la mujer tenía en su rostro una expresión de grata incredulidad, una semana más tarde él estaba en el club de golf almorzando con algunos ejecutivos de golf y uno de ellos le dijo “sabes que la mujer a quien entregaste tu cheque la semana pasada no tiene ningún hijito enfermo, no hay ningún bebesito que se esté muriendo, ella no es más que una mujer que ha convertido en arte el engañar a los demás, así que tú fuiste una más de sus víctimas. Y el golfista respondió “esto es maravilloso, es la mejor noticia que he recibido, imagínate no hay ningún bebé que se esté muriendo por una incurable enfermedad de la sangre” Que hermosa historia, cada vez que la leo me saca algunas lágrimas. Esta es la clase de amor que debemos de mostrar a los demás, un amor que se refleje en acciones desinteresadas más que en un montón de palabras. Dios los bendiga. Corpus Unum
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