Escritura
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Aquí tenemos el tercer mandamiento de la ley moral de Dios. ¿Qué significa tomar el nombre de Dios en vano? Significa tomarlo de forma ligera, vacía y sin sentido. En la práctica se ve que este mandamiento es desobedecido básicamente de tres formas. En primer lugar, tomamos el nombre de Dios en vano cuando la usamos de forma profana, en otras palabras, cuando tratamos a Dios que es algo sagrado, sin el debido respeto y consideración. Por ejemplo ¿Quién no oído blasfemar o maldecir a alguien utilizando el nombre de Dios? o ¿Quién no ha jurado falsamente diciendo “te juro por diosito que esta semana te pagaré lo que te debo? o ¿Quién no ha oído contar algún chiste sucio con Dios como protagonista? Estos son solo algunos ejemplos de utilizar el nombre de Dios de forma profana. En segundo lugar, tomamos el nombre de Dios en vano cuando la usamos de forma frívola o ligera. Cuántas veces no hemos dicho frases como “que Dios te bendiga”, “alabado sea Dios” o “bendito sea Jesús”. Recuerdo hace algunos años vi un mensaje en la televisión y era un pastor pentecostal que estaba predicando sobre el adulterio y algo me llamó la atención, en cierta parte del estudio él contaba el testimonio de alguien y dijo “y este hombre fue infiel a su esposa y dejó a sus hijos” y después de haber dicho esto inmediatamente en la congregación varias personas dijeron “amén” “gloria al Señor”. Y dije dentro de mí. ¿Cómo un creyente puede decir amén, gloria al Señor a la infidelidad? Este es un buen ejemplo de cómo uno puede utilizar el nombre de Dios a la ligera. Si utilizamos este tipo de frases y si la decimos con sinceridad sabiendo exactamente lo que estamos diciendo, eso está bien, pero si la decimos de forma ligera y descuidada con tal de sonar piadosos. ¿cree que eso tendrá valor espiritual? Juan Federico Oberlin, fundador de un orfanatorio en Alemania y pastor célebre en la historia del cristianismo evangélico en aquel país, tenía una suegra a la que respetaba mucho, pero ella tenía la costumbre de emplear a menudo e inútilmente el nombre de Dios. Para liberarla de ese defecto se le ocurrió una singular idea. Los repollos de su huerta estaban infestados de orugas. Un día en que su suegra estaba sentada bajo la glorieta del jardín, Oberlin empezó a sacar las orugas; al encontrar la primera la llamó y le dijo: —Madre, encontré una oruga. —Mátala —dijo la suegra. A la segunda le gritó: —Madre, ya tengo otra. De esta manera la llamó por cada oruga que encontraba. Finalmente, la suegra le dijo: —Querido Oberlin, no hace falta que me llames cada vez que encuentras una oruga. —Querida madre, no tengo ninguna mala intención al hablar así. Entonces la anciana, molesta, dijo que no iba a permitir que se burlara de ella, se levantó y se dispuso a entrar en la casa. Oberlin le replicó: —Si usted, criatura humana, no puede soportar que su nombre sea repetido a menudo e inútilmente, ¿cómo puede ser del agrado del Todopoderoso el que lo mencione continuamente, aunque no sea con ninguna mala intención, pero tampoco ninguna necesidad? A partir de este incidente, ella quedó curada de su defecto. En tercer lugar, tomamos el nombre de Dios en vano cuando la usamos de forma hipócrita. ¿recuerdan que dijo Jesús de los fariseos? “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” cuando alguien no vive lo que predica está tomando el nombre de Dios en vano. ¿somos realmente auténticos o somos simplemente una farsa? ¿Cuántas personas alaban a Dios en la iglesia los domingos sin embargo de lunes a sábado son peor que los incrédulos? ¿y que de nuestro canto? ¿hay sinceridad en nuestros labios? muchas veces cantamos “más cerca oh Dios de ti yo quiero estar” sin embargo nunca tenemos tiempo para nuestro devocional ni queremos ir a la iglesia, ¿Cuántos no hemos entonado la alabanza “Jehová Jireh él es mi proveedor” y cuando nos echan del trabajo nos desesperamos y queremos tirar la toalla? Hacer eso también es tomar el nombre de Dios en vano. El texto termina con una advertencia “no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.” Por qué no nos acercamos delante del crucificado y le decimos: Señor, reconozco que he pecado no solo en un mandamiento, sino en todos, te pido me perdones y tengas misericordia de mí, límpiame con tu sangre preciosa y hazme la clase de persona que tú quieres que yo sea, te lo suplico en el nombre de Jesús, amén.
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