(Centro De Vida)
Escritura
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Efesios 6:12-17 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12
No sabes cuánto me alegra que puedas estar conmigo hoy, para continuar nuestro estudio sobre la armadura de Dios. Vamos a abrir nuestras Biblias, al libro de Efesios, capítulo 6, para leer los versículos 12 al 17. ¿Ya tienes la cita? Efesios 6:12-17, leamos: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu”. Hemos llegado a la sexta pieza de la armadura que nos ayudará en ser victoriosos, en la batalla espiritual que se está llevando a término en nuestro mundo, hoy: la espada del Espíritu. Esta pieza es diferente a las otras piezas de la armadura de Dios. Es diferentes porque el cinturón de la verdad, la coraza de justicia, el calzado del apresto del evangelio de la paz, el escudo de la fe y el yelmo de la salvación; son para defender o proteger al soldado cristiano. Claro está, que la espada es para defensa también; pero no sólo es para defensa, sino que es para atacar. Es algo que el soldado puede usar para derrotar al enemigo. Difícilmente podría atacar con su cinturón, su coraza, su calzado, su escudo o yelmo; pero con la espada, puede atacar al enemigo con esperanzas de vencer. No debe olvidarse, sin embargo, de llevar puesta las demás piezas de la armadura, para poder pelear con tranquilidad. Lo especial de la espada que usa el soldado es que no es una espada cualquiera; es la misma espada del Espíritu Santo de Dios. Regresémonos al versículo 17 de nuestro texto para leerlo otra vez: “Y tomad el yelmo de la salvación (y ponga atención especial aquí) y la espada del Espíritu”. ¿Te fijas que Espíritu se escribe con “E” mayúscula? Esto indica que es el Espíritu Santo de Dios, “Y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”. Conste que la única cosa que puede contra el diablo y su ejército de demonios es esta espada del Espíritu. ¿Por qué? Porque es un arma espiritual; y sólo lo espiritual, puede con lo espiritual. No podemos luchar contra los poderes espirituales con armas físicas; necesitamos algo más potente, y sólo la espada del Espíritu tiene la potencia que necesitamos para vencer. Quiero que leamos, sin entrar a mucha discusión de esta realidad, sólo quiero que observemos el poder de la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Hebreos 4:12, dice: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Dime ¿Qué otra arma puede hacer esto? Isaías 55:11, nos dice que la Palabra de Dios, que sale de su boca, no volverá a Él vacía, sino que hará lo que Él quiere, y será prosperada en aquello para que la envió. Mateo 24:35, nos enseña que el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras, no pasarán. 1 Pedro 1:24-25, nos muestra que “Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre”. ¿Cómo es que la espada del Espíritu, la palabra de Dios, ayuda al soldado? Para dar respuesta a esta pregunta, sólo tenemos que ir a 2 Timoteo 3:16 y 17. Ahí encontraremos dos versículos, que casi todo alumno de la Biblia se sabe de memoria: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios (en nuestro caso, el soldado de Jesús) sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Es por medio de la espada del Espíritu, la Biblia, que el incrédulo llega a conocer a Cristo como Salvador, para la salvación de su alma. Escucha bien lo que dice Romanos 10:17, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Para que el incrédulo pueda tener fe, para creer en Cristo, primeramente, tiene que oír del Cristo de que nos habla la Biblia. Jesús más que ningún otro, usó la espada del Espíritu, para vencer al enemigo. Desde su niñez Jesús nos da ejemplo de tener una buena relación con la Biblia. A los 12 años de edad, lo encontramos en el templo de Jerusalén, sentado en medio de los doctores de la ley, y Lucas 2:47, dice: “Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas”. Al ser tentado por el diablo en el desierto Jesús siempre contestó con las palabras: “escrito está”. En todas sus enseñanzas, el Señor usó la Palabra para respaldar lo que decía; sus apóstoles hicieron lo mismo. Conste que la espada del Espíritu es pesada; no cualquier soldado la podrá usar con facilidad, ¿Cómo es entonces que la vamos a usar para tener buenos resultados? Bueno, la respuesta es simple. En primer lugar, es la espada del Espíritu; eso nos indica que sólo el Espíritu la sabrá manejar correctamente. En segundo lugar, todo creyente en Cristo tiene al Espíritu morando en él; entonces lo que tiene que hacer el soldado, es asegurarse de que el Espíritu Santo es permitido trabajar a través de su persona. Y es así como el soldado puede usar hábilmente la palabra de Dios. Por eso es que la Palabra, nos enseña incesantemente a estar llenos del Espíritu. Y ¿cómo logramos esto? Por medio de ser obedientes a la Palabra de Dios. Debemos de dejar de vivir como nosotros queremos, y comenzar a vivir como la Biblia nos enseña. Colosenses 3:5 nos dice: “Haced morir pues, lo terrenal en vosotros”. Gálatas 5:16, dice: “Digo, pues: andad en el Espíritu, (con una “E” mayúscula) y no satisfagáis los deseos de la carne”. Sólo viviendo en el Espíritu, es que podremos levantar con fuerza la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Debemos acordarnos de que “Lo que es de la carne, carne es; y lo que es del Espíritu, Espíritu es”. La batalla del cristiano es contra poderes espirituales, y si tiene pensado vencer, deberá luchar espiritualmente, con la armadura espiritual que Dios ha puesto a la disposición de cada uno de sus soldados. Espero que tu relación con la Biblia, la Palabra de Dios, sea una buena relación. Espero que ella tenga un lugar muy especial en tu vida, y que la leas, la estudies, la memorices y que la pongas en práctica en tu vida; porque si no, no me gustaría estar peleando a tú lado en el campo de batalla. ¿Por qué? Porque tú vas a ser uno de los primeros en caer herido. Vamos a orar. Padre, vengo a tú trono pidiéndote que despiertes en nosotros un deseo de estudiar tu Palabra, y poner lo que aprendemos, a práctica en nuestra vida. Reconocemos hoy, que tu palabra es sumamente importante para la victoria en la batalla que tenemos con el ejército de Satanás. Sin tu Espíritu y tu Palabra, estamos indefensos e inservibles. Llénanos de tú Espíritu y adiéstranos en tu Palabra. Porque te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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