(Centro De Vida)
Escritura
Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano. Éxodo 4:20 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 1 Corintios 1:26-29
¿Quién se atreve a decir “no” a Dios? ¿Será posible que un ser humano tenga el valor para contender con el Todopoderoso? Trágicamente tenemos que reconocer que no solo un hombre, sino que muchos pecan en contra de Dios por no obedecerle en cumplir su voluntad. Una excusa común que usa el hombre hoy en tratar de esquivar sus responsabilidades se encuentra en Éxodo 4:1-9, Moisés dijo: “No me creerán, ni oirán mi voz”, eso nos suena familiar ¿Verdad? ¿Cuántas veces no hemos oído decir: “yo no puedo dar la clase de escuela dominical porque nadie me prestaría su atención”? También hemos oído decir: “Yo no puedo testificar de Cristo a otros, a mí nadie me hace caso”. Si nosotros hemos usado esas excusas Dios tiene algo que decirnos y nosotros necesitamos prestar atención en estos momentos a lo que Él nos dice: en primer lugar Dios quiere que pongamos toda nuestra confianza no en nosotros mismos sino en Él, Dios le dijo a Moisés: “Ve y reúne a los ancianos de Israel y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, yo sacaré de la aflicción de Egipto y oirán tu voz” Moisés respondió: “He aquí que ellos no me creerán ni oirán mi voz porque dirán: No te ha aparecido Jehová”. Observemos la audacia de la incredulidad de Moisés, Dios dijo: “Oirán tu voz”, Moisés responde: “No me creerán, no oirán mi voz”, lo que hizo Moisés no fue menos de negar directamente una promesa específica de Dios y tal es el terrible pecado de la incredulidad. ¿Por qué habrá contestado de esta manera Moisés? Porque pensaba únicamente en sí mismo, de su influencia y de su habilidad, su atención se concentraba en sí mismo, él no estaba considerando el hecho de que él era únicamente agente de Dios y que el poder de Dios haría que todo saliera bien, él se miraba a sí mismo y le daba temor, el hacer énfasis en nosotros mismos siempre nos traerá temor, ningún hombre podría servir a Dios con éxito si va a depender en sus propias fuerzas y habilidades, esto es así porque no tenemos lucha contra sangre y carne sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Batallas espirituales deben pelearse con fuerza espiritual, si nos fijamos en nuestra responsabilidad a Dios a la luz de nuestra propia fuerza nos desanimaremos, debemos olvidarnos de nosotros mismos y fijarnos en Dios, nosotros no somos competentes en nosotros mismos, nuestra competencia proviene de Él. En segundo lugar, Dios quiere tomar lo poco que tenemos y hacerlo abundar, Dios retó a Moisés diciéndole: “¿Qué es eso que tienes en la mano?” Moisés respondió: “Una vara”, era la vara rústica de un pastor, una vara simple y muerta, algún día la tiraría y se olvidaría de ella, no tenía ningún poder y era de poco valor, “échala en tierra” le instruyó Dios, Moisés obedeció y la vara se convirtió en culebra, no aparentaba ser una culebra, era una culebra tan viva que Moisés huía de ella. En la mano de Moisés era una vara impotente, pero en la mano de Dios era vida y poder, Dios dijo “extiende tu mano y tómala por la cola”, en temor Moisés obedeció y la culebra se convirtió en vara nuevamente. ¿Qué lecciones habrá aprendido Moisés de esta experiencia? Me imagino que varias, me imagino que en primer lugar aprendió que una cosa muerta e impotente en las manos del hombre puede ser potente y vivo al caer en las manos de Dios, si Dios puede dar vida y poder a una vara, ¿Qué no podría hacer con un hombre viviente y entregado a Él? En segundo lugar, me imagino que Moisés aprendió que hay un gran cambio en la persona o cosa entregada a Dios, la vara era simplemente un palo que usaba el pastor para cuidar de su rebaño antes de que Moisés la echara en el suelo, pero cuando fue entregada a Dios fue conocida desde ese entonces como la vara de Dios según Éxodo 4:20, la vara se veía igual, pero habiendo sido entregada a Dios fue transformada en algo de poder. Dios es especialista en usar lo insignificante para lograr grandes cosas, Jesús tomó a 12 hombres a quienes el mundo reconocía como hombres sin letra y del vulgo y volteó al mundo a través del ministerio de ellos, ha sido así a través de toda la historia cristiana, escuchemos el testimonio del apóstol Pablo en 1 Corintios 1:26-29 dice: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”. Nunca ha existido el hombre demasiado pequeño para ser usado por Dios. Debemos entregarnos a Dios, Jesús multiplicó a cinco panes y dos peces para dar de comer a más de cinco mil personas, 2 Corintios 9:8 nos enseña que Dios es poderoso para hacer que abunde en nosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas, todo lo suficiente abundemos para toda buena obra, Dios tomará lo poco que tenemos y lo multiplicará para su honra y su gloria. En tercer lugar, podemos estar seguros de que Dios verificará su mensaje, Dios ha prometido en Isaías 55:10 y 11 que “como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve a allá, sino que riega toda la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Dios no permitirá que su palabra caiga a tierra, debemos asegurarnos de que su ministerio acompañará nuestro ministerio, Él estará con nosotros, Él usará señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad para verificar su mensaje, mientras que nosotros nos entregamos a su servicio. Moisés quiso disculparse para no tener que hacer la voluntad de Dios, hizo una excusa por medio de anticipar el rechazo del pueblo a quien Él había sido enviado, él predijo: “no me creerán ni oirán mi voz”, Dios le dio tres señales maravillosas para convencer al pueblo de su divina comisión: número uno la vara del pastor se convirtió en culebra y luego regresó a su propia forma, número dos Dios puso lepra en su mano y luego la restauró a la sanidad que tenía antes y número tres agua tomada de un río se convirtió en sangre al ser regada sobre el suelo, estas tres señales acompañaron al testimonio de Moisés en cuanto a la palabra de Dios para asegurarle al pueblo de su veracidad, Él no hará menos para nosotros. Alguien me puede decir: “pero yo no tengo el don de milagro”, así sea, yo tampoco, no necesitamos de ello, si los necesitáramos Dios nos daría milagros, señas y milagros solo son una parte de cómo Dios en tiempos pasados verificaba su palabra, también usa dones del espíritu para el mismo propósito, todos los que hemos recibido a Jesús tenemos algún don, la biblia nos declara en 1 Corintios 12:7 y 11 que “a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Y que el Espíritu reparte a cada uno en particular como Él quiere”. Sí, todos tenemos un don espiritual que nos ayudará a servir efectivamente a Dios, Dios no espera que hagamos más de lo que Él nos permite hacer, nosotros ministramos según el poder de Dios, 1 Pedro 4:11 nos dice en parte: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da”. Nosotros no podemos controlar la forma en que los hombres responden al llamado y mensaje de Dios, nosotros solo podemos hablarles en el nombre de Jesús y prepararles el camino para que puedan llegar a Él, dejémonos de excusas. Entreguémonos al servicio de Dios hoy y para siempre, 2 Corintios 5:18 y 20 dicen: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; Así que, somos embajadores en nombre de Cristo”. Así que a un lado las excusas, entreguémonos al Señor y escuchemos su voz que nos dirá: “Bien hecho buen y fiel siervo”. Vamos a orar. Padre, ya no tenemos lugar para dudas, Tú deseas que hagamos tu voluntad y Tú nos capacitarás para hacerlo, nosotros solo tenemos que obedecer y por muy débiles e insignificantes que seamos, Tú podrás usarnos para honra y gloria tu nombre, gracias, Padre en el nombre de Jesús oramos. Amén.
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