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La Armadura de Dios
La Coraza De Justicia
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Jun 23, 2022
Jun 18, 2022
Duración:
00:14:31 Minutes
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Escritura

Efesios 6:10-14; Isaías 64:6.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia. Efesios 6:10-14 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Isaías 64:6

Vamos a abrir nuestra Biblia, el libro de Efesios, y vamos a leer en el capítulo 6, los versículos 10 al 14. ¿Ya tienes la cita? Efesios 6:10, muy bien, leamos: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podéis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistid en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia”. Hasta aquí vamos a leer, porque deseamos detenernos en la segunda pieza de la armadura del creyente, para meditar un poco sobre su significado.   En nuestro estudio pasado, vimos la primera pieza de armadura: el cinturón de la verdad. Y hoy, vamos a estudiar acerca de: la coraza de justicia. Acordémonos que Pablo, al escribir de la armadura del cristiano, probablemente tendría frente a él, un soldado romano, y está haciendo una comparación entre la batalla física y espiritual, además, de la armadura de ese soldado con la que debe portar el hijo de Dios. Para poder luchar efectivamente contra Satanás y su ejército de demonios. Al ver Pablo la coraza brillante que protegía el tronco del soldado, la cual protegía los golpes lanzados a su corazón y entrañas, escribió acerca de la justicia de Dios. ¿Por qué es importante que el creyente lleve puesto la justicia de Dios? Conste que Satanás no anda con rodeos. Una vez que el soldado baje la guardia, el diablo se lanzará directo a su corazón para quitarle la vida. Si el soldado no tiene puesto su coraza de justicia, será herido grandemente. La coraza podría compararse al chaleco contra balas que usan los policías hoy día. Sólo que la coraza era hecha de un material más pesado, y trataban de darle forma de un cuerpo bien ejercitado. Aunque fuera gordo o flaco el soldado, la coraza con su forma de un pecho musculoso y un estómago bien tallado, le hacía verse un enemigo formidable. Además de esto, el metal con que se hacía la coraza era un metal al cual se le podía dar brillo. Antes de entrar a batalla, los soldados pasaban buen rato, dándole brillo a sus corazas. Al enfrentarse al enemigo en el sol del día, su coraza reflejaría los rayos del sol, cegando al contrincante y haciendo difícil, un ataque con precisión. Aquello debe haber sido algo impresionante.  Ver a cientos de soldados con su brillante armadura, marchando a un mismo paso hacia el enemigo. Ahora, regresemos a la coraza del creyente. Pablo dice: “Y vestidos con la coraza de justicia”. Hace unos segundos, hice la pregunta: ¿Por qué es importante que el soldado creyente lleve puesto la justicia de Dios? Pablo no dice: “Justicia de Dios”, sino sólo dice: “Justicia”. Pero tenemos que ver que la verdadera justicia, es únicamente la justicia de Dios. Nuestra justicia, ni sería material para protección, ni brillaría. Isaías 64:6, dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia”. Yo no sé de ti, pero yo por lo menos, no deseo entrar a una batalla en contra de Satanás, enrollado en un montón de trapos podridos para proteger mi ser. La espada de Satanás pasaría por esos trapos, como si fueran tela de araña. Yo no tendría esperanza de sobrevivir. El diablo hundiría su espada en lo profundo de mi corazón, dejándome totalmente incapacitado para pelear. Pero no así con la justicia de Dios; no hay arma que traspase la justicia de Dios. Y en cuanto a brillantez, ni necesita del sol, pues la justicia de Dios es más brillante que el sol. ¿Cómo podemos vestir la coraza de justicia? El soldado se pone la coraza de justicia en el momento que recibe a Jesús como su Salvador. Desde ese momento, Satanás no puede herirle mortalmente. Puede herirle e incapacitarle para servicio a Dios, pero no puede matarle ni enviarle al infierno. ¿Por qué? Porque no hay arma que pueda penetrar la justicia de Dios, para llegar a los órganos vitales del creyente en Cristo. Quiero leerte unas porciones referentes a la justicia, en Romanos capítulo 3, versículos 21 al 27, y después haremos unos comentarios para terminar nuestro estudio hoy. Voy a saltar algunas palabras porque sólo quiero leer lo que es pertinente al estudio de hoy. Escucha: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios. La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo, y el que justifica, al que es de la fe de Jesús”. Cuando el individuo recibe a Jesús en su corazón, ese individuo es hecho justicia de Dios por su fe que ha puesto en Cristo. Ya Satanás no puede tocarle para quitarle la vida. Puede herirle en otra parte de su cuerpo, pero no en una parte para causarle la muerte. ¿Por qué puede uno tener la justicia de Dios por medio de Jesús? Porque Cristo hizo el máximo sacrificio para justificarnos delante de Dios. 2 Corintios 5:21, dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Jesús que nunca pecó, vino a morir como pecador en nuestro lugar. Y al recibirle nos presentamos delante de Dios, en la justicia de Él mismo. Al presentarnos en batalla contra Satanás, no nos protegemos con nuestras buenas obras, las cuales son trapos de inmundicia, sino con la justicia de Dios. Cada esfuerzo que Satanás hace para traspasar nuestro corazón es frustrado, pues su espada se encuentra siempre con la potente coraza de la justicia de Dios. Mi amigo, quizás tú no llevas puesto esta pieza de armadura. Quizás cuando Satanás venga en tú contra, te encuentre sin protección. La coraza de religión no resistirá la cortadura de su espada. La coraza de buenas obras y buenas intenciones, no detendrán su lanza aguda. Tú necesitas la coraza de justicia. Si no estás protegido, ¿por qué no aceptas a Cristo en este momento? Al recibirlo en tu corazón, serás hecho justicia de Dios en Él; es tan sencillo, sólo debes reconoces que eres pecador, y que tu justicia no le va a hacer. Debes arrepentirte de tu forma de ser y pedirle a Jesús que entre en tu corazón, y te perdone de todos tus pecados. Recíbele como tú Salvador, y la justicia de Dios, será tuya. ¿Quién dice? Dios lo dice. Y entonces podrás levantar tu cabeza, sacar el pecho y entrar a la batalla contra Satanás ¿Lo harás? Si lo haces, te aseguro que no te arrepentirás; si no lo haces, te arrepentirás por toda la eternidad. Vamos a orar. Padre, en estos momentos me uno con todos tus hijos, para pedir que ayudes a nuestro amigo a comprender la verdad de lo que estudiamos hoy. Te damos gracias por la coraza de justicia que nos protege. Ayúdanos a luchar con fuerza en contra del enemigo, para tu honra y gloria. En el nombre de Jesús, te lo imploramos. Amén.

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