Escritura
Estamos estudiando sobre la armadura de Dios. En nuestro primer estudio vimos que todo creyente, tiene un enemigo común: Satanás. Ahora, Satanás es fuerte y muy astuto, y ningún cristiano puede hacerle frente en su propia fuerza. El creyente se haría un gran mal, si intentara ir a solas en contra del Diablo; no hay dudas de quién saldría victorioso. Entonces, ¿cómo se supone que el creyente luche en contra de tan fuerte contrincante? Únicamente lo puede hacer si lleva puesto toda la armadura de Dios. Porque sólo así puede entrar a batalla contra el enemigo y salir victorioso. Pero, ¿por qué tiene que ser la armadura de Dios? Es así, porque sólo la armadura de Dios puede resistir lo que Satanás lanzará al creyente. Satanás nunca ha peleado de acuerdo a las reglas. Satanás es rudo y sucio. Estudia bien al humano y conoce cada uno de sus puntos débiles. Nunca peleará con honor. Sus ataques serán sucios y siempre en el preciso momento en el que uno baja la guardia. Por eso e que él ha tenido tanto éxito en la vida del ser humano. Primero agarra la confianza de uno, y luego ¡pum!, pega su golpe bajo. Y lo triste es que el hombre nunca aprende, y permite que Satanás le engañe vez tras vez.
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