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Perdóname Señor
Porque Soy Inferior
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Oct 04, 2021
Oct 04, 2021
Duración:
00:14:30 Minutes
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Escritura

2 Corintios 9:8; 2 Corintios 3:5.

Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. 2 Corintios 9:8 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios. 2 Corintios 3:5

A cada momento escuchamos las palabras, “perdóname” o “perdón”. La expresión es tan común, que muchas veces la decimos sin pensar en realidad lo que estamos diciendo; pero en sí, la palabra perdón tiene un significado muy profundo. El perdonar a alguien significa librarle de responsabilidad, obligación o deber; es una petición que pide ser relevado de responsabilidad. El ofrecer una excusa de perdón, es dar una razón por la cual, uno no es culpable. Está bien que busquemos perdón, que expliquemos nuestros fracasos y que pidamos ser relevados de ciertas responsabilidades; pero cuando una persona trata de excusarse a sí misma de hacer la voluntad de Dios, entonces comete pecado. Hay quienes piden perdón a Dios, tratando de excusarse de servirle; estas personas ofrecen sus excusas por las cuales dicen no poder obedecer. Encontramos a una de estas personas en el libro de Éxodo, en su capítulo 3. Moisés estaba junto al desierto, apacentando las ovejas de Jetro, su suegro; vio una zarza que ardía sin consumirse; su curiosidad le llevó al fenómeno inexplicable, que de repente se encontró en la presencia de Dios mismo. Dios habló a Moisés diciendo “yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abrahán, Isaac y de Jacob; bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto y he descendido para librarlos; ven por tanto ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”. Dios se identificó claramente, Él habló de su misericordia en amor a los israelitas, quienes sufrían bajo la esclavitud de los egipcios. Declaró su intención de librarlos; prometió fortalecer a Moisés para sacarlos de Egipto; pero ¿Cuál fue la respuesta de Moisés? Inmediatamente comenzó a dar excusas por las cuales no podría hacer lo que Dios le había mandado a hacer. Moisés ofreció 5 excusas, la última siendo casi un acto directo de rebelión a Dios; pidió que Dios le perdonara, librándole de la responsabilidad de ir a Egipto, para sacar al pueblo de la esclavitud. Yo deseo que observemos estas 5 excusas que Moisés da, y tal vez así podremos aprender algo para aplicarlo a nuestras propias vidas. Digo esto, porque todavía hoy, el hombre usa excusas similares tratando de librarse de la responsabilidad de obedecer a Dios. La primera excusa que Moisés ofreció era “perdóname, Señor, pero personalmente, no soy capaz de hacer lo que tú me pides”. Tal vez nosotros hemos usado esta excusa para no hacer la voluntad de Dios, vamos a ver si podemos aprender algo en cuanto a esta excusa. En primer lugar, la inferioridad personal se basa en una evaluación equivocada en cuanto al hombre. Moisés se sorprendió cuando Dios le dijo, “te enviaré al faraón”; Moisés respondió, “¿Quién soy yo para que vaya al faraón?” Faraón era el gobernante de una nación poderosa; en su palabra estaba el poder de vida o muerte. La última vez que Moisés había estado en Egipto, huyó de la presencia del faraón porque su vida corría peligro. Seguramente Dios se había equivocado, seguramente no podía pedirle que se presentará nuevamente ante ese terrible monarca; pero sí, Dios esperaba que Moisés se presentará delante del faraón. Moisés, junto a Dios, era más poderoso que el faraón; Moisés no debía cometer el error de sentirse inferior a cualquier hombre; en los ojos de Dios, todos los hombres son iguales. Si un hombre es elevado a una posición de autoridad sobre otros, únicamente está ejerciendo una autoridad que Dios le permite tener, y nosotros debemos reconocer el hecho de que Dios y un sólo hombre, son la mayoría en cualquier situación. Tomemos en cuenta al profeta llamado Jeremías, fue llamado al oficio de profeta siendo aún muy joven. Al escuchar el llamado de Dios, él dijo “haz Señor Jehová, he aquí, no sé hablar porque soy niño”, Dios le respondió “no digas soy un niño, porque a todo al que te envíe, irás tú y dirás todo lo que te mande; no temas delante de ellos porque contigo estoy para librarte”. Dios le enseñó a Jeremías, la lección que quiso enseñar a Moisés. Muchos cristianos se detienen de servir, porque tienen una evaluación equivocada en cuanto al hombre; hay creyentes dispuestos a hablarle a un niño, pero quienes tienen temor de testificarle a un adulto; hay quienes están dispuestos a hablarle a una persona de poca facilidad económica, pero que nunca le hablarían al presidente de un banco o a algún profesor universitario, y esto es una verdadera lástima. Si le damos el mismo valor al hombre que Dios le da, entonces perderemos el temor de testificarles de Cristo; nosotros debemos aplicar a nuestras vidas, las palabras que Dios dijo a Jeremías, “no temas delante de ellos porque contigo estoy para librarte”. Ningún cristiano que teme la apariencia de hombre será útil como un siervo del Señor. En segundo lugar, la inferioridad personal es animada cuando nos acordamos de fracasos anteriores. Todos hemos fracasado de alguna manera u otra; pero tal fracaso nos anima a intentarlo de nuevo, o nos desanima de tal manera, que nunca lo volvemos a intentar. Moisés ya había intentado ayudar a los pobres israelitas, él había intentado establecer justicia entre los tratos de los egipcios con los israelitas; pero en su esfuerzo, mató a un egipcio, el faraón se dio cuenta del incidente y juró que Moisés pagaría con su vida. Por esa razón fue que Moisés huyó de la tierra de Egipto; Moisés probablemente pensó “he tratado de ayudar ya una vez a los israelitas, y fracasé; el intentarlo de nuevo, sólo sería sufrir otro fracaso”. Moisés no estaba tomando en cuenta a Dios, él había intentado y había fracasado, por no estar dentro de la voluntad de Dios; si seguía las instrucciones de Jehová, el fracasar sería imposible. Tal vez existe la memoria de algún fracaso en nuestra vida que no nos deja seguir adelante con nuestro servicio a Dios, debemos intentarlo de nuevo. 2 Corintios 9:8 nos enseña que Dios es poderoso para hacer que abunden en nosotros toda gracia, a fin de que teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundemos para toda buena obra. Dios nos hará capaces para hacer su voluntad, Él nos capacitará para testificar a quien sea. 2 Corintios 3:5 nos dice, “no que seamos competentes por nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”. En tercer lugar, la inferioridad personal surge cuando nos olvidamos de la promesa de la presencia de Dios. Dios había prometido a Moisés, estar con él; Dios nos asegura que estará con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo; Él promete nunca dejarnos o desampararnos. Hebreos 13:6 dice que “podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”, la presencia de Dios con uno hace una gran diferencia. Escuchemos las palabras de Josué, en Josué 1:5 y 9, “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas”. Consideremos la implicación de tal promesa; el temer a los hombres es contar la presencia de Dios como la nada, como que si no existiera; “no temas delante de ellos”, nos dice Dios, “yo estoy contigo para librarte”. Como cristianos, nosotros podemos reclamar esta promesa, debiera traer fuerza a nuestro corazón. Debemos memorizar a Romanos 8:31 que nos dice, “¿Qué pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Yo repito, Si Dios está a mi lado, ¿Qué importa? ¿Quién está en contra? Si eres un siervo de Dios de los cielos, no debes sentirte inferior a nadie; no debemos permitir que fracasos anteriores dominen nuestras vidas; debemos contar con la presencia personal de Dios con nosotros, proveyendo todo lo que necesitamos para servicio efectivo; acuérdate de esto, si nos entregamos completamente a Dios, Él se entregará totalmente a nosotros. En la suficiencia que Él provee, no tendremos que excusarnos pidiendo perdón por nuestra inferioridad personal o inhabilidades, más bien podremos testificar conforme a 2 Corintios 2:14, “Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. 2 Corintios 3:5 dice, “no que seamos competentes por nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”, Vamos a orar. Padre, ayúdanos a comprender que, si estamos dentro de tu voluntad, no tenemos que sentirnos inferiores a nadie. Padre, tú has ocupado a personas muy pobres y faltos de educación para enseñarnos aún hoy día. Debemos comprender que tu palabra tiene que ser predicada a toda criatura, esto es posible para nosotros porque tú nos das sabiduría y comprensión. Gracias por habernos dado el privilegio de ser los instrumentos que tú ocupas, para entregar el mensaje de la salvación al mundo. En el nombre de Jesús te lo agradecemos. Amén.

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