(Centro De Vida)
Escritura
Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia. 2 de Corintios 9:10 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19
Es un verdadero placer estar con ustedes nuevamente y espero que todos estén disfrutando de estas predicas sobre las excusas que damos para no servir a Dios, nos sorprenderíamos grandemente al oír a alguien decir: “Claro que Dios es sabio y no comete errores, pero Él no debería esperar que yo le sirva. Mis talentos personales son tan pocas que yo ni podría comenzar a cumplir lo que Él espera de mí”. Nos sorprenderíamos porque sería difícil creer que alguien fuera tan brusco con Dios, sin embargo, eso es exactamente lo que uno está diciendo cuando se retira del servicio a Dios, haya sido consciente o inconsciente de lo que estaba haciendo eso es lo que hemos hecho/dicho y si es que no nos hemos entregado a trabajar en el reino de Dios, estamos cometiendo graves errores. Éxodo 4 nos revela la manera en que Dios trata con el hombre cuya excusa es que su habilidad es demasiada limitada para servirle, Moisés le dijo a Dios: “Yo no puedo ir a Egipto para sacar a tu pueblo de la esclavitud, yo tendría que dirigirme a los ancianos de Israel y la Corte del Faraón, Señor tú sabes que yo no soy elocuente. Tú sabes que tengo un impedimento, pues, soy tardo en el habla y torpe de lengua, yo he tenido este defecto toda mi vida por 80 años. No Señor, perdóname, pero no puedo hacer lo que tú me pides”. Dios le respondió: “¿Quién dio la boca al hombre? Ahora pues ve y yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que hayas de hablar”. Dios puede suplir las deficiencias del hombre, ninguna excusa tiene valor delante de Él, pero aun así los hombres tratamos de excusarnos de nuestro servicio a Dios y de nuestras responsabilidades, el declarar nuestra inhabilidad delante de Dios para hacer algo que Él nos ha mandado a hacer no es menospreciarnos a nosotros mismos, es directa rebelión en contra de Dios. El quejarnos por falta de habilidad es decir que Dios no puede usar el talento que tenemos. La queja de Moisés era que él no era elocuente ni le pasó por la mente que Dios podría usarle no importa cuál fuera su defecto, tuvo el error de darle demasiada importancia a un defecto por medio del cual se descalificó a sí mismo, nosotros nos debemos cuidar de cometer tal error de pensar de esta manera que pensó Moisés, Moisés era exactamente lo que Dios necesitaba para el trabajo. Es cierto que era tardo en el hablar pero consideremos los puntos buenos que le calificaban para la obra la cual Dios le había escogido hacer: En primer lugar, era hebreo de nacimiento y sería aceptado por su pueblo, el pueblo de Israel; en segundo lugar, ya había arriesgado su vida en una ocasión en un esfuerzo de aliviar el sufrimiento del pueblo y esto sería valioso para él; en tercer lugar, él había crecido en el palacio del Faraón, él conocía costumbres y comportamiento del reino Egipcio; en cuarto lugar, él había vivido en la Península del Sinaí por 40 años, este era el territorio por donde los israelitas tendrían que pasar al salir de Egipto, Moisés estaba acostumbrado a sobrevivir en el desierto; en quinto lugar, él se había encontrado personalmente con Dios y era el recipiente de una comisión divina. Claro está que Moisés tenía sus errores, pero sus puntos buenos sobrepasaban sus defectos en cuanto a este trabajo que Dios esperaba de él, Moisés era el hombre propicio para la obra. Pero Moisés se quejó diciendo: “Ah, Señor, nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes desde que tú hablas a tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”. Dios dijo: “Yo di la boca al hombre. Ve, yo estaré con tu boca”. La comisión de Dios lleva consigo la promesa de habilidad divina, ¿Qué importa si Moisés era elocuente o no? Con tal que Dios le dijera qué decir y estuviera con él, el éxito no descansa sobre las habilidades del hombre sino en el poder de Dios, Jesús dio una parábola que ilustra esta verdad, Él habló de un hombre noble que hizo un largo viaje, antes de emprender su viaje llamó a todos sus siervos y les dio una porción de sus bienes, cada uno de ellos debían invertir lo que les había dado para ganancia del patrón, Dios no hará menos para con nosotros, Él nos entregará todo lo que necesitamos para hacer lo que Él pide de nosotros, debemos entregarnos a nosotros mismos todo lo que somos, todo lo que tenemos y todo lo que podríamos hacer a Dios. Él puede usar la habilidad que ya tenemos, Él puede aumentar a nuestra habilidad conforme a la necesidad y aunque nuestro servicio sea limitado Él lo honrará de acuerdo a nuestra entrega a Él. El quejarnos por falta de habilidad es decir que Dios no puede añadir a nuestra habilidad para servirle, Dios no es tan débil que tenga que limitarse a las habilidades naturales que el hombre posee, aquel quien multiplicó los peces y el pan para darle de comer a las multitudes también puede multiplicar las habilidades del hombre para poderle servir mejor, no debemos entretener tales pensamientos en nuestra cabeza, Dios puede hacer lo que le venga en gana. La queja de Moisés de no poder hablar bien trajo respuesta en dos fases de Dios: en primer lugar, Dios le preguntó: “¿Quién dio la boca al hombre?” Como que le estuviera diciendo: “El que hizo la boca puede hacer que esa boca hable con distinción”, y en segundo lugar Él dijo: “Yo estaré con tu boca”, los senderos ilimitados de Dios es la respuesta a los límites del hombre. Jesús quiso dar de comer a una multitud en un lugar desierto, la única comida disponible era un pequeño almuerzo de siete panes y unos pececillos, no era suficiente ni para Él y sus discípulos, pero tomó el almuerzo, lo bendijo y repartió a la multitud, después de haber comido lo suficiente. Una multitud de cuatro mil hombres, además de mujeres y niños, quedaron satisfechos y todavía sobraron doce cestas de comida, Dios puede multiplicar lo poco que nosotros tenemos, según 2 de Corintios 9:10 el mismo Señor proveerá y multiplicará nuestra sementera y aumentará los frutos de nuestra justicia, al entregarnos completamente a Él, Dios aumentará nuestra habilidad, conforme a la necesidad. Al terminar Moisés en escribir el libro de Éxodo, él habla claramente, el libro de Deuteronomio es dirigido al pueblo de Israel, Moisés escribe de acuerdo a todo lo que Jehová le había mandado. Al leer todo el libro encontraremos que Dios sí capacitó a Moisés y que su gracia era suficiente, no debemos sentir temor de entregar nuestras vidas al Señor para su trabajo, pues Él nos dará la capacidad que necesitamos para hacer su voluntad. El quejarnos por falta de habilidad es indicar la duda de que tal vez Dios no puede usar nuestros defectos. Según Filipenses 4:19 Jesús prometió suplir todo lo que nos hace falta conforme a sus riquezas en gloria; bajo el liderazgo de Dios, Moisés pudo vencer su defecto, llegó a tener la elocuencia que le hacía falta desde el principio, pero le llevó un período de varios años. Dios le ayudó, Moisés tenía un hermano llamado Aarón y Dios tocó su corazón y Aarón salió de Egipto en busca de Moisés, Dios dijo de él: “yo conozco a tu hermano Aarón y él habla bien, tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras y yo estaré con tu boca y con la suya y él hablará por ti al pueblo”. Dios siempre nos ayuda, no importa cuál sea nuestro defecto, Él siempre está allí. Nunca llegaremos al punto en donde lo podemos hacer todo, pero por lo menos podemos hacer algo, debemos contentarnos con lo que Dios nos pide a hacer confiando en Él para capacitarnos, pronto podemos decir con el Apóstol Pablo lo de 2 Corintios 2:14 que nos dice: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo el lugar el olor de su conocimiento”. Mientras que Jesús daba a sus discípulos el poder para cumplir sus mandamientos y comisiones hasta el punto de hacer milagros en sacar demonios, también a nosotros nos calificará y nos hará capaces para llevar a cabo su ministerio hoy día, no debemos temer, Dios nos capacitará. Consideremos a la congregación de nuestra iglesia como obreros de una fábrica, cada uno de ellos tiene una responsabilidad que debe desempeñar de acuerdo a su habilidades, es suficiente que cada quien haga su trabajo, lo único que nosotros debemos hacer es darle nuestro mejor, Él nos pedirá hacer algo que podemos hacer, nunca nos va a pedir que hagamos algo que no podemos hacer y si nos pide hacer algo debemos confiar en el hecho de que Él nos capacitará para hacer la tarea que Él nos ha dejado. Debemos estar confiados en su ayuda y protección, 2 Crónicas 20:15 y 17 nos dice: “No temáis ni os amedrentéis no es vuestra la guerra, sino de Dios. No habrá para que peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros”. Nunca más tendremos necesidad de decir: “perdóname, Señor, pero mis habilidades son muy limitadas” en vez de eso diremos: “Yo todo lo puedo en Cristo”. Vamos a orar. Padre, gracias por ayudarnos en nuestras debilidades, gracias por permitirnos ser instrumento de justicia en un mundo tan perverso como el que tenemos, ayúdanos en alcanzar a nuestros familiares y amistades para nuestro Señor Jesús, te lo pedimos en el nombre de Él. Amén.
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