Escritura
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7:37-38 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. Juan 7:39
Gálatas 2:20, dice: ¨Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí¨. Consideremos la belleza de esta declaración: Cristo vive en mí. Esa ocasión de alegría para el cristiano, es la explicación de su esperanza y el potencial de su victoria. Existen dos declaraciones que ocurren una y otra vez en la Biblia: Una es, yo estoy en Cristo, y la otra es Cristo está en mí. No menos de ciento sesenta y cuatro veces, hace referencia a Pablo al hecho del que el creyente está en Cristo. De igual importancia es el hecho de que Cristo está en el creyente. Para que el creyente esté en Cristo, eso significa que este ha sido salvo; para que Cristo esté en el creyente, significa que es santificado. La salvación y la santificación son todo lo que uno necesita para ser bendecido. Es una verdad bíblica entonces, que en visa de que Cristo vive en el cristiano, la vida de ese cristiano es una continuación de la encarnación de Cristo. Es Dios en carne humana, aunque en un sentido mucho menor que la vida de Jesús de Nazaret. En primer lugar, el ser salvo, significa tener al Espíritu Santo de Dios en uno. La salvación no es una cosa que Dios da a parte de sí mismo. Es Dios morando en el Espíritu Humano, por medio de su propio Espíritu Santo, para vivir la vida de Dios en el cuerpo humano. Usando la analogía del agua, Jesús dijo que el ser salvo, era como tener una fuente de agua viva rebosando dentro de uno. No es como tomar un poco de agua, sino como tener ríos de agua fluyendo fuera de uno, según Juan 4:14 y Juan 7:37-38. Juan 7:39, dice: ¨Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él¨. Jesús prometió una petición del Padre quien enviaría a un compañero para permanecer con los creyentes, así como Él había estado personalmente con sus discípulos durante su ministerio terrenal. El prometió que, ese compañero, a quien Él identificó como el Espíritu de verdad, estaría con ellos para siempre, para morar con ellos y estar en ellos; según Juan 14:16 y 17. El apóstol Pablo, añadió que la presencia del Espíritu Santo es prueba de Salvación. Romanos 8:9 dice: ¨Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él¨. El Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y tales títulos son aplicados a la tercera persona de Dios. Nosotros comúnmente le llamamos el Espíritu Santo. Pero el decir, que el Espíritu de Dios vive en ti, o el decir que Dios o Jesús viven en ti es decir la misma cosa, las personas de la Trinidad no pueden ser divididas. Dios mora en ti por medio del Espíritu Santo, Cristo vive en ti por medio del Espíritu Santo, si alguien pregunta, ¿Cómo vive el Cristo en el creyente?, la respuesta de la Biblia es: Cristo mora en el corazón por la fe. Eso es decir que la presencia de Dios en uno comienza en el instante que una persona confía en Cristo Jesús como su único y suficiente Salvador. Cada persona salva tiene a Dios viviendo en su Espíritu humano, porque el Espíritu de Dios hace morada en cada creyente. Jesús discutió el significado de la morada del Espíritu de Dios en uno, está bien detallado en el capítulo 14 de Juan, ese pasaje llega a su clímax con esta declaración, en Juan 14:20: ¨En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros¨. El Espíritu en cada creyente, le hace realizar los siguientes hechos: En primer lugar, que Jesús está en el Padre; en segundo lugar, que el creyente está en Jesús; y, en tercer lugar, que Jesús está en el creyente. Piensa en eso un momento, es Dios viviendo en el cristiano por medio del Espíritu Santo, lo que hace real su continua encarnación, En segundo lugar, la vida del cristiano es la vida de Jesús. Oigamos las palabras de Gálatas 2:20: ¨Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí¨. La vida del cristiano es la vida del Cristo que vive en Él, por medio del Espíritu Santo. No puede uno separar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; no puede uno separar al Espíritu que vive en uno, del padre que vive en uno del Hijo que vive en uno. Donde está uno están los tres. Lo que hace uno lo hacen los tres; hay absoluta unidad entre ellos. Aunque son tres personas, también son un solo Dios. Piensa en lo que significa el hecho de que tu vida ya no es tuya, es la vida de Jesucristo viviendo en tu cuerpo humano. Esa es la continua encarnación de la cual les hablo. En tercer lugar, la vida de Cristo en el cristiano es la base de la victoria Espiritual. Jesús oró al Padre en Juan 17:23: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. ¿Qué significa? Que uno es hecho perfecto. No significa perfección moral en el sentido de obras de pecado en la carne; significa ser completo, completamente equipado, hecho, maduro. La referencia de Jesús en que los creyentes sean perfectos está basada en dos verdades asombrosas, en primer lugar, su presencia en ellos, yo en ellos, y, en segundo lugar, la presencia de Dios en Jesús. Tú en mí. Si Dios está en Jesús, y Jesús está en ti, entonces Dios vive en ti. Esa es la base de toda victoria espiritual. 2 Corintios 3:5, dice: ¨ No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios¨. 2 Corintios 10:3-4, dice: ¨Pues aunque andamos en la carne, no limitamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas¨. 2 Corintios 9:8, dice: ¨Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra¨. Tú puedes vivir en victoria espiritual, porque la vida de Dios, se está viviendo en ti por medio del Espíritu de Dios. En cuarto lugar, Cristo en el creyente es la base de seguridad. La cristiandad no es un asunto de tal vez u ojalá así sea, es una relación de saber, de estar seguro. Yo estoy salvo y lo sé, estoy preservado y lo sé. Cristo vive en mí y lo sé. Esa es la seguridad que yo tengo. Colosenses 1:27, nos recuerda que Cristo en nosotros es nuestra esperanza de gloria. Escuchemos lo que dice Jesús en Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él”. Esa promesa te incluye a ti ¿Estás listo para abrir la puerta por medio de la fe y recibir a Cristo como tu Salvador? El propósito de Jesús viniendo al mundo, fue el de salvar a los pecadores de sus pecados, para la gloria de Dios. El plan fue hecho en la eternidad antes del tiempo, fue ejecutado en la cruz y en el tiempo de la resurrección, y redime a los hombres para la gloria de Dios más allá del tiempo. Incluye a cada ser humano de todas las generaciones, quien oirá, se arrepentirá y recibirá a Jesucristo por medio de la fe. Cree en Él ahora, y sírvele para siempre. Padre, usa estos estudios sobre la encarnación de Jesucristo para honrarte. Para magnificar tu grandioso nombre y para bendecir los corazones de multitudes. Con ese fin nos entregamos a ti, para avanzar en el nombre de Jesús, Amén.
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