(Centro De Vida)
Escritura
vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 2 Pedro 1:5-10 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
¡Qué tremendo es ser un hijo de Dios! El haber nacido a la familia de Dios realmente es una bendición que ninguno merecemos, pero de la cual todos somos partícipes; si únicamente estamos dispuestos a ponernos de acuerdo con Dios, en reconocer que somos pecadores, arrepentirnos de nuestros pecados y aceptar el sacrificio que Jesús hizo por nosotros en la cruz del calvario, así es de sencillo nacer de la familia de Dios, ¿quién ha hecho que sea tan sencillo? ¡Dios mismo! Él no quiere que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento y perdón de pecados. En nuestro estudio hoy no vamos a tratar tanto el asunto de nacimiento espiritual sino vamos a discutir el asunto de crecimiento espiritual. Como ya declaramos, nacer espiritualmente, no es difícil, pero crecer, y llegar a tener madurez espiritual no es fácil. No hay caminos cortos para llegar a la madurez espiritual, uno tiene que esforzarse y tiene que invertir mucho tiempo y sacrificio, para llegar a ser el verdadero guerrero que Dios quiere que todos sus hijos sean, vamos a ir a 2 Pedro, capítulo 1 para leer los versículos del 5 al 10 y ver una lista de cosas que debemos aplicar a nuestras vidas, añadiéndole a nuestra fe, para poder alcanzar así una madurez espiritual, la cual nos va a permitir caminar con más sabiduría y nos hará ser mejores ejemplos de lo que realmente significa ser un hijo de Dios, 2 Pedro 1:5-10, dice: “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”. Quiero que nos fijemos en el hecho de que necesitamos hacer esto, con toda diligencia, no será asunto fácil, no es cosa que simplemente nos vendrá por ser hijos de Dios, es algo que nosotros tenemos que hacer con mucha dedicación y devoción. Es algo que nosotros tenemos que luchar por hacer, a nuestra fe, necesitamos añadirle estas cosas, si es que vamos a crecer y pasar del punto donde estamos espiritualmente. La primera cosa que debemos añadir a nuestra fe de acuerdo a esta lista es virtud. El diccionario Larousse usual, nos da la siguiente definición de la palabra virtud, dice: “Capacidad para producir cierto efecto. Disposición constante de obrar bien. Cualidad que se estima como buena en las personas”. O sea, que lo que debemos añadir a nuestra fe es una vida de buenas obras, una vida de hacer constantemente el bien, cuando las personas nos vean, debe ver a una persona en quien puedan confiar que no les hará mal, porque tiene costumbre de hacer bien a todos. Como nos dice nuestro Señor en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Lo que el mundo debe ver en nosotros, es virtud, y cuando ven virtud en nuestras vidas, levantarán los ojos al cielo y glorificarán a nuestro Padre celestial, y esto traerá satisfacción a nuestras vidas, porque para esto hemos sido creados, para glorificar a Dios. Dentro del ejército cristiano, necesitamos personas de virtud para guiarnos; personas de virtud, no buscan su propia felicidad, sino que han comprendido que es más bienaventurado dar que recibir. Estas personas buscarán el bien de todos y no su propio bienestar, y sobre todo buscaran hacer lo que es correcto delante de Dios; es muy importante tener personas de virtud en la estructura de toda iglesia local. Yo entiendo que en nuestra mente está el pensamiento de que el pastor de las congregaciones debe hacer todo el trabajo, para eso se le paga, ¿no?; pero aunque este pensamiento nos suene fabuloso no es un pensamiento bíblico, el pastor, y los maestros de la congregación están para preparar a los Santos para la obra del ministerio, según Efesios capítulo 4, versículos 11 y 12. El pastor no está para hacer el trabajo, sino para enseñar cómo hacer el trabajo, claro está que esto no solo lo hace de boca, sino también con su ejemplo, pero no es responsable por hacer todo el trabajo, no importa cuánto le están pagando, una iglesia donde el pastor hace todo, es una iglesia inmadura que tiene mucha falta de crecimiento espiritual; este principio bíblico es enseñado en el Antiguo Testamento, en el libro de Éxodo, los israelitas habían salido poderosamente de Egipto, su líder era Moisés, ellos eran miles, Moisés era uno; llegando a casa de su suegro Jetró, Moisés no recibió un regaño, pues Jetró se fijó en que todo problema tenía que ser resuelto por Moisés, al amanecer, se hacían largas filas de personas; cada una de ellas, esperando a hablar con Moisés, sobre problemas que habían dentro del campamento; Jetró le dijo a su yerno, hijo, esto no está bien, escoge de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad que aborrezcan la avaricia y ponlos sobre el pueblo por jefes; mi pregunta es esta: ¿Por qué tenían que ser hombres de virtud? Y la respuesta es sencilla: Si eran hombres de virtud, buscarían el bien del pueblo, no intentarían subestimar la autoridad de Moisés, no tratarían de sacarle al pueblo dinero y tendrían un deseo genuino de intentar resolver los problemas de Israel. Imagínate si todos nuestros gobiernos hubieran sido dirigidos por hombres virtuosos. Con mucha más razón, necesitamos hermanos y hermanas de virtud, dentro de nuestras congregaciones, estas personas traerán un nivel de espiritualidad más elevado, y las congregaciones prosperarían pues estarían sirviendo a Dios como se le debe servir, por amor y no por ganancia propia. Vamos a orar. Padre, venimos en este momento a pedirte que nos ayudes a añadir virtud a nuestra fe, tus hijos deben tener una perspectiva positiva. Existen tantas personas en nuestro mundo hoy que abusan de los demás haciéndose ricos a costillas de los menos privilegiados, nosotros no debemos ser así. Señor, ayúdanos a recordar que nuestros tesoros están en los cielos, no aquí, y Padre, tú tienes muchos hijos inmaduros que no hemos crecido, nosotros deseamos crecer, ayúdanos a practicar lo que es bueno, ayúdanos a añadir virtud a nuestras vidas, te lo pedimos, en el nombre de Jesús. Amén.
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