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¿Por Qué Debo Orar?
Debemos Orar Para No Ser Vencidos Por El Mundo
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 14, 2022
Dic 11, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Marcos 14:38.

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Antes de iniciar el estudio de hoy, quiero recordarte que este estudio lo estoy haciendo debido a la falta de oración en mi vida. Yo sé que no soy la persona de oración que debo ser y necesito hacer varios cambios para mejorar en esa área. Así que, mientras estudiamos juntos, te suplico que ores por mí, pidiéndole a Dios que me ayude a practicar lo que predico. Nuevamente me viene a la memoria el incidente en el jardín de Getsemaní, la noche antes de que nuestro Señor Jesucristo fuera crucificado por nuestros pecados. Sabiendo lo que le esperaba, sabiendo lo que sus discípulos iban a sufrir, el Señor les dio una orden que ellos no obedecieron. Jesús sabía que las siguientes horas iban a ser de mucho dolor y sufrimiento para ellos; Él sabía que Satanás iba a usar los acontecimientos que estaban a mano, para intentar culpar y destruir la voluntad de ellos en el futuro. Para poder pelear en contra de estos ataques diabólicos que les vendrían, ellos iban a necesitar ayuda; iban a necesitar algo que era mucho más fuerte, que todos ellos en conjunto; iban a necesitar ayuda divina; iban a necesitar poder de lo alto. De lo contrario, cederían al ataque y tendrían una derrota en su vida, que podría causarles mucho daño afectándoles física, mental y espiritualmente.   ¿Cuál era la solución de Jesús al problema?  Así es, la oración. Él fue a orar, preparándose para ese momento tan doloroso en el cual Él tendría que morir tan injustamente por una multitud de pecadores que gritaban: “¡Crucifícale, crucifícale!”. Él tendría que sufrir vergüenza, dolor y el menosprecio de toda la creación. Él necesitaría poder para no flaquear. Él necesitaba estar listo para todo. En los momentos de la injusticia del hombre, Él sería tentado a llamar a sus ángeles para destruir a la humanidad. En vez de decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, Él sería tentado a decir: “Padre, bórralos de sobre la faz de la tierra”. Pero no lo hizo; el mundo no pudo vencerle; el diablo no pudo vencerle. Y nuestro Señor salió victorioso de la tumba, tres días después, y hoy vive y reina para siempre. Él es mi Salvador, el Rey de reyes y Señor de señores. Ahora, si el Señor Jesús sintió la necesidad de orar, si Él siempre buscó momentos donde podía estar a solas con el Padre en oración, ¿qué es lo que me hace a mí creer que la oración no tiene importancia? Aparentemente la oración fue un factor de gran importancia en la vida de mi Señor; así que, a lo mejor, me ayudaría bastante a mí también. Vamos en nuestras Biblias al libro de Marcos, capítulo 14, versículo 38, para ver si podemos aprender algo más acerca del por qué tú y yo, debemos orar. Ye hemos visto en nuestros dos estudios anteriores que debemos orar porque es un mandato de Dios y porque es algo que agrada a Dios, debido a que involucra nuestra fe. Pero hoy vamos a ver este asunto desde una perspectiva humana. Quiero que observemos que la oración es de vital importancia a nuestro propio bienestar. Marcos 14:38, dice: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu de la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Nuestro mundo es un mundo cruel y friolento. Ha sido así desde el momento en que Adán y Eva dieron sus derechos de gobernar la tierra a Satanás. Aunque Satanás no puede tocar el espíritu de los que hemos sido salvos por la sangre de Cristo Jesús, puede influenciar nuestros pensamientos, voluntad y emociones, por medio de nuestra naturaleza carnal, instando que cedamos a la tentación, rindiéndonos inefectivos para producir frutos, para la honra y gloria de nuestro Padre Celestial. Eso fue precisamente lo que sucedió con los apóstoles, esa noche en las afueras de Jerusalén. Espiritualmente ellos estaban dispuestos a morir con Jesús, pero al ver los soldados y la muerte de cerca, Satanás por el lado físico, pudo entrar a sus pensamientos y sentimientos. Sintieron temor a lo desconocido, el dolor de ser azotado y quizás de ser crucificado. En vez de pararse firme al lado de Jesús, huyeron atemorizados de los que le podría acontecer. Lo primero que vemos en el versículo es un mandato. Cuando Jesús dice: “Velad y orad”, no está pronunciando una alternativa, es un mandato. No está diciendo: “¿Saben qué? Yo pienso que sería bueno si ustedes oraran de vez en cuando. Quizás sería una buena lección, tocante a la paciencia, para ustedes”. ¡No, de ninguna manera! Jesús había dado una orden. La orden es de: velar y orar. Los discípulos, en ese momento, podían hacer una de dos cosas, podían obedecer o desobedecer. Ellos optaron por desobedecer. Y ¿cuál fue la consecuencia? Pues, todos abandonaron a Jesús en el momento cuando Él más los necesitaba. No para salvarle la vida; Él tenía que morir para así, redimir al hombre; para eso había venido al mundo. Él no necesitaba que sus discípulos le defendieran. Él lo que necesitaba era el apoyo moral de ellos; el saber que ellos estaban con Él hasta la muerte. Pero por no estar listos, por no orar, en vez de pensar en Jesús, ellos estaban pensando en sí mismos, y huyeron, abandonándole. Pero claro está, que nosotros ya no tenemos ese problema, porque Jesús ya murió, ya resucitó y ya está en el cielo, sentado a la diestra de Dios Padre. Nosotros, ya no necesitamos y ya no tenemos necesidad, de velar y orar, ¿verdad? Todo lo contrario. Hoy es cuando más necesitamos velar y orar. Los cristianos parecen estar en coma, hoy día. Están dormidos, igual que los discípulos esa noche fatal. Jesús miraba el peligro, Él estaba atento, Él sabía que no era un momento de descansar, Él estaba velando y orando. Pero ¿ellos? Ellos no; ellos no veían ningún peligro, aunque Jesús ya les había dicho que iba a morir, acababa de decirles que uno de ellos le iban a traicionar. Ellos estaban en trance, estaban dormidos, aun cuando Jesús les dio orden de levantarse para velar y orar, no le hicieron caso. Y así veo la situación hoy. Lo que la Biblia ha dicho que va a acontecer, está sucediendo ante nuestros propios ojos. La venida del Señor está cerca y sin embargo los cristianos ¿dónde están? Yo no los veo, yo no miro a personas tocando las puertas de los no salvos; yo no miro a los cristianos viviendo vidas ejemplares; yo no veo a los cristianos creciendo en la fe; yo no veo los templos llenos de personas escuchando la Palabra de Dios. No veo ninguna de estas cosas. Veo a predicadores como yo, gritando: “Velar y orar”, pero no veo a nadie obedeciendo; ni siquiera a los mismos predicadores quienes están gritando el mensaje. Lo que sí veo, es una multitud de personas quienes dicen tener un deseo espiritual de servir con todo el corazón a Dios, pero que nunca se animan a hacerlo. ¿Será porque la carne es débil? ¿Será porque las tentaciones que este mundo les presenta no son repeladas por medio de la oración? Yo pienso que sí. Hermanos, Dios nos ha dado un arma potente con la cual podemos repeler los ataques de Satanás. Se llama oración y está a nuestra disposición. Lo único que nosotros tenemos que hacer, es tomarla en nuestras manos y dispararla. Lo más tremendo es que, mientras más la disparamos, vamos obteniendo mejor puntería, hasta que un día llegamos a ser francotiradores para la honra y gloria de Dios. Si crees que va a ser fácil practicar la oración, y no vas a tener oposición de parte del enemigo; te equivocas. El diablo sabe el daño que la oración le causa. Él hará todo lo que está a su alcance para que el cristiano se duerma y no preste atención a lo que realmente es importante. Usará telenovelas, fiestas, canciones, noviazgo, problemas económicos o cualquier otra cosa, con tal de que uno no utilice el arma que, a él, tanto lo debilita. Tú y yo debemos orar, porque la oración es nuestra arma para no caer en tentación y ser vencidos por el mundo. Debemos estar despiertos, pidiendo a Dios que no permita que la tentación nos tome por sorpresa. Debemos esperar los ataques de Satanás preparados, y buscar la ayuda de Dios por medio de pedirla en oración, confiando en que la ayuda vendrá, y que seremos victoriosos. Y ahora, hemos llegado al momento en nuestro programa de orar. Así que, oremos. Padre, el diablo no ha dejado de lanzar su ataque en nuestra contra. Nosotros sabemos cuánto él te odia y como le encanta poder hacer que nosotros no seamos obedientes a tu voluntad. Padre, ayúdanos a estar despiertos y en constante comunicación contigo, para no ser vencidos por el mundo. Te lo suplicamos en el nombre de Jesús. Amén.

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