Copyright 2016-2019 Lifeword
El Precio de la Salvación
De Todo A Nada
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Feb 14, 2023
Feb 14, 2023
Duración:
00:14:30 Minutes
Vistas:
0

Escritura

Filipenses 2:5-8; Juan 1:1,2,14.

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan

Si uno quiere ir al cielo, para pasar la eternidad con Dios, lo único que tiene que hacer es admitir que es pecador, arrepentirse de su maldad, reconocer que Jesús es el único quien puede salvarle e invitarle a entrar a su corazón para ser su Salvador, así es de sencillo y cuando digo esto a mis amigos, me vuelven a ver de una manera rara y me dicen: Eso es demasiado fácil. Consté que dije que el camino al cielo es sencillo, no dije que era fácil. La salvación ni es fácil ni es barata ¿Qué piensas que sentirías si toda tu vida hubieras vivido como rey y de repente te levantas un día y eres el más pobre de todos los habitantes de la tierra? Un día todos corrían para hacer tu voluntad, tu palabra era ley, pero al día siguiente nadie te hacía caso, eras el desprecio del mundo, ¿qué piensas que sentirías? Quiero decirte que, para redimirnos del pecado, para abrir un camino para que nosotros pudiéramos entrar al cielo Jesús tuvo que pasar por una experiencia aún más dramática que la que acabo de presentarte. Quiero que vayas conmigo en tu Biblia al libro de Filipenses, capítulo 2, y vamos a leer los versículos del 5-8, dice así: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Ahora quiero que vayas conmigo al libro de Juan, capítulo 1 y vamos a leer 3 versículos; quiero leer partes del versículo 1, 2 y 14. Escucha mientras leo, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”. Deseo que tomemos un poco de tiempo hoy para observar hasta qué punto Jesús estaba dispuesto a ir para poder librarnos de las llamas del infierno, haciendo posible nuestra salvación. Creo que, al terminar el estudio de hoy, vamos a apreciar un poco más al Señor Jesucristo. Para poder ser el sacrificio propicio para nuestra redención, Jesús tuvo que privarse de su deidad, para poder tomar nuestro lugar y pagar la pena de nuestros pecados, Jesús, Dios, tendría que convertirse en humano y pasar por todas las pruebas que los humanos pasan, pero sin caer en pecado, tendría que ser un sacrificio limpio, sin contaminación. En Filipenses leemos que Jesús, siendo Dios, se despojó a sí mismo, se quitó sus títulos por un tiempo y tomó forma de hombre, sintió el cansancio, tuvo hambre y sed, como cualquiera de nosotros. Hebreos 4:15, dice que Jesús “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Tuvo que crecer como cualquier humano. Lucas 2:52, dice: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. Lo que aprendió de Dios, lo aprendió de las mismas Escrituras que nosotros somos negligentes en estudiar.   Cuando Jesús se enfrentó al diablo para ser tentado al inicio de su ministerio terrenal, tuvo que responder con las Escrituras de la misma manera en que lo debemos hacer nosotros, ¿Crees tú que esto fue fácil para Él? Siendo el Omnisciente, todo sapiente Dios, estaría dispuesto a tomar una mente limitada como la de nosotros los humanos. Si no crees que se despojó para tomar una mente humana, entonces explícame cómo es que dijo, cuando estaba en su cuerpo físico: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre”. Jesús dijo claramente que solo el Padre sabía el día cuando Él regresaría. Cuando Dios Hijo tomó forma humana, se humilló a un nivel inferior y todo por amor a nosotros, ¿y qué del dolor?; ¿Crees que por que era Dios, el dolor que sufriría sería menos? Yo te digo que ningún ser humano ha sentido ni sentirá el dolor que Jesús sintió cuando estaba en la cruz del calvario.   La noche antes de ser crucificado Jesús, en agonía por lo que iba a suceder, pidió ser librado de la tortura, si es que el hombre pudiera ser salvo de alguno u otra manera. Su oración a Dios Padre fue tan intensa que sudó grandes gotas de sangre; pero Dios con su inmenso amor para la humanidad, le dio a entender a su Hijo que no había otra alternativa. Si el hombre se iba a salvar, alguien tendría que pagar la cuenta. Jesús contestó: “Entonces que se haga tu voluntad”.   ¿Crees tú que no sintió los clavos en sus manos y en sus pies? Crees que no sintió la fatiga de haber cargado su propia cruz. ¿Crees que no sintió la vergüenza de tener que pasar medio desnudo por las calles de Jerusalén siendo tratado como un malhechor cuando nunca en su vida había cometido ni un solo delito? ¿Crees que, siendo Dios, y pudiendo destruir a toda la humanidad con una sola palabra de su boca que eso no era difícil para Él? y olvidémonos de los dolores físicos de la cruz, ¿Qué crees que sintió cuando todos los pecados del mundo: pasados, presentes y futuros, fueron puestos sobre sus hombros encima de todo el dolor físico que estaba sintiendo? Te digo que Jesús sintió el infierno mismo, cuando tomó nuestro lugar en la cruz del calvario, en ese instante, Jesús, quien era Dios mismo, fue hecho pecador por nosotros.   2 Corintios 5:21, nos dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él”. Cuando Jesús vino a nacer al mundo, no fue con pompa y gloria. Ningún batallón del ejército celestial disparó sus cañones para anunciar su entrada como Salvador del mundo, los reyes de la tierra no salieron a su encuentro para brindarles sus tronos o poner sus ejércitos a su disposición, no hubo fiesta ni banquete ni ninguna de esas cosas que uno espera ver con la llegada de un personaje importante, no señor. Cuando el Todopoderoso Hijo de Dios, Rey de reyes y Señor de señores, el excelentísimo guerrero de Dios mismo vino al mundo, ni siquiera hubo quien le diera donde nacer. José y María, sus padres terrenales fueron de mesón en mesón y una y otra vez fueron rechazados; por fin, Emanuel, Dios con nosotros, tuvo que ir a un establo donde nació entre animales. Quienes llegaron a darle la bienvenida, fueron unos humildes pastores quienes recibieron el mensaje de su llegada, cuando un ángel se les presentó mientras apacentaban sus rebaños en el campo. Cuando entró triunfalmente Jesús a Jerusalén, no llegó montado sobre un brilloso corcel acompañado de Jinetes y banderines, el Hijo de Dios entró montado sobre un pollino, mientras estuvo aquí en la tierra no tuvo un palacio, ni siquiera tuvo una casa, en sus propias palabras, en Marcos 10:45, Jesús nos dice: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Tú, que me dices que mi mensaje de salvación es fácil, ¿Todavía piensas así? Te digo que es sencillo, pero no fácil, ni barato. Para poder pagar el precio de tu salvación, Jesús pasó de todo a nada, siendo Dios se hizo hombre, siendo rey se hizo siervo, siendo rico se hizo pobre, siendo justo fue hecho pecador cuando tomó nuestro lugar en la cruz. En este momento, tú tienes una decisión que tomar. Tú puedes reconocer que eres un pecador, pedir perdón de tus pecados e invitar a Cristo a entrar en tu corazón para ser tu Salvador, o puedes rechazar lo que Cristo hizo por ti y seguir de la manera en que lo has estado haciendo. Jesús, teniéndolo todo, vino al mundo en donde no tuvo nada. Esto lo hizo para que nosotros quienes no somos nada, pudiéramos tenerlo todo al lado de Él. Si le recibes, pasarás de la nada a tenerlo todo con Él, si le rechazas, pasarás de la nada a tener menos que nada y lo único que te esperará es el infierno ardiente preparado para el diablo y sus seguidores. Es cierto, la salvación es sencilla, no es nada confusa, pero no es fácil ni barato. Piénselo.   Vamos a orar. Padre, gracias te damos por lo que has hecho por nosotros. Gracias Jesús por abandonarlo todo para lograr para nosotros un escape de la condena que nos esperaba por ser pecadores y caer cortos de la gloria de Dios. Entendemos lo que debió haber sido para ti ser humillado de tal forma, gracias por tu amor, te lo agradecemos con todo lo que somos, gracias. Amén.

Otros archivos en esta serie