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Oración
El No Orar
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Jun 13, 2022
Jun 13, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
2

Escritura

Santiago 4:1-3; Salmos 53:4.

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Santiago 4:1-3 ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad, Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan, Y a Dios no invocan? Salmos 53:4

Una de las cosas más importantes para el creyente, es la oración. En lo más profundo de tu corazón, quiero que pienses en la cualidad de tu vida personal, en cuanto a la oración. Me imagino que vas a querer saber el por qué esto me interesa a mí, y tu deseo de saber, tiene validez. La razón por la cual yo estoy interesado es porque la Biblia me enseña, que el vigor de tu vida espiritual será en exacta proporción al lugar que la Palabra de Dios y la oración tienen en tu vida. Por eso es que te pregunto: ¿Cómo va tu vida de oración?   Sabes, la oración es el centro de nuestra vida religiosa. La oración se relaciona con lo que creemos y con nuestro comportamiento también; nuestro orar se basa en nuestra teología y se relaciona con nuestra ética; indica nuestro concepto de Dios y nuestra relación con Él. ¿Por qué? Porque la oración es la manera en que nos comunicamos con nuestro Dios. La manera en que oramos indicará la relación que tenemos con Dios. Jesús creyó en la oración, lo practicó y enseño al hombre cómo orar. En realidad, a menos de que tengamos una buena vida de oración, no nos podemos llamar verdaderos discípulos del Maestro Divino. Dios ha prometido muchas veces, dar contestación a nuestras oraciones. El contestará la oración de cualquier creyente, en cualquier tiempo y en cualquier lugar. Esto es suficiente motivo para que pensemos mucho tiempo en orar cada día. La verdad es que la gran mayoría de los creyentes, consideran que la oración es una carga, en vez de una bendición. Lo tienen como un problema, en vez de un placer. Esta manera de pensar se debe a varias cosas. Una de las cosas que causan este punto de vista son los errores que uno comete al orar. Quiero que estudies conmigo, en los próximos cinco estudios, algunos errores comunes, que nosotros cometemos al orar. Además de esto, quiero que encontremos en la Biblia, un remedio para no volver a cometer estos errores. Para nuestro primer estudio, quiero que nos enfoquemos en el hecho de que casi no oramos y este es el primer error que cometemos. Nuestra falta de orar es la equivocación más grande que nosotros podríamos cometer. Quiero que abras tu Biblia conmigo, al libro de Santiago, capítulo 4, para que leamos los versículos 1 al 3. ¿Ya lo tienes? Leamos, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Quiero que te fijes especialmente en las palabras: “pedís y no recibís porque pedís mal”. Esto es tan importante, por la sencilla razón de que hay tantas cosas que Dios está dispuesto a darnos, si nosotros tan sólo se las pidiéramos. Tantas victorias, tantas bendiciones, tantas provisiones, que ya son nuestras, almacenadas en el cielo, pero que no las recibimos por la sencilla razón de que no las pedimos. Quiero decirte que el no orar, es un pecado. En vista de que hay tantas cosas que Dios nos quiere dar, sin tan solo se las pedimos, por qué no pensamos más tiempo en oración, por qué no pensamos en orar más, por qué no pasamos más de nuestro tiempo delante del Padre Celestial. Y en cuanto a esta pregunta, me vienen a mente tres razones. En primer lugar, pienso que algunos no oran porque no sienten tener necesidad de Dios. ¿Tú te has encontrado con personas quienes oran cuando están pasando dificultades, pero que ni siquiera se acuerdan de Dios cuando todo va bien? ¿Qué es lo que ha sucedido? Lo que sucede es que cuando todo va bien, ellos se sienten autosuficientes; no necesitan de Él. En realidad, la falta de oración es una forma de idolatría pues, cuando uno no ora, está poniendo su confianza en sí mismo, en vez de ponerla en Dios. En segundo lugar, creo que algunos no oran porque están viviendo en pecado. El Salmos 53:4, hace la pregunta: “¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad?”. Al final del versículo dice: “No invocan a Dios”. El significado es que las personas quienes tienen sabiduría invocarán a Dios. La razón por la cual uno no invocaría a Dios es porque hay pecado en su vida, que uno no desea confesar y que no quiere abandonar. Uno que vive en pecado no tendrá una buena vida de oración. En tercer lugar, pienso que algunas personas no oran porque se han alejado mucho de Dios. Ya no encuentran placer en agradar a Dios, ya no hay deseo de tener compañerismo con Dios, ni se gozan al estar en su presencia. El profeta Isaías lloró por su generación que se había alejado de Dios. En el capítulo 64 de Isaías, versículo 7, leemos sus palabras: “Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti”. El profeta Oseas explicó: “lo que pasa es que tienen dividido el corazón”. 2 Crónicas 20:33 nos enseña que: “la gente no endereza su corazón delante de Dios”, y una persona que se aleja de Dios, no va a practicar una vida de oración. Lo bueno es que existe un remedio para la vida que carece de oración. Aún si la persona no ha orado por años, puede empezar a vivir una vida de oración, que le traerá grandes bendiciones de Dios. Y quiero dar en estos momentos una sugerencia para vencer el asunto de la negligencia de la oración. En primer lugar, debemos establecer un tiempo definido cuando nos encontraremos con Dios en oración. Personalmente yo pienso que las horas de la mañana son mejores para orar, pero lo importante no es la hora, sino que nos aseguraremos de orar. Una vez que se ha establecido una hora, no debemos permitir que nada ni nadie, interrumpa ese tiempo que hemos establecido. Debemos considerar que tenemos una cita con Dios a esa hora, y no faltar a la cita. Varios hombres de Dios establecieron mútiples tiempos en el día, cuando se encontraban con el Señor. Daniel y David tenían sus horas especiales en el día, cuando se presentaban delante de Dios en oración. Debemos seguir el ejemplo que ellos nos dan y establecer una hora especial, en que nos encontraremos con el Señor. En segundo lugar, debemos comenzar esta costumbre ya; no debemos esperar. Debemos comprometernos con Dios, en un acto de sacrificio espiritual; debemos entregarnos, asegurando el hecho de que oraremos en el tiempo que hemos designado, si no lo hacemos hoy, Satanás habrá tenido una victoria personal sobre nosotros en este asunto. En tercer lugar, debemos encontrarnos con Dios en privado. Muchas veces cuando oramos en público, oramos para ser oídos por los demás. Pero cuando oramos en privado, oramos con más sinceridad. Jesús dijo que los hipócritas oran en público para ser visto por los hombres, pero no debe ser así con los hijos de Dios. En Mateo 6:6, el Señor dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público”. En realidad, las palabras de nuestra oración no tendrán importancia, si no salen de un corazón sincero. Conste que no estoy diciendo que la oración en público no tiene valor. Al reunirnos para alabar a Dios, tendremos que orar en público, y lo que quiero decir es que, no debemos esperar hasta que estamos en público, para orar. Debemos orar mucho. En cuarto lugar, debemos reconocer que la oración es un privilegio y no un deber. Es un honor poder encontrarnos con Dios en oración. Debemos pensar en el hecho de que Dios toma tiempo para conversar con nosotros. Si consideramos un privilegio encontrarnos con personas de renombre, cuánto más debemos considerar como privilegio, el poder conversar con Dios. Y para finalizar, quiero que leas conmigo Mateo 7:7 y 8, dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Vamos a orar. Padre, espero que aprendamos en esta serie de estudios, la necesidad de pasar más tiempo en oración contigo. Perdónanos, Padre, por nuestra negligencia; hemos faltado en este asunto, pero hoy, queremos establecer una hora cuando nos encontraremos contigo, para pasar un buen rato de compañerismo. Ayúdanos en esto, porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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