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Trabajando Unánimes
La Inquietud De Jesús Sobre Nuestra Cooperación
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 27, 2022
Dic 26, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Juan 17:20 y 21; Juan 17:14.

Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:20 y 21 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Juan 17:14

Muchas veces me he puesto a pensar en lo tremendo que debe haber sido para los apóstoles, sentarse a los pies de Jesús y escuchar sus enseñanzas; el poder tenerle personalmente presente para pedirle consejos y obtener sus opiniones acerca del diario vivir; el ver la atención que brindaba a los enfermos y pobres; y escuchar la severidad de su voz cuando uno había hecho mal. Sin embrago, llegó el momento cuando Jesús le dijo a sus apóstoles que Él ya no iba a estar con ellos. Debe haber sido asunto difícil, el saber que Jesús ya no iba a darles órdenes específicas sobre los pequeños detalles de la vida, pero ellos iban a estar bien, porque sabían que Jesús se preocupaba por cada uno de ellos. Sabían que les iba a mandar al Consolador y comprendían que el motivo de su retiro al cielo era para prepararles un lugar para que pudieran habitar con Él por toda la eternidad. No tenían por qué dudar de su palabra, pues les había dicho que resucitarían de los muertos. Y lo hizo; ¿por qué les mentiría acerca de ir al cielo y preparar un lugar para ellos?   Ojalá pudiéramos estar seguros de que Jesús se preocupará de la misma manera por nosotros. Quizás el saber que el Señor se preocupará por nosotros nos motivaría a servirle con más devoción. Si este ha sido tu pensar, quiero decirte que Jesús sí se preocupa por nosotros, y de la misma manera en que se preocupó por sus primeros discípulos. La prueba de ello está en una oración que hizo al Padre, unos cuantos días antes de regresar al cielo. Vamos a nuestras Biblias, al libro de Juan, capítulo 17, y vamos a leer una porción de esta oración, en los versículos 20 y 21. Juan 17:20 y 21, dice así: “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Quiero que nos fijemos especialmente, en la primera parte del texto, donde Jesús dice que no ruega solamente por estos, hablando de sus apóstoles, sino también por todos los que habían de creer en Él por medio de la palabra de ellos. Así que Jesús sí se preocupa por nuestro bienestar. Sí le interesa lo que nos suceda y se preocupa por la manera en que nos comportamos ante el mundo. Se preocupa por nosotros de la misma manera, en que se preocupó por aquel grupo de seguidores, quienes anduvieron tras Él, durante su ministerio terrenal. Pero ¿cuál es su preocupación?, ¿cuál fue el motivo de hacer una oración al Padre de parte nuestra? En nuestro estudio pasado, vimos lo difícil que es trabajar unidos, vimos las dificultades de la cooperación y ayuda mutua. Jesús sabía bien que íbamos a tener que enfrentarnos a problemas grandes. Él sabía que, como discípulos suyos, íbamos a ser atacado por Satanás. Él sabía que la tarea que tendríamos que emprender para llevar a cabo la misión de discipular al mundo, sería pesada para nosotros, y comprendía muy bien que tendríamos necesidad de ayuda divina para poder cumplirla. Nuestro Señor sabía que seríamos maltratados por el mundo. En el versículo 14, del capítulo 17 de Juan, Él dice: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Cada uno de nosotros sabemos que el mundo en que vivimos no mira las cosas desde el punto de vista de Dios; el hombre siempre va a ver las cosas desde su punto de vista. Y cuando venimos nosotros, con la Palabra de Dios en mano, para expresar verdades que hay en ella, vamos a ser criticados. El mundo no quiere oír que la pornografía es dañina; el mundo no quiere oír que las drogas y el licor no son buenos para el hombre; el mundo no quiere oír que uno no debe vivir en relaciones ilícitas como el adulterio, el homosexualismo y el lesbianismo; el mundo no quiere oír que el aborto es asesinar a niños inocentes; el mundo no quiere oír ninguna de estas cosas. Y, cuando nosotros nos ponemos al lado de Dios para pronunciar estas verdades, y pararnos en contra del pecado que hay en este mundo perverso, nosotros vamos a ser aborrecidos. Esto preocupaba a Jesús y es por eso que oró por nosotros. Quizás alguien está pensando: “pues si tanto se preocupa por sus seguidores ¿por qué no se los lleva con Él, donde pueden estar a salvo de toda esta perversidad?”. Mi amigo, si hiciera eso, sería lo peor que te pudiera suceder a ti. Aunque sea contraria la opinión de la vasta mayoría, el día en que los cristianos seamos sacados de este mundo, será el día en que comience la pesadilla más grande que la humanidad pudiera imaginarse. Si la ira de Dios Todopoderoso no ha caído sobre el mundo, es sencillamente debido a nuestra presencia. Jesús no estaba preocupado por nuestro bienestar físico; todos tenemos que morir. Él estaba preocupado por nuestro bienestar espiritual, por nuestra salud espiritual. Todos conocemos el refrán: “El que anda entre la miel algo se le pega”. Jesús estaba preocupado de que, rodeados de tanta perversidad, nosotros con nuestra naturaleza carnal todavía intacta, nos llegáramos a contaminar, enfermándonos espiritualmente, y sirviendo de tropiezo a la salvación de tantos quienes necesitas de Él. Todos necesitamos entender que, el que es salvo, es salvo. Pero la manera en que Dios ha establecido que se propague el evangelio, es por medio de los discípulos de Cristo Jesús. Y si los discípulos del Señor no viven el evangelio, entonces el mensaje de ellos es distorsionado. Si dicen una cosa y hacen otra, nadie les dará importancia. Eso es lo que desea Satanás, y por eso es que ataca con tanto furor al cristiano, intentando hacerle tropezar para rendir inefectivo su testimonio ante todos los que aún no han recibido a Jesús como Salvador. Si se presentara una persona a tu puerta con aspecto de vagabundo y te dijera que era multimillonario, tú te reirías en su cara. Lo mismo hace uno con un cristiano que no vive como debe vivir. Y es por eso que Jesús en su oración, expresa las siguientes palabras que encontramos en el versículo 15: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mundo”. El Señor sabía que iba a ser difícil para nosotros, sabía que íbamos a necesitar ayuda divina. La ayuda que Jesús pidió para nosotros fue nuestra santificación; o sea, un refuerzo espiritual. Esta santificación vendría por medio de la Biblia. Leemos en el versículo 17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Dios se ha encargado de asegurar que siempre tengamos la Biblia con nosotros. Aun cuando nuestros hermanos rusos vivían bajo un gobierno que les prohibía leer la Biblia, Dios se encargó de que su palabra les llegara de una manera u otra. Hoy nosotros podemos oír los testimonios de hermanos que han ido a Rusia, contarnos cómo las personas se acercan a los camiones repartidores de la Biblia, para obtener su ejemplar, quedándose en pie junto al camión y leyendo las Sagradas Escrituras por largas horas. Déjame decirte que el cielo y la tierra pasarán, más la Palabra de Dios no pasará. Dios se ha encargado de eso, y todo aquel que la estudia y la pone en práctica, tendrá un refuerzo increíble para poder pararse frente el mundo, y vencer los obstáculos que Satanás interpone en su camino. Mi hermano, Jesús se preocupa por nosotros, se preocupa por ti. Él quiere que crezcas espiritualmente; de hecho, Él está sentado en este mismo momento, a la diestra de Dios, intercediendo por nosotros. ¡Animémonos y luchemos con nuevas energías! Trabajemos unidos para su honra y su gloria. Mi amigo, quiero que sepas, que, al preocuparse por nosotros, sus discípulos, Jesús también se preocupa por ti. ¿Por qué? Pues, porque por medio de nuestro testimonio, es que tú puedes llegar a conocerle y aceptarle como tú Salvador. Si no conoces a Jesús, por qué no le invitar a entrar a tu corazón. Ábrele la puerta, y verás cuan hermoso es hospedar a Jesús en tu corazón. Vamos a orar. Padre, te damos gracias por la preocupación que tienes por nosotros. Gracias por tu Palabra. Gracias por El Contacto cristiano. En fin, gracias por todos los medios en que tú nos hablas. Padre, en este momento quiero pedirte especialmente, por todos mis hermanos que están cansados; dales fuerza para continuar. Ayúdanos en nuestra lucha contra el diablo, y protégenos para que podamos engrandecer tu reino, por medio de la salvación de almas. Todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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