(Centro De Vida)
Escritura
Me acordaba de Dios, y me conmovía; me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah.
Hay momentos en la vida en los que nos sentimos abrumados por las circunstancias. Los problemas parecen no tener fin, y nuestro corazón se llena de angustia y preocupación. ¿Te ha pasado que, al pensar en Dios en medio de esas dificultades, en lugar de encontrar consuelo, sientes que tu espíritu se debilita aún más? El Salmos 77:3 nos dice: Me acordaba de Dios, y me conmovía; me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah. Salmos 77:3 Cuando nos encontramos en problemas, una de las cosas más importantes es el ser honestos acerca de nuestras emociones y debilidades en esos momentos de angustia. No siempre es fácil mantener la fe cuando estamos atravesando momentos difíciles, y es importante reconocer esa lucha. No debemos tener miedo de ser honesto con Dios acerca de nuestros sentimientos. Si te sientes abrumado o desanimado, cuéntaselo a Dios en oración. Él entiende nuestro dolor y lucha, y está dispuesto a escucharnos. En los momentos de mayor dificultad, nuestra primera respuesta debe ser volver nuestra mirada hacia Dios, aunque nos sintamos débiles. Cuando enfrentamos pruebas, debemos hacer un esfuerzo consciente por recordar las veces que Dios ha sido fiel en el pasado. Esto no siempre elimina el dolor de inmediato, pero puede ayudarnos a encontrar fuerza y esperanza en medio de la tormenta. La palabra “Selah” al final del versículo es una invitación a pausar y reflexionar en nuestras vidas. En medio de la angustia, tomarse un momento para reflexionar sobre la presencia de Dios puede ser la clave para encontrar paz y perspectiva. En tus momentos de angustia, toma un tiempo para hacer una pausa y reflexionar. Puede ser en oración, leyendo la Biblia, o simplemente en silencio, meditando sobre la presencia de Dios en tu vida. Es normal enfrentarnos a momentos de duda y debilidad en nuestras vidas, pero es importante recordar a Dios y reflexionar en su presencia. En Él podemos encontrar la paz y la fuerza necesarias para seguir adelante. En medio de la angustia, no olvidemos que Dios es nuestra esperanza y refugio, y que siempre está dispuesto a sostenernos. Pidamos a Dios la fuerza para ser honestos con Él sobre nuestras luchas y el valor para confiar en su fidelidad, incluso cuando nuestro espíritu desfallece.
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