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Sobreedificando
Sobreedificando - Parte 4
Paul Tinoco Huaraca
(Centro De Vida)
Duración: 00:04:39 Minutes
Listens:
6
Aired on Ago 22, 2019

Escritura

Romanos 12:11

En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor

En el texto encontramos que nuestro servicio al Señor debe tener dos ingredientes. En primer lugar: diligencia. La diligencia es el trabajo que se realiza con mucho interés, esmero, rapidez y eficacia. ¿Si pudiéramos evaluar nuestro trabajo en la obra del Señor que calificación obtendríamos? Muchas personas en sus trabajos seculares son trabajadores eficientes, dignos de respeto y admiración sin embargo en la obra de Dios son todo lo contrario. ¿Cuál es la razón de todo esto? Yo creo que tiene que ver con prioridades. Amamos más el mundo que a nuestro creador. En cierta tira cómica se muestra dos escenas en las cuales un Sr. Pérez hablaba con una mujer joven en su oficina. En la primera escena él es un superintendente de escuela pública, y dice: «Srta. González, me apena mucho decirle que después de revisar su solicitud para ocupar el puesto de maestra hemos decidido que no la emplearemos. Necesitamos a una persona que por lo menos tenga cinco años de experiencia y de preferencia con una maestría en educación». En la segunda escena el Sr. Pérez es un superintendente de la escuela dominical, y dice: «Srta. González, usted será una maestra maravillosa. Reconozco que usted es una cristiana reciente y que cree saber poco de la Biblia, pero no hay mejor manera de conocer la Biblia que enseñándola. Usted dice que no tiene experiencia en el trabajo con niños de esta edad, pero estoy convencido de que llegará a comprenderlos y amarlos. Realmente, Srta. González, lo único que queremos es un corazón dispuesto». Esta ilustración nos muestra la actitud que tenemos muchos en cuanto a la obra del Señor. Lo vemos como un trabajo de segunda categoría donde el mínimo esfuerzo es suficiente. Valoramos más el trabajo secular que el trabajo en la iglesia. Para enseñar a un niño a leer o a escribir es requisito indispensable una licenciatura y una maestría, pero para enseñar la bendita palabra de Dios, cualquier cosa es buena. Esta clase de actitud con frecuencia nos lleva a realizar un ministerio caracterizado por la mediocridad. Dios detesta eso, él no desea cristianos negligentes y perezosos, el desea que todo el trabajo que hagamos por la causa de Cristo sea hecho con excelencia. El segundo ingrediente que debe tener nuestro servicio al Señor es: ser fervientes en espíritu. En contraste al perezoso que todo el día se la pasa durmiendo y es improductivo, el creyente es un hombre dinámico que se mantiene constantemente en acción. Uno de los líderes de nuestra congregación utiliza una palabra que me gusta mucho. Él dice constantemente “estoy empilado” haciendo referencia a que está cargado de energía para realizar una labor. Así es como debe de vivir el creyente. Todas nuestras energías debieran de ser utilizadas para hacer la voluntad de nuestro Dios y para su gloria. En conclusión, Diligencia y dinamismo es la clave para un servicio de calidad en la iglesia y para sobreedificar en la vida de nuestros hermanos. Dios los bendiga, Corpus Unum.

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