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Panorama De La Biblia
Panorama De La Biblia – Lección Once: Jeremías: Juicio
Valmori Zelaya
(Centro De Vida)
Duración: 00:19:28 Minutes
Listens:
150
Aired on Jul 12, 2020

Escritura

Jeremías 2:12-22

Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. Porque dos males han hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador. Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. ¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Eufrates? Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos. Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. «He aquí que, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel»

Radio Bautista Centro de Vida y Lifeword en español presentan su programa Seguidores del Maestro, un programa de la Editorial Bautista Misionera de América, pongámonos cómodos y disfrutemos esta maravillosa lección con nuestro hermano Valmori Zelaya, de la serie Panorama de la Biblia. Jeremías 18:6 dice: He aquí que, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. Bienvenidos a su programa Seguidores del Maestro, hoy seguimos con la serie El Panorama de la Biblia y hoy nos corresponde estudiar el panorama bíblico del libro de Jeremías. Este libro tiene como tema central: Juicio. Jeremías fue uno de los profetas más importantes de Judá. Él ministró en los días más oscuros.  Es igual a Isaías en importancia respecto a su ministerio.  Se ha dicho que «Entre las estrellas brillantes de la historia del Antiguo Testamento, no hay hombre que brille más que Jeremías». Es uno de los mejores prototipos de Cristo entre los profetas de Dios. Las condiciones en el día de Jeremías fueron parecidas a las condiciones que vivimos hoy en día. Por eso, se necesita su mensaje en nuestros días también. Dios todavía pide cuenta de las naciones; y estas tienen que responderle a Él por su conducta. Los pecadores son obstinados en su rebelión.  Pero cuando es rechazada la gracia de Dios, el juicio no se puede evitar. Jeremías nos enseña a ser fieles aun cuando otros no lo sean. Él nos anima a confiar en las promesas de Dios, así como a escuchar sus advertencias, sabiendo que la y la otra se llevarán a cabo. La verdad central de este estudio es «Dios juzga la nación que se niega a obedecerle». Lea este libro de Jeremías para ver todas estas cosas. Su nombre es «Yirmeiyah» en la lengua hebrea.  Esto significa que «Jehová establece» o «Establecido por Jehová». Jeremías vino de una familia sacerdotal de la tribu de Leví. Su padre fue un sacerdote. Habría sido un sacerdote si no hubiera entrado en el ministerio profético. Jeremías fue llamado como profeta desde muy joven, probablemente cuando él tenía unos veintiún años.  Su ministerio duró más o menos desde el año 627 hasta el año 580 antes de Cristo. Su llamada vino unos sesenta años después de la muerte de Isaías. No se sabe cómo el llamado de Dios llegó a Jeremías. Él nunca dudó del hecho de que Dios le había llamado a ministrar como profeta. En términos humanos, Jeremías fue bastante inepto para su cargo.  Fue demasiado misericordioso para llevar un mensaje tan duro que sería rechazado, y también para ser maltratado. Es apropiado que le llamen «El profeta llorón» o «El profeta del corazón quebrantado». Pero las lágrimas de Jeremías no eran en sí por sí mismo.  Él lloró por su pueblo. Ni aún en las circunstancias más difíciles desperdició su tiempo sintiendo lástima por él mismo. Fue totalmente abnegado. Jeremías vivió una vida solitaria. Dios le ordenó no casarse ni tampoco tener hijos debido al sufrimiento terrible que la nación enfrentaría. Fue muy tímido e introvertido. Su mensaje audaz de la condenación del pecado nacional le hizo   no popular. Por eso, su escriba, Baruc, fue su único amigo más cercano. Jeremías fue muy rechazado y perseguido. La oposición, la soledad, los azotes, y el encarcelamiento le cayeron frecuentemente. (Solo basta con leer Jeremías capítulo 11, 12, 18, 26, 32 y 38 para que podamos ver con detalle algunos de sus sufrimientos.)  Un comentarista observó que Jeremías fue puesto entre dos fuegos: el fuego de la persecución y el fuego de Dios, ardiente en sus huesos.  Así, vivió, aguantó, testificó y llamó al pueblo a Dios por más de cuarenta años. Humanamente hablando, el ministerio de Jeremías fue casi totalmente en vano, porque el pueblo no se volvió a Dios. Pero desde la perspectiva de Dios, Jeremías fue un profeta fiel y eficaz. Su ministerio puede ser dividido en tres partes y cada una se relaciona con una tragedia que enfrentaba su nación.  Alrededor de los años 627- 605 antes de Cristo, su nación fue amenazada por Asiria y Egipto. Por los años 605-586 antes de Cristo, su nación fue atacada por Babilonia y entre los años 586-580 antes de Cristo, Jeremías ministró en Jerusalén y Egipto mientras el pueblo fue llevado al cautiverio por Babilonia. ¡No es de extrañar que Jeremías haya tenido un corazón tan quebrantado! El libro de Jeremías es el segundo libro más largo de los profetas en el Antiguo Testamento.  Solamente Isaías es el más largo. Este libro tiene 52 capítulos, 1,364 versículos, y 36,731 palabras de acuerdo a la versión Reyna-Valera 1960. No fue escrito por la propia mano de Jeremías. Él dictó el mensaje y Baruc, el escriba, lo escribió. El tema del libro de Jeremías se encuentra en su visita a la casa del alfarero de acuerdo a lo que leemos en el capítulo 18 y 19. Miró a la nación como una vasija de barro mal hecha que el alfarero tendría que hacer de nuevo.  Pero, como el barro endurece rápidamente y así no puede ser reparado, el tiempo para el arrepentimiento de la nación era demasiado corto. El mensaje de Jeremías no fue un mensaje popular. Lo leyeron en la presencia del rey Joacim, y él cortó en pedazos y lo quemó en su chimenea. Por el mando de Dios, Jeremías escribió el libro otra vez, añadió más y lo presentó de nuevo.  La versión actual del libro no está arreglada cronológicamente. Está arreglado según los temas y por eso los capítulos no siguen el orden de los eventos que ocurrieron o los mensajes que fueron dados. Es muy difícil poner los capítulos en su orden cronológico correcto. Daniel leyó y estudió el libro de Jeremías. En ese libro, Daniel aprendió que la cautividad duraría setenta años y pudo identificar la época de la restauración conforme a lo que leemos en el capítulo 25 de Jeremías y también conforme a lo que escribió Daniel en el capítulo 9 de su libro, que lleva su mismo nombre. Esto hizo que Daniel preparara a los judíos, quienes estarían regresando cuando el decreto para volver a la tierra prometida fuera emitido. El mensaje del libro de Jeremías pone énfasis en la moralidad de la conducta humana y la supremacía del único Dios en los asuntos internacionales. Es un ejemplo vívido de la verdad. Proverbios 14:34 dice: «La justicia engrandece a la nación; Más el pecado es afrenta de las naciones».  Políticamente, el pueblo había sido guiado por reyes débiles y malos, quienes habían insultado flagrantemente al Señor Dios y a sus mensajeros por más de cincuenta años.  Espiritualmente, la nación seguía el ejemplo de Manasés, quien fue el peor rey que tuvo la nación.  Los pecados excesivos sellaron el destino del pueblo. Moralmente, en el libro de Jeremías se expresa lo siguiente en el capítulo 5:30 y 31. «Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso». No es de extrañar que el juicio de Dios les cayera en la forma del cautiverio en Babilonia por setenta años y en la disciplina para una nación rebelde. ¿Cuál fue el mensaje de Jeremías al pueblo destinado para el juicio? Es imposible bosquejar el libro de Jeremías en orden cronológico. El siguiente comentario cubre el mensaje general del primer profeta del siglo siete. Fue un mensaje con una llamada divina de acuerdo al capítulo 1. Dios llamó a Jeremías según Su propósito eterno, reveló Su llamado al joven, superó Su oposición, y le encargó con el mensaje.  Colocando Su mano en la boca de Jeremías, Dios le dio Sus palabras y le autorizó como un profeta a las naciones. Jeremías sabía desde el principio que no sería popular como profeta, pero Dios le aseguró Su protección. El mensaje fue de condenación para Judá por sus pecados. Merecidamente Dios acusó a la nación de pecados intencionales de acuerdo a Jeremías capítulo 2 y 6.  Esta nación empleaba la hipocresía en su adoración de acuerdo a los capítulos del 7 al 10, también había quebrantado su pacto con Dios de acuerdo a lo que dice el capítulo 11 y 12, y toleraba lo malo en sus dirigentes políticos de acuerdo a lo que leemos en el capítulo 13 hasta el 23 y en sus voceros religiosos del capítulo 23 al capítulo 24. El capítulo 25 es la proclamación de la cautividad que venía, la cual la gente no entendió. Ellos querían oír un mensaje de paz y aprobación, no una llamada al arrepentimiento. Entonces, ellos rechazaron el mensaje y también al mensajero. Era un mensaje acompañado por el conflicto que se describe en los capítulos el 25 al 29. El pueblo entero se opuso a Jeremías: recordemos que los profetas falsos, algunos de sus sacerdotes, y hasta algunos de su propia familia se opusieron a Jeremías. Algunos de sus parientes incluso planearon su muerte. Era un hombre que se encontraba solo. Una vez fue encarcelado en un calabozo y otra vez en una cisterna.  A veces casi moría de hambre, otras veces, lo golpeaban.  Su único recurso en estas instancias era clamar a Dios, quien le había enviado y dado el mensaje. Cuando el rey Sedequías le llamó en privado y le preguntó «¿Hay palabra de Jehová?», el rey le mandó todavía de regreso a la cárcel, porque tuvo miedo de ponerse en contra de aquellos que estaban en oposición ante Jeremías. ¡Jeremías siguió llorando, porque su pueblo merece el juicio que vendrá y será muy fuerte! Era un mensajero de gracia de acuerdo a lo que leemos del capítulo 30 al 33). La nación no merecía nada de la gracia de Dios. Había pecado tan severa y continuamente que la justicia debería de haber prevalecido, y así pasó.  Ella entró en cautiverio.  Sin embargo, la justicia fue templada por la misericordia. La nación entró en el cautiverio con la promesa de que la disciplina sería limitada a setenta años y que la nación sobreviviría. Jeremías profetizó del día cuando Judá sería restaurada a su patria como una nación, la capital, Jerusalén, sería reconstruida, y el pacto entre Dios y Su pueblo sería renovado. Sin embargo, Jeremías vio un cambio en el pacto. Mientras el pacto del Sinaí tuvo su base en la ley y obediencia, el nuevo pacto tuvo su base en la gracia y el perdón. Basta con que usted lea Jeremías capítulo 31 en los versículos del 31 al 34. Es el pacto cristiano de la gracia que se menciona en Hebreos capítulo 8 y 10, y es por eso que compartimos ese pacto con el Señor hoy en día. Fue un mensaje que describía la caída de la nación de acuerdo a lo que leemos del capítulo 34:1 al 45. Jeremías dio sermón tras sermón llamando a la gente a arrepentirse. Cuando era demasiada tarde para el arrepentimiento, él les aconsejó entregarse a los invasores babilónicos. No era un antipatriótico por ese consejo.  Conocía los pensamientos de Dios y que la nación caería. Entregarse hubiera salvado a muchos de la muerte y a otros de gran sufrimiento. Pero le acusaron de traidor y le encarcelaron. Fue liberado antes de que cayera la ciudad. Fue un mensaje de juicio para otras naciones, también de acuerdo a lo que leemos del capítulo 46:1 al 51). Muchas naciones se alegraron al ver la caída de Judá, pero Jeremías también pronunció el juicio de Dios sobre Egipto, Filistea, Moab, los amonitas, Edom, Damasco, Cedar, Hazor y Elam. Pero reservó su anuncio más fuerte para la retribución de Dios contra Babilonia. Él habló de su conquista, desolación y destino en los capítulos 50 y 51. El mensaje concordó con lo que decía el profeta Habacuc y después Dios castigó a Babilonia por sus pecados. Fue un mensaje de la caída de Jerusalén. Existen dudas de si Jeremías escribió el capítulo 52 o no.  Es tan similar al capítulo 25 del segundo libro de Reyes que los dos parecen haber sido escritos por la misma mano.  Tal vez Jeremías lo escribió y fue puesto en los dos libros. Esto no se sabe con seguridad, pero la historia es precisa. Cayó Jerusalén en, más o menos, el año 586 antes de Cristo. El ministerio de Jeremías siguió con los judíos que se habían quedado en la tierra, y con unos que habían ido a Egipto y ahí había ido con ellos.  Él fue el profeta de Dios a las naciones de Palestina y Egipto, así como Daniel y Ezequiel fueron los profetas de Dios en Babilonia. En el tiempo del ministerio de Jeremías, otros profetas también servían a Dios: Nahum, Sofonías, Habacuc, Daniel, Ezequiel, y la profetisa, Hulda.  Sin dudad que esta fue una «época de plata de la profecía hebrea». Ese fue el ministerio y mensaje de un hombre que sufrió la angustia de Dios por los pecados de Su pueblo. Tan grande fue el efecto que unos pensaron que Jesús era Jeremías que había regresado a la tierra de acuerdo a lo que encontramos en Mateo 16:14. Gracias a Dios por «El profeta llorón». El rechazo que Jeremías sufrió de parte del pueblo de Israel nos recuerda la manera en que este mundo también rechazo a Cristo. Demos gracias que, así como Dios estaba con Jeremías, también él está con nosotros en el día de hoy. Hemos llegado al final de esta lección, si es la voluntad de Dios, nos volveremos a escuchar en una próxima oportunidad. Que Dios le bendiga. Radio Bautista Centro de Vida y Lifeword en español presentaron su programa Seguidores del Maestro, un programa de la Editorial Bautista Misionera de América, para mayor información puede visitarnos en www.lifeword.org sección en español. Bendiciones.

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