6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. En

La humildad del Salvador no surge de la pobreza del pesebre, sino del acto consciente de elegir la sencilles sobre la grandeza, el silencio sobre el estruendo, la cercanía sobre la distancia. Diciembre nos enseña que la verdadera grandeza a menudo se revela en los gestos más humildes y que el poder de cambiar corazones comienza con la mansedumbre de espíritu. En un humilde pesebre, en un rincón de Belén, Dios se manifestó en carne, demostrando un acto de humildad incomparable.   La humildad es una virtud que muchas veces pasa desapercibida en un mundo que valora y exalta el Yo. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la humildad es una característica fundamental del carácter de Dios y de cómo debemos vivir los cristianos, aquellos que hemos tenido un encuentro personal con el Señor, que vamos por el camino que él nos ha trazado.   En Filipenses 2:6-8, encontramos uno de los pasajes más impactantes que nos muestran la humildad suprema de nuestro Salvador Cristo Jesús…“6 el cual,  siendo en forma de Dios,  no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo,  tomando forma de siervo,  hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre,  se humilló a sí mismo,  haciéndose obediente hasta la muerte,  y muerte de cruz”.   En estos versículos, encontramos un retrato asombroso de la humildad de Jesucristo. Aunque era Dios en forma, no consideró su igualdad con Dios como un derecho que debía aferrarse a toda costa. En cambio, voluntariamente se despojó a sí mismo, renunciando a los privilegios y la gloria divina, para tomar la forma de un siervo, haciéndose completamente semejante a la humanidad.   La humildad de Cristo no se detiene aquí. No solo se hizo hombre, sino que también se humilló aún más al someterse a la muerte, y no cualquier muerte, sino la muerte en una cruz, que era considerada una de las formas de ejecución más vergonzosas en ese tiempo. Jesús no solo murió por nosotros, sino que lo hizo de la manera más humilde y humillante posible.   Este pasaje nos exhorta a considerar el ejemplo de humildad que Cristo nos ha dado. Nos desafía a renunciar a nuestro orgullo y a buscar la humildad en nuestras vidas, siguiendo el modelo de Jesús. La humildad no es debilidad; es fortaleza en la disposición de Servir, Evangelizar y Discipular, poniendo las necesidades de los demás por encima de las nuestras.   Vamos a Orar (Ora conmigo) Señor, te agradecemos por la humildad suprema de tu Hijo, Jesucristo. Ayúdanos a seguir su ejemplo y a cultivar la humildad en nuestras vidas. Permítenos renunciar a nuestro orgullo y servir a los demás con amor y humildad, como él lo hizo. En el nombre de Jesús, oramos. Amén.   Que este pasaje nos recuerde la importancia de la humildad en nuestra fe y nos inspire a imitar a Jesús en nuestra vida diaria. La humildad es un rasgo que atrae la gracia de Dios y fortalece nuestras relaciones con los demás…Que Dios les bendiga