Copyright 2016-2019 Lifeword
Oración
Poniendo Pies A La Oración
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 02, 2022
Ago 29, 2022
Duración:
00:14:30 Minutes
Vistas:
8

Escritura

Santiago 1:6-7; Mateo 22:37-40

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. Santiago 1:6-7 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:37-40

¿Sabes por qué la mayoría de nuestras oraciones no son contestadas? No son contestadas porque no hay nadie dispuesto a realizarlas. La mayoría de nuestras oraciones llegan a Dios, pero como son oraciones que faltan de sinceridad no hay nada que Él quiere hacer con ellas. Es importante que comprendamos que, al orar, expresando a Dios nuestras peticiones, debemos estar listos por si Él quiere contestar nuestra oración a través de nosotros mismos. En la mayoría de los casos nosotros queremos exponer el problema, pero no deseamos ser involucrados con resolver el problema. Por ejemplo, sabiendo que hay una necesidad del evangelio en África, oramos a Dios pidiéndole que envíe a un misionero a ese lugar, pero que tal que Dios contestara tu oración y te dijera: “Está bien, empaca tus cosas porque mañana te acompañaré a África. Ahí harás mi voluntad”. Entonces las cosas cambian, ¿Verdad? Nosotros queremos que Dios conteste nuestras oraciones, pero queremos que utilice a otros en contestarlas. No estamos dispuestos a ponerle pies a nuestras oraciones. Deseo que hablemos hoy de tres cosas que debemos llevar en la mente cuando vamos a Dios en oración. En primer lugar, que Dios puede utilizar muchos diferentes medios para contestar la oración; en segundo lugar, que cuando oramos, debemos creer de corazón que Dios nos contestará; y en tercer lugar que debemos estar preparados porque puede ser que Dios desea usarnos a nosotros mismos para contestar nuestras propias oraciones. Dios no tiene que contestar nuestras oraciones de la manera que nosotros pensamos que las debe contestar. Viene a mi mente la ilustración del viejito que se encontraba en medio de una inundación, poniéndose de rodillas sobre el techo de su casa clamó a Dios diciendo: “Padre sálvame, pongo mi vida en tus manos. En ti confiaré”. El agua seguía subiendo, después de unos minutos llegó una patrulla de rescate en una lancha, y pidieron al anciano entrar con ellos en la lancha, pero el ancianito dijo: “Mi confianza está en Dios. Él me salvará. No iré con ustedes”. Viendo que el señor no se iba a meter a la lancha lo abandonaron. El agua seguía subiendo y el anciano nuevamente alzó sus ojos al cielo para pedir auxilio. Después de unos minutos llegó un helicóptero, y del helicóptero extendieron una soga al ancianito para salvarle, pero éste la rehusó y dijo: “Mi confianza está en Dios. Él me librará de este dilema”. El helicóptero se fue. El agua siguió creciendo, el ancianito nadó por lo que parecía una eternidad; pero finalmente se cansó y se ahogó. El relato cuenta que cuando el anciano llegó al cielo estaba un poco molesto y estando frente a Dios le preguntó: “¿Por qué no me salvó?, yo puse mi confianza en ti, ¿Por qué no me contestó?”. Dios meneando la cabeza le contestó: “Hijo, primero te envié una lancha, y luego un helicóptero, y en ninguno de los dos te quisiste subir”. Muchos de nosotros deseamos que Dios conteste nuestras oraciones, pero queremos que las conteste como nosotros pensamos que debiera contestarlas. Le decimos: “Padre quiero conocerte mejor, quiero tener buen compañerismo contigo y saber lo que te agrada”; y Dios dice: “Muy bien, ahí está mi Palabra, estúdiala y me conocerás mejor. Sabrás lo que me agrada”. Pero esa no es la respuesta que queríamos escuchar, así que seguimos igual, siempre pidiendo a Dios conocerle mejor. Dios puede contestar nuestras oraciones por muchos medios, pero debemos estar dispuestos a recibir el medio que Él escoge. Cuántas personas van al infierno porque no quieren aceptar el medio que Él ha establecido para la salvación. Él les dice que la única manera que van a llegar a Él es por medio de Jesús, pero ellos no quieren escuchar eso; ellos quieren llegar por sus propios medios, y lo triste es que no podrán. Otra cosa que necesitamos comprender de la oración es que cuando pedimos no debemos dudar de que Dios nos escucha, y de que nos contestará. Santiago 1:6-7, dice: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”. Si nosotros pedimos de acuerdo a la voluntad del Señor, y si nuestra relación con Él está bien, entonces debemos poder pedir, no importa cuál sea nuestra situación, y saber con seguridad que Dios nos contestará. Un predicador del viejo oeste fue invitado a un servicio de oración, se subió a su caballo y buen rato después llegó a la capilla donde los hermanos se iban a reunir para orar. La oración era una gran necesidad de ese día, porque habían pasado meses en que no llovía y las cosechas ya estaban por perderse. Hoy todos los hermanos se iban a congregar para pedir a Dios que abriera los cielos, y dejara caer la lluvia que todos necesitaban. El predicador al llegar a la capilla desmontó y empezó a desamarrar la silla de su animal. Cuando entró a la capilla todos lo miraron de una manera muy rara, pues traía consigo la montura o albarda de su caballo. Al preguntarle el porqué de su acción el predicador contestó: “Venimos a pedirle a Dios que nos de lluvia, yo estoy seguro de que va a contestar nuestra oración, y no quiero que mi montura se moje y se arruine”. ¿Ves la diferencia entre el predicador y los demás? Él venía a orar de verdad, ellos no estaban muy seguros de lo que ellos iban a hacer. Cuando oramos debemos pedir sabiendo que Dios nos escucha y se complace en contestar nuestras oraciones, siempre y cuando son para su honra y gloria. Siempre debemos estar preparados para que Dios nos utilice a nosotros mismos, para contestar nuestras propias oraciones. He oído de personas quienes tienen años de estar orando por la salvación de familiares o amistades, y me dicen: “Hermano Ricardo, quiero que me ayudes a orar por tal y tal persona”. Yo tengo años orando para que se salve, pero Dios todavía no me ha concedido mi petición”. Después de oír esto de sus propias bocas, les pregunto: “¿Y cuántas veces les has explicado a tu amigo el plan de salvación?, ¿Cuántas veces los has invitado a ir a la iglesia contigo?”. Después de unos momentos de silencio me contestan: “Eh, bueno, ninguna, pero es que yo no soy la persona indicada, pero sí estoy orando por ellos”. Por favor, ¿Y quién es la persona indicada?, cuando oramos por las personas nosotros debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para que se realice lo que pedimos. Dios desea que nosotros pongamos de nuestra parte también, de nada serviría pedirle a Dios que te ayude a bajar de peso y seguir comiendo desenfrenadamente. De nada sirve pedirle a Dios que te ayude a sacar buenas notas en un examen, si no estás dispuesto a estudiar. ¡Qué será, que nosotros queremos que todas las cosas nos vengan fáciles! Te diré un secreto: no es así la cosa, lo que el discípulo hace es pedir la ayuda de Dios, y luego ser obediente a Él. Uno se esfuerza y cuando Dios ve la sinceridad, y cuando uno piensa que ya no puede más, entonces Dios entra con su mano poderosa y da las energías para seguir adelante, pero no nos ayudará si nosotros vamos a sentarnos con los brazos cruzados. Hemos llegado al final de nuestra serie de estudios sobre la Oración, espero que el Espíritu Santo te haya hablado a tu corazón, y te haya hecho ver la necesidad de orar, pero también de estar dispuesto a hacer algo en cuanto a ello si es que Dios nos dice que lo hagamos. Yo he orado por la oportunidad de ayudar a mis hermanos por medio de instruirlos en la sana doctrina, y Dios me dice Ricardo tienes la oportunidad, y he hecho todo lo posible para hacer lo mejor que puedo. No te olvides de orar por mí, que Dios me dé fuerzas para seguir adelante. Te lo voy a agradecer con todo mi corazón. Y ahora. Vamos a orar. Padre gracias por la oración y por escuchar nuestras oraciones. Hemos comprendido la necesidad de ser sinceros contigo cuando oramos, y de estar dispuestos a hacer algo si tú nos lo indicas. Gracias Padre por todos los que oran por este ministerio, pido que les bendigas y que les ayudes a tener un contacto cristiano con todos quienes los que los rodean. En el nombre de Jesús. Amén.

Otros archivos en esta serie