Escritura
Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron a Jehová, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos? Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban; Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a la batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim. Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz. Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab contra Israel, por cuanto habían hecho lo malo ante los ojos de Jehová. Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno a su tribu y a su familia, saliendo de allí cada uno a su heredad. En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.
El libro de Jueces podía ser llamado «El libro del fracaso». Es una historia oscura del pecado y el rechazo de las verdades de Dios. El libro reporta los eventos durante los 300 – 350 años que nosotros podemos llamar «La época oscura» de la historia de Israel. En el libro de Josué, un pueblo obediente derrotó a sus enemigos por el poder de Dios. En Jueces, un pueblo desobediente está derrotado por sus enemigos y sufre opresión. El título del libro viene de los personajes principales (los jueces o libertadores) quienes rescataron a la nación durante cuatro siglos. No se sabe la fecha en que el libro fue escrito, pero probablemente era entre el tiempo cuando Saúl llegó a ser rey y el tiempo en que David capturó Jerusalén. Se trata de los eventos desde aproximadamente 1380 antes de Cristo hasta 1045 antes de Cristo. El capítulo clave es el segundo, que da una perspectiva general del libro entero. Este versículo clave es Jueces 17:16 y 21:25: «En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía». El autor del libro no está identificado, pero probablemente fue el profeta Samuel, el último de los jueces. La cronología del libro es un tanto confusa. Si la cantidad de los años de opresión y los años de paz se suman, la suma sería demasiados años. La única explicación es que las acciones de los jueces y algunos de los opresores se superponen, con una parte del país bajo opresión mientras otra parte estaba en un periodo de paz. Históricamente, el libro reporta las condiciones en Israel desde la muerte de Josué hasta la época de Samuel. Doctrinalmente, indica el peligro de la desobediencia, el poder del arrepentimiento, la paciencia y el amor de Dios y Su fidelidad al pacto, y la necesidad de un hombre de Dios para guiar al pueblo. Cristológicamente, cada juez (gobernador/ libertador) es un prototipo de Cristo, nuestro Salvador y Rey. Le invito para que eche un vistazo a las siguientes personas usadas por Dios: hasta cierto punto desconocidos como (Aod, Tola, Jair, entre otros), una mujer llamada (Débora), un introvertido (Gedeón), un marginado de la sociedad llamado (Jefté), un hombre vacilante y sensual como fue (Sansón), un sacerdote llamado (Elí) y un profeta llamado (Samuel). ¡Usted puede ser una de estas personan también! Si su deseo es ser usado o usada por Dios. Mucha de la tierra asignada a las tribus israelitas no fue completamente poseída por ellos y volvió al control de los Filisteos y Amonitas. La tribu de Dan abandonó su territorio asignado en el sur remoto y se trasladó muy al norte. La nación de Israel era una federación de doce tribus independientes que necesitaba un liderazgo nacional y muy fuerte. El libro de Jueces nos lleva hasta la institución de una monarquía en Israel. Ahora bien. hablemos un poco de la desobediencia de la nación esta información registrada en el libro de Jueces desde el capítulo 1 hasta el capítulo 3. Israel desobedeció a Dios al fallar en cumplir la conquista. Josué había quebrado la fuerza de los habitantes de Canaán con sus expediciones militares. Él había asignado un territorio a cada tribu con instrucciones para posesionarse completamente del territorio asignado. Jueces capítulo 1 nos cuenta el fracaso de siete de las tribus respecto a tomar posesión de todos los bienes de los habitantes. Hicieron la paz con los paganos en vez de desalojarlos. Permitieron que la religión pagana fuese practicada libremente en lugar de destruir sus altares como Dios les había mandado. Desobedecieron a Dios militar y religiosamente. Los paganos llevaron a los hebreos lejos del Señor Dios. Llegaron a ser dedicados a la adoración de Baal y Astarot, dioses paganos. Aquellos paganos que no fueron desalojados llegaron a ser espinas en los costados de los hebreos y esos «dioses» se convirtieron en trampas para ellos. La generación que había conocido a Josué y habían visto los hechos de Dios habían muerto. Una nueva generación surgió que había nacido en el paganismo de la Palestina. Había abandonado al Señor o mezclado la adoración de Baal con la adoración del Señor. Eso resultó en una apostasía flagrante. En Jueces capítulo 2 da la estructura de la mayor parte del libro. Muestra un ciclo seguido por la nación por lo menos seis veces en cuatro siglos. En primer lugar, Había un tiempo de paz y prosperidad. En segundo lugar, Se convirtió en un tiempo de apostasía. En tercer lugar, Dios castigó a la nación con una invasión extranjera. En cuarto lugar, La opresión llegaba a ser tan severa que la gente clamaba a Dios por auxilio. En quinto lugar, Dios escuchaba sus peticiones y enviaba un juez para librarlos y gobernarlos después de la liberación. Muchas veces un período de paz y prosperidad seguía, que los llevó a la apostasía, súplica y liberación vez tras vez en sus vidas. En segundo lugar, podemos ver la liberación (Jueces 3:5-16:31) Es muy probable que más de un juez fue activo a la vez. Eso se indica por las ubicaciones geográficas de los varios jueces que se mencionan en el libro. Jueces 3 reporta el trabajo de Otoniel, Aod, y Samgar contra enemigos en la parte sur del país. Jueces 4 y 5 reportan el trabajo de Débora y Barac en la parte central del país. Jueces 6–10 reporta el trabajo de Gedeón, Abimelec, Tola y Jair quienes trataron con enemigos en la parte central del país. Jueces 11 y 12 registran el trabajo de Jefté al vencer los enemigos en la parte este del país de Israel. Jueces 12:8-15 habla de Ibzán, Elón y Abdón en el norte. Finalmente, una campaña contra los enemigos en el oeste fue guiado por Sansón. Es probable, por eso, que una parte de la nación sufría mientras el resto estaba en libertad. Recuerde que la nación era una confederación informal de doce tribus independientes sin gobierno central. Algunos de los jueces son más importantes (o por lo menos reciben más cobertura) en la historia bíblica. Fíjese en el caso de Gedeón está cerca del centro de la lista de jueces y mucho está escrito sobre su vida y trabajo. Este puede ser porque su ministerio era tan crítico a la vida nacional y mostró claramente que es Dios quien da la victoria sobre el enemigo en vez de la habilidad del ser humano. Jueces 3:7-17–-16:31 relata las circunstancias bajo las cuales trabajaban los jueces. Seis naciones distintas afligieron a Israel, aunque no todos a la vez, ya que el período cubre más que cuatro siglos. Los opresores eran los pueblos de Mesopotamia, los moabitas, los filisteos, los cananeos, los madianitas, Abimelec (hijo de Gedeón por una concubina) y los amonitas. Trece personas están mencionadas como gobernadores o libertadores de los hebreos durante aquel tiempo: Otoniel, Aod, Samgar, Débora y Barac, Gedeón, Tola y Jair, Jefté, Ibzán, Elón y Abdón, y Sansón. Esos seis ciclos de pecado fueron de mal en peor cada vez. «Mas acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás, y se corrompían más que sus padres, siguiendo a dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante de ellos; y no se apartaban de sus obras, ni de su obstinado camino» (Jueces 2:19). El pecado siempre nos lleva para abajo y esa es la experiencia que se vive cuando se le da lugar al enemigo para que mine nuestro corazón. Algunos alumnos del libro de Jueces se cansan de la misma cosa vez tras vez. Solamente se cambia los nombres de un ciclo al otro. Pero si nos cansa la repetición a nosotros, ¿cómo se supone que sentía Dios cuando eso estaba sucediendo con su pueblo? Dios había prometido dar a los Israelitas la tierra hacía muchos siglos atrás. Él había demostrado que Su poder estaba con ellos mientras hicieron la campaña militar inicial para desalojar a los habitantes. Él había prometido capacitarles para posesionar todo el territorio y vencer a todos sus enemigos. Pero su fe les falló e hicieron pactos con la gente pagana. Luego, fueron persuadidos a adorar a ídolos como dioses y sus problemas se multiplicaron. Una declaración se repite a lo largo de Jueces: «Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová» (3:7, 12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1). Seis veces dieron la espalda a Dios. Seis veces Dios los castigó con invasiones y la sumisión a una monarquía extranjera. Seis veces gimieron con sufrimiento y suplicaron a Dios por auxilio. No se arrepintieron genuinamente, aunque en una instancia parecía que así después de un periodo de descanso volvieron al pecado como antes. Que trágica experiencia la gente debe aprender por su pasado y cambiar su presente y también su futuro. En tercer y último lugar, veremos la depravación de la nación (Jueces 17:1-21:25 Esta sección del libro no ocurrió después de que los jueces gobernaron, sino es un apéndice no cronológico para demostrar la vida típica de la época. Revela la depravación moral y la apostasía religiosa. Es la peor condición que la nación sufrió. La gente hacía lo que bien le parecía, (17:6 – 21:25), pero era maldad a los ojos del Señor Dios (Jueces 3:7,12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1). La idolatría es una señal de la depravación nacional (Capítulo 17). Un hombre llamado Micaía robó 1.100 siclos de plata de su madre. Cuando ella pronunció una maldición sobre el dinero, él se lo devolvió. Ella consagró la plata a Dios, pero mandó hacer una imagen (un ídolo) de ella. Uno de los hijos de Micaía fue consagrado para servir como sacerdote de la casa de los ídolos hecha por su padre. Luego, un levita de Belén fue contratado como sacerdote. Cuando la tribu de Dan se trasladó del sur al norte, pasó por la casa de Micaía y supo de su ídolo y sacerdote (Capítulo 18). Ellos lo robaron y le amenazaron con muerte si él se les oponía. ¿Dónde está la adoración verdadera al Señor Jehová? ¿Cuál levita estaba autorizado a servir ante un ídolo? ¿Quién recordaba la ley de Dios dada en el monte Sinaí? ¡Qué apostasía se comete cuando uno recuerda el nombre del Señor, pero se olvida de Sus caminos! La inmoralidad es una señal de la depravación nacional (Capítulo 19 – 21). La concubina de un hombre se convirtió en prostituta, le dejó, y regresó a la casa de su padre. El marido la fue a traer, y pasó la noche en la ciudad de Gabaa, que era de la tribu de Benjamín. Seis hombres perversos de aquella ciudad demandaron que el marido sea dado a ellos para satisfacer a sus deseos perversos. Cuando fueron denegados, tomaron a la concubina y la abusaron hasta que murió la mañana siguiente. La nación demandó que los criminales fueran castigados, y la tribu de Benjamín hizo guerra para defender a los culpables. En la batalla que siguió, la ciudad de Gabaa fue destruida y 48,100 hombres de Benjamín fueron matados para defender a seis hombres perversos. ¡Qué apostasía! Después las ciudades de Benjamín fueron destruidas con las mujeres adentro. Una tribu entera fue casi destruida porque trató de defender el pecado. Sólo Dios sabe cuáles otras injusticias y perversiones fueron comunes por toda la tierra. Una instancia de la apostasía religiosa y una instancia de la perversión moral fueron registradas para que podamos ver la condición general de la ciudad. Esto siempre es lo que sucede cuando los seres humanos rechazan al Señor y la Palabra de Dios. La ruta que está fuera de los caminos de Dios siempre va por abajo. Se ve en la historia de nuestra propia nación; el principio es tan verdadero hoy como lo fue en las épocas antiguas. Así termina la historia de la vida en «la época oscura» de los israelitas. Había corrupción en la vida de la nación. Esto causó la opresión del pueblo desde afuera. Siempre será así cuando se cambian las leyes de Dios por las opiniones del hombre. «En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jueces 21:25). Hay un paralelo solemne entre la vida del pueblo de Israel en aquel tiempo y la vida en nuestra propia sociedad. Vez tras vez vemos el mismo ciclo. Nosotros también hacemos lo que bien nos parece, pero el pecado siempre nos lleva a la angustia y destrucción. Mi estimado hermano Cristo es el Juez Fiel enviado para librarnos del pecado y restaurarnos cuando fallamos. Busquemos al Señor en oración más seriamente antes de que Su juicio nos caiga encima. Este fue el panorama Bíblico de hoy en el libro de Jueces que Dios le bendiga. Nos vamos a escuchar en la próxima lección.
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