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¿Por Qué Debo Orar?
Debo Orar Porque Dios Lo Ordena
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 12, 2022
Dic 11, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

1 Tesalonicenses 5:17; Hebreos 11:6.

Orad sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6

Si yo tuviera que confesarles mi punto más débil espiritualmente, tendría que admitir que sería el área de la oración. Yo he tenido que luchar con poner la oración en práctica en mi vida. Por días, a veces hasta semanas logro ser fiel en conversar con Dios, exponiéndole mis peticiones, confesándoles mis errores y alabándole, como merece ser alabado. Pero, por algún motivo, el diablo logra ocupar mi tiempo con otras cosas, aún cosas buenas, apartándome del tiempo en el cual debiera estar orando con mi Padre Celestial. El diablo logra esto, porque siembra en mi mente un pensamiento, que me imagino ha sembrado en tu mente también, de que, si Dios sabe las cosas antes de que yo se las diga, qué sentido tiene de que yo se las esté repitiendo. Y hasta me da la cita bíblica: “No os hagáis, pues semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”.   Tomando en cuenta esto, me siento ridículo repitiéndole cosas a Dios que Él ya sabe. ¿Qué sentido tiene entonces que yo ore? Es entonces, que el Espíritu Santo me indica que, la oración no es para Dios, la oración es para mí. El necesitado no es Dios, el necesitado soy yo; y la razón principal por la cual debo orar, es sencillamente porque Dios me lo ordena. Dios manda que yo ore; Dios demanda que yo ore; Dios exige que yo ore. Si eres cristiano, me imagino que ya pudiste identificarte con lo que estoy diciendo. Si hay algo en donde los creyentes en Cristo fallamos, pienso que sería en el asunto de la oración. Por eso es sumamente importante que entendamos el por qué debemos orar. Y eso es precisamente lo que deseo que estudiemos en esta serie de estudios. Conste que esta serie no es tanto para ti como lo es para mí; así que, si lanzo unas pedradas fuertes, si quieres puedes agacharte y dejar que yo reciba el golpe. Porque de una cosa puedes estar seguro: el hermano Ricardo, no es el guerrero de oración que debiera ser; sin embargo, hay tiempo para cambiar esto. Dios lo demanda de mí. Vamos en nuestras Biblias a 1 Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 17, para leer un mandato. Dice así: “Orad sin cesar”. Espero que lo hayas memorizado ya. “Orad sin cesar”, qué fácil ¿verdad? Pero el hecho de que el versículo sea tan pequeño o breve no significa que carece de significado. Es un mandato; no es una súplica. No es una alternativa; es orden; es mandato. Y no es mandato de cualquier persona, es un mandato divino. Es mandato de Dios, y cuando Dios manda, toda su creación debiera obedecer, pero especialmente sus hijos. Notemos también que el mandato no indica que oremos cuando nos de la regalada gana. No dice que debemos orar tres veces al día antes de cada comida. No dice que debemos orar sólo cuando estamos metidos en problemas. Dice: Orad sin cesar; la palabra aquí es: cesar; no: César. Un joven me dijo que él siempre oraba sin César, pues no conocía a alguien con ese nombre. Pero la palabra no es: César; es; cesar. Y esto indica que debemos orar en todo tiempo; o sea, que debemos estar en constante oración con Dios. Dios manda eso. Él hace énfasis en el hecho de que Él quiere que oremos todo el tiempo. No sólo cuando sentimos la necesidad, pero aun cuando no sentimos que la oración sea necesaria. Dios tiene sus razones por las cuales Él desea que estemos en constante oración con Él. Él es un Dios de orden. Él no hace las cosas por locura, ni nos pediría que oráramos, si no hubiera necesidad, y no fuera para nuestro propio bienestar. Una de las razones por las cuales quiere que oremos todo el tiempo, es sencillamente porque le agrada nuestro compañerismo; no, así como nosotros, Dios se complace cuando visitamos con Él. Le encanta que sus hijos le prestemos atención. Él nos ha creado, nos ha librado del pecado, nos ha adoptado como sus hijos, y le encanta cuando hablamos con Él. Si alguna vez has pensado en por qué Dios no nos habla audiblemente, es porque a Dios le agrada nuestra fe. Para tener vida eterna, tuvimos que depositar nuestra fe en Cristo Jesús, confiando en que Dios cumpliría su Palabra, perdonándonos de nuestros pecados y entregándonos vida eterna. En un tiempo, Dios tuvo compañerismo con el hombre. Le hablaba así, como yo estoy hablando contigo. Pero el hombre no confió en Dios, no aceptó su Palabra; si no, que le desobedeciéndole abiertamente, llamándole mentiroso. Hoy día, Dios quiere que aceptemos su Palabra, sin ninguna prueba. Él quiere que confiemos en Él, aunque no existe ninguna prueba para que confiemos. ¿Sabes cómo se llama esto? Esto se llama fe. Escucha lo que dice Hebreos 11:6, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios cree que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. ¿Te fijas? Así es de sencillo. Dios quiere que aceptemos su Palabra simplemente porque es su Palabra. Eso debiera bastarle al hombre. Y claro está, que en este momento, hay algunos que están escuchándome qué dirán: qué explicación más conveniente. Y mi respuesta es esta: Tú tienes derecho a creer lo que quieras, pero eso no cambiará la verdad. Otra razón por la cual Dios exige que oremos, es porque Él sabe que tenemos un enemigo que anda buscando cómo arruinar nuestro testimonio. Una noche en el jardín de Getsemaní, los discípulos estaban con el Señor Jesucristo. Él ya les había indicado que la hora de su crucifixión había llegado y que ellos necesitaban orar con Él. Sus palabras exactas, según Mateo 26:41, fueron: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Él sabía que iban a pasar un tiempo difícil, y deseaba que ellos estuvieran preparados. ¿Pero qué sucedió? Ellos no sentían la necesidad, se durmieron, y cuando los soldados llegaron para arrestar a Cristo, huyeron. Nosotros debemos estar en constante oración con Dios, sintamos o no la necesidad, porque en el momento menos esperado, Satanás nos lanzará un ataque que no podemos resistir, si no estamos conectados a nuestra fuente de poder. Cualquier militar te dirá que las vías de comunicación son de vital importancia a la hora de una batalla. También te dirá que, lo primero que se hace a la hora de un ataque es, destruir las instalaciones de comunicación del enemigo. De esa manera no puede pedir refuerzos, ni indicar que puede ser atacado. Como cristianos estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Satanás sabe esto, pero si él pude mantener nuestra mente en las cosas del mundo, entonces nos rinde inefectivos para servicio a Dios. Los discípulos la noche que arrestaron a Jesús, se olvidaron del poder de Dios; quitaron la vista de las cosas de arriba, y se fijaron en lo que estaba sucediendo a su derredor. Vieron el peligro, se olvidaron de las palabras de Jesús, y huyeron por falta de mantener sus mentes y ojos en Dios. Colosenses 3:2, dice: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Otra razón por la cual Dios nos manda a orar es porque la oración es un arma potente. Es un arma que tiene más poder que cualquier arma hecha por el hombre. Es un arma espiritual que tiene poder para derribar fortalezas del diablo, y lo bonito de esta arma, es que, aunque no sepamos cómo funciona, sabemos que sí funciona, y cualquiera de nosotros puede utilizarla. Dios nos manda a que utilicemos la oración por nuestro propio bienestar. Él quiere tener compañerismo con nosotros. Él sabe que tenemos un enemigo que busca destruirnos, y sabe que necesitamos un emparejador con que pelear en contra de nuestro enemigo espiritual. Por eso es que manda que oremos. Satanás no quiere que oremos porque él no quiere que crezcamos espiritualmente, por eso él hará todo lo posible por ocupar nuestro tiempo, aún con cosas buenas, para que no nos comuniquemos con Dios. La oración a él le causa gran dolor, y por eso se esmera en detener nuestras oraciones a Dios, a todo costo. Tú y yo, necesitamos ser obedientes a Dios; necesitamos orar. Espero que tú le hayas sacado tanto al estudio hoy, como yo. Yo necesitaba esto. Y ahora, vamos a orar. Padre, gracias te doy por el privilegio de poder orar contigo. Señor, antes de todo, quiero pedirte perdón por no orar como debiera. Ayúdame a mí y a mis hermanos, a comprender lo muy valioso que es la oración a la causa de Cristo, y al engrandecimiento aquí en la tierra. Te lo pido, en el nombre de Jesús. Amén.

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