(Centro De Vida)
Escritura
Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos tu poder.
En un mundo donde a menudo nos encontramos enfrentando dudas, desafíos y temores, es fácil olvidar el poder y la grandeza de Dios. Vivimos en tiempos en los que necesitamos ser recordados de la capacidad infinita de Dios para obrar en nuestras vidas. En el Salmos 77:14 podemos ver estas palabras: Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos tu poder. Salmos 77:14 Este verso nos enseña que Dios es un Dios que hace maravillas. Pensemos en los actos poderosos que Dios ha realizado a lo largo de la historia: la creación del universo, la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, los milagros de Jesús en el Nuevo Testamento, y muchos otros. Estas obras maravillosas no son simplemente relatos antiguos; son demostraciones del poder continuo de Dios, que aún hoy está activo en nuestras vidas. Debemos recordar y agradecer a Dios por las maravillas que ha hecho en nuestra vida y en las vidas de quienes nos rodean. A veces, los pequeños milagros de la vida diaria pueden pasarse por alto, pero son testimonio del poder constante de Dios en nuestras vidas. El poder de Dios en nuestra vida no es algo oculto o reservado solo para unos pocos; es visible y accesible para todos los que lo buscan. Enfrentamos desafíos en la escuela, en el trabajo, en nuestras relaciones y en nuestras decisiones futuras. Es fácil sentirse abrumado, pero debemos recordar que el mismo Dios que dividió el Mar Rojo y resucitó a los muertos es el mismo Dios que camina con nosotros hoy. Cuando enfrentemos un desafío o una decisión difícil, oremos pidiendo la guía y el poder de Dios. Confiemos en que Él puede hacer maravillas incluso en las situaciones más complicadas. Debemos dejar que su poder se haga evidente en nuestra vida, actuando con fe y confianza en su capacidad para obrar. El poder de Dios no solo está destinado a ser experimentado personalmente, sino que también debe ser compartido. Cuando Dios obra en nuestras vidas, se convierte en un testimonio para los demás de su grandeza y amor. Nuestras vidas deben reflejar las maravillas de Dios, mostrando al mundo que servimos a un Dios que es poderoso y que se preocupa por nosotros. No debemos tener miedo de compartir con otros lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Mi testimonio, tu testimonio puede ser la manera en que alguien más llegue a conocer el poder y el amor de Dios. Hablemos de las maravillas que hemos visto y experimentado, y dejemos que nuestras vidas sean una luz que brille con la verdad del Evangelio. Busquemos en Dios nuestra esperanza y fortaleza, no olvidando que Él es quien hace maravillas. Confiemos en que, cada situación, Dios obra para nuestro bien. Compartamos sus maravillas, poder y amor con otros, para que nuestras vidas sean un testimonio vivo de que solo en Él podemos encontrar la paz y seguridad que necesitamos.
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