31 Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

Continuamos con el relato de Felipe y su encuentro con un eunuco etíope. Ya hemos visto a aprendido que, a través de este encuentro, se muestra cómo el Evangelio comenzó a extenderse más allá de Jerusalén.   El eunuco, un hombre de influencia y poder, busca comprender las Escrituras que lee. Felipe, dirigido por el Espíritu, se convierte en el instrumento para revelarle la verdad.   La Biblia, rica en sabiduría y revelación, requiere de un corazón abierto y una guía para ser comprendida. Es muy importante poder resaltar que a pesar de su posición y conocimiento encontramos a este eunuco etíope, anhelando entender las escrituras que lee.  Este pasaje nos exhorta a reflexionar sobre el papel de la guía divina en la interpretación de las Escrituras y cómo Dios revela Su verdad a aquellos que genuinamente la buscan.   Hechos 8:31-35 dice: 31 Él dijo:  ¿Y cómo podré,  si alguno no me enseñare?  Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado;  Y como cordero mudo delante del que lo trasquila,  Así no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación,  ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34 Respondiendo el eunuco,  dijo a Felipe:  Te ruego que me digas:  ¿de quién dice el profeta esto;  de sí mismo,  o de algún otro? 35 Entonces Felipe,  abriendo su boca,  y comenzando desde esta escritura,  le anunció el evangelio de Jesús.   La sed de conocimiento del eunuco y su humildad para reconocer que necesitaba ayuda nos muestra la belleza de un corazón que busca a Dios sinceramente. No es suficiente tener acceso a las Escrituras; es esencial tener un corazón dispuesto a aprender y, a veces, la ayuda de alguien que pueda guiarnos en nuestra comprensión.   Felipe, fue movido por el Espíritu Santo, se convirtió en el instrumento de revelación para el eunuco. No sólo le explicó el significado del pasaje, sino que también le presentó la buena nueva de Jesús. Esta interacción nos recuerda la importancia del Discipulado Personal, la importancia de estar preparados para compartir la verdad del Evangelio cuando se nos presente la oportunidad de poder guiar a otros en el camino del Señor por medio del Discipulado. Pero, para lograrlo y hacerlo como Dios quiere necesitamos tomar en cuenta tres cosas:   Primero; Humildad en la Búsqueda: Reconozca que usted no lo sabe todo, no finjamos tener conocimiento o fingir espiritualidad. Si hay áreas de las Escrituras que le resultan difíciles de entender busque ayuda, ya sea a través de estudios bíblicos o líderes de la iglesia.   Segundo; Preparación para Compartir: Que importante es poder desarrollar las armas espirituales que Dios ha puesto a nuestra Disposición como el Estudio Bíblico, La Oración, El Compañerismo y Testimonio. Dedique tiempo para estudiar y meditar en la Palabra de Dios, de esa manera estará listo para compartir y explicar su fe cuando se le presente la oportunidad. Tercero; Ore y pida que el Señor le revele: Pida a Dios que le revele la verdad y el significado más profundo de las Escrituras mientras lee y estudia.   No dude que la revelación divina llegará a aquellos corazones que están genuinamente dispuestos a recibir. Al buscar con humildad y estar dispuestos a aprender, nos abrimos a la verdad transformadora de Dios en nuestras vidas.