Copyright 2016-2019 Lifeword
Oración
Pecado No Confesado
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Jun 17, 2022
Jun 14, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
11

Escritura

Santiago 4:2 y 3; Salmos 66:18.

Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Santiago 4:2 y 3 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Salmos 66:18

Este es nuestro último estudio sobre errores comunes en cuanto a la oración. El propósito de este estudio no ha sido criticar tu manera de orar, sino ayudarte a orar mejor. He realizado este estudio contigo con el fin de que Dios te hará ver algún área donde tus oraciones necesitan ser fortalecidas y habiendo logrado esto, espero que puedas alcanzar todo lo que Dios quiere que logres a través de la oración. Como texto para nuestro estudio, hemos usado Santiago 4:2 y 3, dice: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Ahora, esta declaración nos muestra dos verdades grandes. En primer lugar, nos enseña que Dios está listo para contestar nuestras oraciones. En segundo lugar, nos enseña que, Dios no nos dará lo que pedimos, si pedimos mal. Y por esa razón es que hemos hecho esta serie de estudios. Queremos corregir los errores de nuestro orar para poder pedir correctamente. Quiero que miremos nuevamente la lista de errores comunes que hemos visto en los pasados cuatro estudios. El primer error que vimos fue que la mayoría de las personas ni siquiera oran. Dios quiere que le pidamos, pero que le pidamos a través de una comunicación con Él. En segundo lugar, vimos que no somos específicos en nuestro orar. Demasiadas veces nosotros oramos en términos generales: debemos especificarnos. En tercer lugar, vimos que muchas veces no somos sinceros en nuestro orar. Cuando oramos, debemos orar con el corazón. En nuestro pasado estudio, vimos que existen veces cuando oramos con un espíritu equivocado. Para que Dios conteste nuestras oraciones, nuestro espíritu tiene que estar de acuerdo con el Espíritu Santo. En el estudio de hoy, quiero que observemos que es un error tratar de presentarnos a Dios con una petición, si existe pecado que no hemos confrontado en nuestras vidas. Dios, no va a tolerar pecado, pero perdonará gratuitamente a aquel quien confiesa sus pecados a Él. Quiero que vayas conmigo al Antiguo Testamento, para que comprobemos lo que acabo de decir. Queremos probar, que es un error el tratar de orar, a menos de que hayamos confesado sinceramente nuestros pecados, y hayamos obtenido el perdón de nuestro Padre Celestial. Vamos a ir al libro de los Salmos; busquemos el capítulo 66, y el versículo 18, dice: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado”. Pienso que sería imposible aclarar este asunto de una manera más sencilla. La Biblia es tan clara en lo que nos dice. La persona que tiene pecado en su vida, y no lo quiere soltar, cierra las ventanas del cielo en cuanto a lo que se refiere a sus oraciones. Es Dios quien ha dicho esto; debemos creerlo y actuar de acuerdo a ello. Al tener pecados no confesados en nuestra vida, Él no nos va a escuchar. Así que debemos confesar nuestros pecados a Él, y resolver en nuestros corazones, no volverlos a cometer. Entonces podremos orar sabiendo que Dios nos oirá. Dejemos el libro de los Salmos, y vamos al libro de Isaías. Quiero que leamos en el capítulo 1, versículos 11 al 15. Prestemos mucha atención a lo que nos dice, escucha: “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes, vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes. Las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré”. Ahora, esta es una declaración trágica. Israel estaba ofreciendo los mismos sacrificios que Dios les había mandado que ofrecieran, pero ahora Él estaba rechazándolos. Israel intentó acercarse a Dios en oración, pero Dios rehusó escucharle. Israel levantó sus manos en súplica, pero Dios quitó su vista. Y ¿por qué? Dios lo explica: “llenas están de sangre vuestras manos”. Esto simplemente significa que Israel tenía pecado y no estaba listo para confesarlo y abandonarlo, y debido a ello, Dios rehusó contestar sus oraciones, ni siquiera aceptó sus actos de adoración. No es asunto de que Dios es frío para con el hombre; no es asunto de que Él no quiere perdonar al hombre; es todo lo contrario. En el versículo 18 del mismo capítulo 1 de Isaías, Dios dice a Israel: “Venid luego, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Dios quería perdonar los pecados de Israel, lo que pasa es que Israel quería servir a Dios y al mismo tiempo seguir en el pecado, y esto es algo que Dios no permite. Israel mismo era culpable de que Dios no escuchara sus oraciones. En otra ocasión Dios dijo, en Isaías 59, versículos 1 y 2: “He aquí no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestros Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”. Eso es sólo una confirmación de los que nos dice el Salmos 66:18, “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado”. Saltemos ahora al profeta Miqueas, este profeta repitió el mismo tema cuando escribió esas palabras en su capítulo 3, versículo 4, dice: “Entonces clamaréis a Jehová, y no os responderá; antes esconderá de vosotros su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicisteis malas obras”. En otras palabras, Dios no escucharía sus oraciones porque ellos querían continuar en sus pecados. El libro de Proverbios está lleno de dichos sabios. Este libro también muestra la misma verdad. En Proverbios 1, versículos 24 al 31, Dios reprende a la nación escogida diciendo: “Por cuanto llamé y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis. Entonces me llamarán y no responderé; me buscarán de mañana y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos”. Todo esto nos describe a las personas que hacen a un lado a Dios, para hacer lo que a ellos les da la gana. Como resultado Dios les ignorará cuando oran a Él. Es cosa seria guardar pecados en nuestra vida, porque nos separa de la presencia de Dios. Si crees que estas son palabras fuertes, escucha lo que dice Proverbios 28:9, dice: “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable”. Piensa en eso, la persona que está viviendo en pecado, al orar, no recibe respuesta, pues su oración es una abominación a Dios. Acordémonos de que estamos viendo errores en referencia a nuestro orar, no para desanimarnos, sino para corregir nuestros errores y tener oraciones más efectivas. Acabamos de hablar acerca del pecado en nuestras vidas y decir que el pecado perjudicará nuestra vida de oración. Entonces ¿qué es lo que podemos hacer? Bueno, 1 Juan 1:9, nos enseña que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por el estudio de hoy. Ayúdanos a comprender el daño que nos hacemos a nosotros mismos, cuando guardamos pecados no confesados en nuestras vidas. Padre, ayúdanos a corregir cada uno de los errores que nosotros hemos estudiado en esta serie, así nosotros podemos ser mejores guerreros de oración. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

Otros archivos en esta serie