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Trabajando Unánimes
Creerán En Jesús Por Nuestros Mensajes
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 28, 2022
Dic 26, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

Juan 17:20 y 21; 1 Corintios 14:1.

Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:20 y 21 Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 1 Corintios 14:1

Qué bueno sería, que alguien que hubiera muerto pudiese regresar para contarnos acerca del cielo o el infierno. Imagínate la fama que esta persona obtendría. Imagínate cómo cambiaría nuestra forma de pensar. Seguramente todos les haríamos caso a este individuo, cambiando nuestra forma de ser, y todo para adaptarnos a la manera de vivir como nos indicara. Pero ¿sabes qué? La Biblia nos asegura que tal, no es el caso. Las Escrituras nos señalan que, aunque alguien pudiera volver del cielo o el infierno, para hablarnos de la que habían visto, no le creeríamos. Jesús habló acerca de dos personas quienes fueron sepultados. Uno no había recibido a Jesús como salvador y el otro sí. El que había rehusado a aceptar a Cristo, era un hombre rico. El que sí había aceptado, era un pobre llamado Lázaro. El rico fue al Hades, y Lázaro fue al Seno de Abraham, conocido también como El Paraíso. Estando en tormento, el rico miró de lejos a Abraham y a Lázaro y dio voces diciendo: “Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama”. Abraham le explicó que uno no podía pasar del lugar donde estaban ellos, al lugar donde se encontraba él. Entonces el rico le dijo: “Te ruego, pues padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifiques, a fin de que no vengan ellos a este lugar de tormento”. La contestación que el rico recibió de parte de Abraham fue la siguiente: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos” Entonces el rico respondió: “No, padre Abraham; pero si alguno fuera a ellos de entre los muertos, se arrepentirán”. Pero Abraham contestó: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.   Hemos llegado al tercer estudio del asunto sobre trabajar unidos. Y hoy vamos a ver una de las razones más importantes del por qué debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para trabajar unidos. Necesitamos tomar muy en serio las palabras de padre Abraham: “A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos”. Tenemos que comprender que, si el mundo va a llegar a conocer a Cristo, si el mundo se va a salvar de las llamas del infierno, será debido al mensaje de Cristo Jesús que nosotros profetizamos. Es nuestro deber predicar el evangelio en palabra y vida, para que nuestros amigos y parientes puedan llegar a conocer a Jesús como su Salvador. Si aceptan el mensaje serán salvos; si rehúsan creer el mensaje irán al infierno igual que el rico. Nadie va a venir del cielo, nadie va a venir del infierno para predicarles, es nuestro deber. Jesús nos hace ver esta verdad, en una oración que hace al Padre, durante su ministerio terrenal. En el capítulo 17 de Juan, versículo 20 y 21, encontramos las siguientes palabras: “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Notemos que tal, debe ser la cooperación entre nosotros, que debemos trabajar como uno, debemos ser uno en el Señor. ¿Con qué fin? El Señor contesta la pregunta con las palabras: “para el mundo crea que tú me enviaste”. Nuestro deber es predicar que Jesús es la respuesta. Nuestro deber es vivir la vida de un discípulo, poniendo en práctica las enseñanzas de nuestro maestro Jesús, para que las personas miren la vida que vivimos y entiendan que Él es el camino, la verdad y la vida, y que nadie va a llegar al cielo con el Padre, sino le reciben primero a Él como su Salvador. Puede ser que alguien no desee aceptar esta responsabilidad, por medio de señalar que no es profeta, como lo expresado por Abraham con su charla con el rico. Sin embargo, la Biblia muestra que todos somos profetas de una manera u otra. Vamos rápidamente a nuestras Biblias en 1 Corintios 14:1, para leer las palabras del apóstol Pablo, a los hermanos que componían la iglesia en Corinto. Él les dice: “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. El apóstol hace ver a los hermanos, que lo primero que deben hacer, más que otra cosa, es profetizar. ¿Por qué? Porque lo más importante en este mundo es la salvación de almas. Y la única manera en que las personas van a ser salvas, es por medio de la palabra nuestra, cuando anunciamos a Jesús como el Salvador: ¡Eso es profetizar! Profetizar es proclamar eventos del futuro. Hay muchas cosas que desconocemos en cuanto al futuro. Sin embargo, hay muchas cosas que podemos acertar como profetas. La más importante de esas profecías, es la que señala el regreso de nuestro Señor, y la situación de aquellos quienes le han rechazado como Salvador. Es aquí donde entra el asunto de nuestra cooperación. Es cierto que no todos tenemos el don de hablar con facilidad. Pero esa no es la única manera de profetizar. Realmente el mundo está cansado de palabras; preferiría: acción; y es nuestro deber presentar en vida, el poder que Jesús ha operado en nosotros. Los que tenemos dificultad de expresarnos, podemos hacer nuestra parte por medio de invitar a escuchar. Puede ser que tú no tengas la facilidad de predicar por la radio en un programa como El Contacto Cristiano; al mismo tiempo, yo no tengo la facilidad de decirle a los que están en tu área del mundo, cómo escuchar el programa. Pero, trabajando juntos, podemos convertir a El Contacto Cristiano, en un poderoso instrumento para el avance del reino de nuestro Señor. Yo predico y tú invitas a escuchar. Yo no puedo hacer las dos cosas; tú no puedes hacer las dos cosas. Pero si trabajamos como uno, podemos hacer algo maravilloso. Y ¿cuál es el resultado? El resultado es que, los que escuchan, oyen que Jesús fue enviado por el Padre para salvarles del pecado. ¿Te fijas? Y ¿si no nos escuchan? Pues, tenemos que darnos cuenta de que, por lo menos, nosotros hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance; y que, si no nos escuchan a nosotros, que tampoco escucharían que alguien de los muertos regresase para hacerles ver la realidad. De una cosa si podemos estar seguros, el ponernos a pelear entre nosotros mismos, no va a tener ningún resultado positivo. Mientras que nosotros peleamos, Satanás se goza, llevándose a gran cantidad de personas al infierno, debido a que nosotros no estamos viviendo una vida ejemplar delante del mundo. Precisamente por esto, es que Jesús oró por nosotros. Él sabía que iba a ser difícil para nosotros cooperar. Y que era sumamente necesario pues, por el testimonio nuestro, es que el mundo llegaría a conocerle a Él. No existe nadie sobre la faz de la tierra, que vaya a estar de acuerdo con el cien por ciento, de las cosas que yo digo o hago. No existe matrimonio que esté de acuerdo el cien por ciento. Siempre va a haber una diferencia de opinión acerca de algo; sin embargo, podemos vivir en paz los unos con los otros. Podemos continuar en nuestro crecimiento espiritual sin odio y sin guerras. Podemos explicar nuestras diferencias de opinión, cooperando para levantar en alto a Cristo, para la salvación del mundo. Y los que están en la verdad concerniente a la doctrina, pueden tener paciencia e instruir en la Palabra hasta que todos, según Efesios 4:13, “lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Esto no será fácil, si lo fuera no creo que Jesús hubiera perdido su tiempo orando por ello. Lo que sí sé, es que es el deber de cada uno de nosotros, seguir creciendo espiritualmente en la verdad. No fingiendo cosas que no son, sino viviendo lo que realmente es ante los del mundo, para que puedan ver que somos uno en el Señor. De esta manera, podrán creer. Vamos a orar. Padre, unimos nuestra voz con la de Jesús, en pedir que tú nos hagas uno, para que el mundo pueda creer que Jesús es el único quien puede salvar. Todos tenemos amigos y familiares quienes no conocen a Jesús, y Padre, muchas veces nosotros no damos el ejemplo que debemos dar. Ayúdanos a realizar la necesidad de cooperar los unos con los otros y trabajar unidos, para no ser obstáculos a aquellos quienes no te conocen. Entendemos que esto es algo que puede suceder, únicamente al ser totalmente obedientes al liderazgo del Espíritu Santo, quien mora en nosotros. Ayúdanos a ser obedientes. Te lo imploramos, en el nombre de Jesús. Amén.

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