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Lo Que Me Trae Gran Gozo
El Saber Que Mis Hijos Caminan En La Luz
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 26, 2022
Sep 24, 2022
Duración:
00:14:31 Minutes
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Escritura

3 Juan 1:4

No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.

Siempre me he gozado al ver la cara de un padre cuando le cuentan algo bueno que su hijo ha hecho. Ese padre puede hacer todo lo que quiere para tapar su contentamiento, pero le es imposible. Puede luchar por mantener una cara sin expresión, pero de repente las esquinas de sus labios comienzan a subir y un brillo llega a sus ojos; es que no puede contener el gozo, el cual es producto de su satisfacción. Hoy deseo que consideremos un aspecto diferente del discipulado. En series pasados nosotros hemos notado que el discipulado es algo que involucra mucho trabajo, tiempo y energía, pero el discipulado tiene sus recompensas también; al discipular a alguien no sólo obtenemos la satisfacción de saber que estamos cumpliendo con el mandato de nuestro Señor, de ir y discipular a todas las naciones, sino que también tenemos el gozo de ver crecer en el Señor a la persona que estamos Discipulando. Y cada vez que esa persona hace algo productivo traerá gozo a nuestras vidas, porque nosotros habremos tenido parte en su educación y vida. Si tienes tu Biblia quiero que busquemos 3 Juan, capítulo 1, y vamos a leer el versículo 4 para entrar al estudio de hoy. 3 Juan 1:4, dice así: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”. Este será nuestra última serie de estudios concerniente al asunto de discipulado, antes a esto hemos pasado unos cuarenta y cinco estudios hablando sobre este maravilloso tema. Es maravilloso porque es parte de la vida cristiana, de hecho, el discipulado es como mostrarnos a Dios que le amamos; es nuestra obediencia a Él; es servirle por medio de servir a otros en su nombre. Y esta serie de estudios lleva por título: “Mi mayor Gozo”. Vamos a ver en los siguientes días por qué vale la pena discipular y cómo es que puede traernos gozo. Yo siempre he sido del pensar que los padres verdaderos de uno son aquellos quienes lo crían y lo educan y le dan amor. En nuestros días es difícil encontrar buenos padres. Yo tengo un hermano adoptado a quien amo igual que a mis demás hermanos, quizás le doy más preferencia a él, que a los otros por el simple hecho de que él es el menor. Mi hermano no conoce a sus padres naturales, y si los conociera estoy seguro de que los saludaría con cariño, pero no habría aquel amor que tiene para mis padres. ¿Por qué? Porque ellos no lo criaron; no le han invertido sus vidas. He dicho esto porque cuando una persona trae a otro a los pies de Cristo, y comienza a criarlo en las cosas del Señor, discipulándole, se convierte en su padre espiritual. Cuando Juan dijo “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”, él no hablaba de hijos naturales, él hablaba de aquellos a quienes él había criado en el Señor. En este caso él hablaba de un discípulo en particular, hablaba de un hombre llamado Gayo. En algún momento de su vida Juan había adoptado a Gayo; y le había invertido tiempo, energía y trabajo: le había instruido en el camino del Señor; ahora Gayo ha salido al mundo y está practicando lo que Juan le ha enseñado. Otros han visto el trabajo de Gayo, vienen a Juan y comienzan a contarle como Gayo ha hecho esto y lo otro para el Señor, viviendo una vida ejemplar. Y ¿Cómo se siente Juan? Claro que sí, se siente orgulloso de su hijo en el Señor; se siente igual como el padre de un futbolista cuando su hijo mete su primer gol. ¿Y tiene derecho de sentirse así? Por supuesto, ¿Acaso no invirtió, su tiempo y vida para obtener tal resultado? ¿Quién no se va a sentir orgulloso? Yo tengo hijos espirituales en diferentes lugares, y siempre siento gran gozo cuando alguien me cuenta del buen trabajo que están haciendo para el Señor. Uno se goza más al oír de otros acerca de un hijo, que al estar uno mismo con el hijo. Esto es así porque los hijos muchas veces actúan de una manera con los padres, y de otra manera cuando no están con ellos; al oír de otros que el hijo de uno anda bien y que está progresando, uno tiene la satisfacción de saber que el tiempo, dinero y energía que uno invierte en la vida del hijo, no ha sido perdido, sino que está dando buen resultado. Es el mismo sentir que tiene el agricultor cuando recoge la cosecha, el gozo que Juan siente en nuestro texto es ver la cosecha de lo que él había sembrado en la vida de Gayo. Juan había instruido a Gayo en las cosas del Señor, pero no podía estar seguro de haber sembrado en buena tierra. Juan había hecho todo lo posible, dando a Gayo toda la información necesaria para capacitarle en servir a Dios, pero no podía esforzar a Gayo poner en práctica lo que había aprendido. Gayo podía haberse alejado de las cosas de Dios al salir al mundo, Juan estaba simplemente esperando; y al fin llega la palabra Gayo está progresando en la fe; y el gozo que Juan siente es inexplicable. El gozo que siente es resultado de haber tenido éxito, las horas de enseñanza y entrenamiento dieron resultado. Todos quienes conocían que Gayo era discípulo de Juan podían felicitar a ambos por un trabajo bien hecho. Juan pudo haber sido egoísta invirtiendo su tiempo en cosas que fueran placenteras para él. Él no tenía que instruir a Gayo, pero por cumplir con el mandamiento de Jesús y por amor a Gayo tomó el tiempo para discipularlo y tuvo éxito. Se puede decir que Gayollevaba en su vida parte de la vida de Juan. Y cuando el discípulo tuvo éxito, el maestro tuvo éxito. Cuando el hijo tiene éxito, el padre tiene éxito. De eso se trata. Muchos cristianos no tienen gozo en sus vidas, porque no están discipulando. Ya hemos recibido de Dios el mandato de ir y hacer discípulos, si no cumplimos con ese mandato, no podemos estar contentos porque para tener éxito en la vida uno tiene que cumplir con el propósito de su existencia. El propósito de nuestra existencia como cristianos, aquí en el mundo, es el de engrandecer el reino de Dios por medio de ser obedientes a su mandato de discipular. Tenemos que procrear espiritualmente, es nuestro deber entrenar a nuestros hijos espirituales para que ellos puedan entrenar a sus hijos espirituales, y así sucesivamente. Y al ver que los hijos de uno han entendido este concepto, y están haciendo su parte, tiene que traernos gozo. Conste que no todos los hijos van a cooperar. Yo he tenido varios hijos a quienes he discipulado, invirtiendo mi vida en ellos, pero quien ahora son una vergüenza para mí. Después de años de estudio, tiempo, dinero y energía han vuelto al mundo. Son dolor para mi vida, lo único que puedo hacer para ellos es, es orar. Pero no debo permitir que eso me desanime, también he tenido hijos que son de gran bendición a mi vida, están sirviendo al Señor y trayendo a otros a los pies de Jesús, ellos han discipulado y yo tengo el gozo y privilegio de ser parte de todo lo que hacen, porque permití al Señor usar mi vida para ayudarles en crecer espiritualmente. Y de eso se trata la vida cristiana. Puedes tú decir como Juan: ¿No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad? ¿A cuántas personas has ayudado a avanzar en las cosas del Señor? ¿En quién has invertido tu tiempo enseñándole a leer y estudiar la Biblia, orar y testificar a otros de Jesucristo? ¿A nadie? Sabes, discipular no es algo que los cristianos podemos hacer si así lo deseamos, no es una opción o una alternativa; discipular es nuestro deber. ¿Por qué no buscas alguien hoy en quien invertir tu vida? Al ayudar a otro a conocer la salvación y al instruirle en el camino del Señor, pronto podrás decir desde lo más profundo de tu corazón: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”. Vamos a orar. Padre gracias te damos por todos aquellos quienes han tomado esta enseñanza en serio y que han decidido en sus corazones empezar hoy a discipular. Te pido que pronto puedan ellos conocer el gozo que Juan menciona en nuestro texto. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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