El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta

El amor, en sus diversas formas, desempeña un papel esencial en la vida de los jóvenes, conectándolos, inspirándolos y estimulando su crecimiento desde la infancia hasta la adultez. Este sentimiento moldea la identidad y las relaciones de las personas. Durante la juventud, el amor puede ser una fuente de motivación y felicidad, pero también conlleva desafíos y momentos confusos. Las relaciones con amigos, familiares y parejas brindan apoyo emocional y pertenencia, pero a su vez plantean decisiones cruciales y cuestionamientos sobre nuestra identidad y metas en la vida. Al explorar el amor en sus múltiples facetas, es crucial comprender cómo las decisiones relacionadas con el amor impactan en nuestra felicidad, bienestar y sentido de propósito. Quiero abordar con ustedes la distinción entre el amor efímero y el amor genuino, destacando cómo la elección del amor verdadero puede enriquecer nuestras vidas y fortalecer nuestra fe cristiana. Ya que el amor es un don de Dios y aplicarlo de acuerdo con Su voluntad puede marcar la diferencia en la vida de los jóvenes cristianos en la actualidad.   1 Corintios 13:4-7 nos dice: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.  Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.   El amor pasajero o superficial es un afecto efímero basado en aspectos externos de una relación. Se caracteriza por su falta de compromiso, su enfoque en la apariencia y la conveniencia, su inestabilidad y su falta de profundidad emocional y espiritual. Tiende a priorizar la satisfacción personal en lugar del bienestar de la otra persona y no perdura a largo plazo.   A diferencia el amor verdadero desde una perspectiva cristiana refleja los principios cristianos y se caracteriza por su compromiso inquebrantable, dedicación desinteresada y respeto hacia Dios y los demás. Se basa en el amor ágape, un amor sacrificial centrado en el bienestar de los demás y en la voluntad de Dios. Implica amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo, expresándose a través de actos de bondad, compasión y servicio, sin importar las circunstancias o las expectativas a cambio. En resumen, el amor verdadero en la perspectiva cristiana es un amor profundo, sacrificial y guiado por la fe en Dios.   Los riesgos del amor pasajero son significativos y pueden tener un impacto negativo en varios aspectos de la vida de una persona como: Consecuencias emocionales, Consecuencias espirituales y Consecuencias morales.   Cultivar relaciones basadas en el amor verdadero desde una perspectiva cristiana implica integrar la fe en la relación a través de prácticas como la oración conjunta, el estudio de la Biblia, la comunicación abierta sobre la fe, el servicio conjunto, la asistencia a la iglesia, el respeto por la pureza, el perdón, el tiempo de devoción personal, la construcción mutua de la fe, la orientación de líderes espirituales, la humildad, la gratitud, el apoyo mutuo en la fe, la esperanza y la paciencia, manteniendo a Dios en el centro de la relación. Estas prácticas fortalecen la base espiritual de la relación y promueven un amor duradero y significativo.   En un mundo de conexiones efímeras, consideren la búsqueda del amor verdadero, basado en valores y nuestra fe en Cristo. Este amor brinda felicidad duradera, crecimiento personal, apoyo genuino y respeto mutuo. Si buscan relaciones profundas y verdaderas en lugar de superficiales puede marcar la diferencia en sus vidas y fortalecer nuestra fe en Cristo.