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Lo Que Me Trae Gran Gozo
Es Haber Peleado La Buena Batalla
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 28, 2022
Sep 24, 2022
Duración:
00:14:31 Minutes
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Escritura

2 Timoteo 4:6-8; Lucas 12:15.

Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:6-8 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Lucas 12:15

En 2 Timoteo 4:6-8, encontramos las siguientes palabras: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. Al escribir estas palabras el apóstol Pablo ya presentía que sus días eran contados, y sin embargo no escuchamos un son de lamento en su voz, lo que oímos es son de seguridad y satisfacción. ¿Cómo es que una persona puede estar cerca de la muerte, y escribir con tanto optimismo? Te diré la respuesta, lo puede hacer únicamente si está satisfecho con su vida, si puede ver atrás en su vida y observar que ha tenido éxito, entonces puede hablar de esta manera. Muy pocas personas pueden hacer esto, yo he visto a ricos morir miserables, al irse dejaron hospitales y buena cantidad de dinero para sus familias, más sin embargo murieron tristes. ¿Por qué? Creo que Lucas 12:15 nos puede revelar la razón, dice: “Guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. O sea que el éxito de la vida no está en la cantidad de dinero que uno ha acumulado durante su tiempo de vida aquí en la tierra. Muchos hombres han levantado hospitales, pero la mayoría lo han hecho no para el bien de otros, sino para ser un monumento a su éxito, como quien hace una estatua de sí mismo para lograr algo de inmortalidad. Y quien hace eso seguramente no estará satisfecho al llegar el día de su muerte pues todo ha sido un acto de egoísmo de su parte. ¿Qué satisfacción puede haber en eso? La única manera en que el hombre puede morir satisfecho es si ha cumplido con el propósito de su existencia. Dios ha creado a todo hombre con un propósito, si el hombre cumple con ese propósito, puede morir satisfecho, si no lo cumple morirá miserable. El apóstol Pablo pudo enfrentarse a la muerte sin ningún resentimiento, en sus propias palabras dijo que había peleado la buena batalla, había acabado la carrera y había guardado la fe. Y esto es el tema que vamos a estudiar hoy, qué quería decir Pablo con esto de pelear la buena batalla, acabar la carrera y guardar la fe. Bueno, cuando Pablo habla de pelear la buena batalla, está hablando de la batalla espiritual, en la cual todos estamos involucrados. Pablo sabía que había algo más importante en esta vida que lo material, hay algo más allá de la muerte física, ese algo es la vida espiritual. Pablo sabía que es aquí en la tierra donde uno escoge su destino eterno, el lugar donde decide uno si va con Cristo al cielo o si va al tormento eterno en el infierno. Durante la primera etapa de su vida Pablo había odiado a Cristo y a sus seguidores, luchó fervientemente para acabar con el cristianismo, pero llegó un día cuando Dios le abrió los ojos, se encontró con Jesús en el camino a Damasco y desde ese día su vida cambió. Si antes luchaba en contra del cristianismo, ahora luchaba con doble dedicación a favor de él. Anteriormente Pablo quería silenciar y dar fin al mensaje del evangelio, pero en Romanos 1:16 él dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Por el evangelio que Pablo antes odiaba, estuvo dispuesto a sufrir encarcelamientos, azotes y aún la muerte. Sí, Pablo peleó la buena batalla, peleó al lado de su Señor con gran valor, peleó fuertemente en contra del enemigo espiritual Satanás. Hubieron veces cuando sus mismos hermanos en la fe le abandonaron, pero siguió adelante. En 2 Timoteo 4:16 y 17, Pablo hace este comentario a Timoteo: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”. Pablo no sólo peleó la buena batalla espiritual por fuera, sino también por dentro. El apóstol Pablo es la persona que Dios utilizó para hablar de la doble naturaleza de los cristianos: la carnal y la espiritual. Pablo nos enseña en Gálatas 5:16 y 17 que el cristiano debe “andar en el Espíritu y que no debe satisfacer los deseos de la carne, que se oponen a la voluntad de Dios. Pablo dice que el deseo de la carne es contra el Espíritu; y el del Espíritu es contra la carne”. En Romanos 7:21-23 Pablo escribe: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”. Y ¿Qué hizo Pablo para ganar esta lucha interna? Pues, no le era fácil, pero él mismo nos dice en 1 Corintios 9:26 y 27: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea al aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre”. Por estas y muchas cosas más es que Pablo tuvo la satisfacción de decir he peleado la buena batalla. En cuanto a acabar la carrera, el apóstol está hablando de no darse por vencido, muchas personas entran a la carrera cristiana, pero muy pocos terminan la carrera. Unos pocos días después de iniciar la carrera, se dan cuenta que la pista va cuesta arriba, que tienen muchos obstáculos y que hay muchos peligros; ven elsacrificio que tendrán que hacer para llegar a la meta final, y no están dispuestos a pagar el precio; se sientan en la pista y ya no echan pasos para adelante. Seré sincero contigo, es cierto que la carrera que llevamos en esta vida es dura, especialmente para los cristianos de verdad, han habido veces cuando yo ya estaba por detenerme y tirar la toalla, pero mi Señor me dio fuerzas para seguir adelante, y ¿Sabes qué? Me alegro, yo no quiero ser una de esas personas que cuentan que entraron a la carrera pero que luego tuvieron que salir; yo quiero ser como el apóstol Pablo y tener la dicha de decir: “He acabado la carrera” Y esto nos trae al último punto de nuestro estudio, el de guardar la fe. Qué precioso, llegar al final de su vida y haber padecido tantas injusticias, pero todavía decir: “Sé que Cristo es el camino, la verdad y la vida. He dado mi vida por Él. Me han pasado injusticia tras injusticia, y sin embargo no cambio mi mensaje: Estoy dispuesto a sufrirlo todo otra vez, porque sé que lo que tengo es la verdad”. A Pablo lo apedrearon, no cambió su mensaje; lo azotaron, no cambió su mensaje; le echaron preso, no cambió su mensaje; sí, el enemigo hizo todo cuanto estuvo a su alcance para que Pablo perdiera su fe en la persona de Jesús, pero no lo pudo hacer. Al llegar al final de seis días Pablo, con gran satisfacción, pudo decir: “El tiempo de mi partida está cercano, he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. Como dije al principio de nuestra enseñanza de hoy el éxito de nuestra vida no está en los bienes materiales que hemos acumulado a través de los años, sino en lo que hemos hecho por Cristo. Alguien ha escrito: “Pronto una vida pasará, sólo lo hecho para Cristo durará”. Si nosotros no hemos cumplido con propósito por el cual fuimos puestos aquí en esta vida, no vamos a partir a la eternidad con cara de gozo, necesitamos pelear la buena batalla, acabar la carrera y guardar la fe; así podemos irnos satisfechos de que nuestra vida fue usada por Dios, para traer honra y gloria a su Santo nombre. Ese será nuestro gozo, el saber que nuestra vida fue útil para el Señor. Vamos a orar. Padre nuevamente llegamos al final de otro estudio, en estos momentos queremos darte las gracias por tu Palabra y por las cosas de incalculable valor que nos enseñas en ellas. Padre hoy hemos hablado de pelear la buena batalla, de acabar la carrera y de guardar la fe; reconocemos que nosotros no podemos emprender esta tarea a solas, necesitamos tu fuerza, necesitamos tu poder. Como tus hijos te pedimos que nos ayudes, queremos que nuestras vidas te sean útiles; queremos tener la satisfacción de verte feliz por medio de honrarte con nuestras vidas. Contéstanos esta petición, porque te la presentamos en el nombre de Jesús. Amén.

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