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El Precio de la Salvación
La Crucifixión
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Feb 17, 2023
Feb 15, 2023
Duración:
00:14:34 Minutes
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Escritura

Isaías 53:3-7.

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Pienso que una de las cosas que más me molestan cuando presento el evangelio a las personas, es que me digan que lo que les estoy presentando es demasiado fácil. Conste que estoy de acuerdo que el plan de salvación no es nada confuso, ni es complicado, verdaderamente el plan de salvación es sencillo. Lo único que uno tiene que hacer es arrepentirse de sus pecados, invitar a Cristo a entrar en su corazón para ser su Salvador, rechazando todo y depositando su confianza únicamente en Él, no hay nada complicado en esto, es sencillo; pero mientras que es sencillo. No es fácil ni barato, de hecho, el precio de la salvación es de incalculable valor: a Dios le costó su vida entregarnos la salvación.   El profeta Isaías, en su capítulo 53, versículos 3-7, habló del personaje de Cristo Jesús, muchos años antes de que este viniera al mundo. Dice: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió Él nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga, fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros. Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja ante sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca”.   Debemos acordarnos, que cuando leemos estos versículos, no estamos hablando de un hombre cualquiera, el que va a pasar por toda esta tortura física y mental, estamos hablando del Hijo de Dios. ¿Y Por qué iba Dios a sujetarse a tales injusticias? Lo hizo para que tú y yo pudiéramos ser salvos, para que pudiéramos tener una escapatoria del lugar donde merecemos ir por nuestra rebelión contra Él. Lo hizo para librarnos de las llamas del infierno. Lo hizo porque nos ama con todo su ser, por eso es que se humilló a tal tratamiento, sí, el plan de salvación es sencillo, no es complicado, pero no por eso es fácil, ni barato.   En nuestro estudio pasado, hablamos de cómo Jesús, fue juzgado injustamente, por la corte del Sanedrín, vimos cómo lo llegaron a arrestar de noche, sin tener ninguna acusación contra Él. Hablamos de cómo tuvieron que pagarles a testigos falsos para que testificaran en su contra, vimos como todos sus discípulos le abandonaron, uno de ellos le entregó, y otro con juramento y blasfemia, dijo no conocerle. Los que estaban presentes en el cuarto, cuando Jesús era Juzgado, le abofeteaban, le escupían, y le ridiculizaban más allá de lo que ninguno de nosotros hubiéramos aguantado, más Jesús, por amor a la humanidad, lo soportó todo, sin abrir su boca, en defensa de propia. Hubiera podido pronunciar una sola palabra, y todos los que estaban frente a Él hubieran caído de rodillas, pero eso no hubiera beneficiado al hombre, a quien Dios tanto amo; si Jesús hubiera hecho eso, el hombre estaría condenado al infierno, por toda la eternidad. Jesús hizo precisamente lo que tenía que hacer para traer salvación a la humanidad.   Al pasar la noche, bajo la reunión ilegal que llevó a término el Sanedrín, pues era ilegal que se reuniera de noche, llevaron muy de mañana a Jesús ante Poncio Pilatos el procurador romano establecido en Jerusalén. Como el Sanedrín no tenía derecho de dar muerte a nadie, pensaron entrometer a Pilatos para que él llevara a cabo la sucia tarea de dar muerte a Jesús. Pilatos dijo no encontrar nada malo en la persona de Cristo, la acusación de blasfemia no fue pronunciada contra Él. Pilatos, al verse metido en el dilema de echarse de enemigo a los altos funcionarios de la religión judía, en medio de sus festejos religiosos, quiso lavarse las manos por medio de llevar a Jesús ante el rey Herodes, quien se encontraba en esos momentos en Jerusalén a causa de las fiestas. Jesús era de Nazaret, y estaba bajo la jurisdicción de Herodes. Cuando Pilatos lo supo, rápidamente pensó librarse del problema. Jesús fue llevado delante del rey Herodes, quien solo quería ver su magia. Cuando Jesús no hizo ningún milagro para él, Herodes le hizo burla por medio de vestirle con una ropa espléndida y lo enviaron de nuevo a Pilatos. Pilatos, no encontrando de nuevo, delito de muerte en Jesús, se acordó de una costumbre que tenían los judíos de soltar a un preso en tiempos de la pascua, entonces sacó a un malvado llamado Barrabás y preguntó al pueblo si querían que soltara a Barrabás o a Jesús, pensando que seguramente preferirían a Cristo. Cuál fue su sorpresa cuando la gente gritó: ¡Suéltanos a Barrabás! Pilatos llevó a Jesús y mandó a que le azotaran, el azote que los romanos usaban era un cabo de madera con hilos de cuerda que colgaban de un extremo del cabo. Al final de las juntas de los hilos de cuerda, amarraban pedazos de huesos, metal y piedras filosas; al pegar lo azotazos a la víctima, estos objetos puntiagudos y filosos se incrustarían en la carne y al jalarlos de regreso se traerían la carne del cuerpo del individuo, dejando expuesta al aire la carne viva, pero esto no fue lo peor; durante todo este proceso los soldados se burlaban de Él diciéndole: “Profetiza a quien te golpea”, escupiéndole en su cuerpo. Cuando terminaron de azotarle, le hicieron una corona de espinas y se la plantaron en la cabeza de manera que las espinas se encarnaban en su frente, le vistieron con un manto de púrpura y le daban bofetadas diciendo: ¡Salve, rey de los judíos!   Cuando sacaron a Jesús para que Pilatos lo presentara nuevamente al público, Jesús ni se reconocía. Su cabeza y rostro estaban inflamados por haber recibido tantos golpes, su cuerpo estaba hecho trizas por tantos azotes. Jesús no había dormido; había sido lanzado de una autoridad a otra, todo injustamente, pero sin quejarse ni una sola vez; ahora está frente a la multitud, la misma multitud que días antes gritaban: “¡Hosanna, bendito al que viene en el nombre de Dios!”; viéndole ensangrentado y quebrado delante de ellos pudieron haberle tenido misericordia, pudieron haber tenido un cambio de corazón, pero ¿sabes lo que hicieron? Gritaban: “¡Crucifícale, crucifícale!”. Pilatos, lavándose las manos de todo el asunto, entregó a Jesús en manos de sus enemigos, pusieron una pesada cruz sobre sus hombros, lo desnudaron y le hicieron caminar humillado por las calles de Jerusalén, hasta llegar al monte de la calavera. Durante todo este proceso, Jesús solo tenía que decir una sola palabra y batallones de ángeles celestiales, hubieran caído sobre la humanidad para exterminarlos sin misericordia, pero por amor a nosotros, enmudeció. Colgado en la cruz del calvario, pronunció las palabras, tus palabras y mis palabras hubieran sido maldiciones contra la humanidad, pero Jesús dijo: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. Mi amigo, el plan de salvación es sencillo. No hay nada complicado en cuanto a ello, pero no es fácil, ni barato. Jesús tuvo que soportar lo imposible para que tú y yo pudiéramos obtener la salvación de nuestra alma. Si nunca le has recibido como tu Salvador, ¿por qué no lo haces en este momento? Dile que eres pecador y que sientes mucho por lo que has sido, pídele que te perdone e invítale a entrar a tu corazón para ser tu salvador, hazlo ya. Te prometo que no te arrepentirás.   Vamos a orar. Padre, gracias por lo que Jesús soportó para traer salvación a todo aquel que en Él cree. Sabemos que tuvo que ser muy difícil para ti tener que ver lo que le hicimos a tu Hijo y no hacer nada en cuanto a ello. Gracias por amarnos tanto, Señor. Te pido que en este momento tú ayudes a mis amigos a comprender el mensaje de la salvación para que ellos puedan tener el mismo gozo que me has dado a mí. Ayúdales a entender que el plan de salvación había sido sencillo porque tú así lo has deseado, pero que no es fácil ni barato. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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