Escritura
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria. 1 Timoteo 3:16 Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Lucas 2:52 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Mateo 3:13-17
1 Timoteo 3:16, dice lo siguiente: ¨E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria¨. Ese misterio que Dios viniera en la persona de Jesús de Nazaret, para manifestarse en la carne, es el tema del estudio de hoy. Ya hemos observado que antes de su encarnación, el Divino Cristo era la esencia de Dios porque existía en la forma de Dios, aún entonces, Él tuvo tal Espíritu de amor, que no insistió en mantener esos privilegios que eran suyos por ser deidad. Al tiempo de su encarnación, fue el momento en que nació en carne humana, el Divino Cristo se despojó de sus insignias, y prerrogativas de la deidad, él se hizo esclavo, Él apareció como un hombre entre los hombres, siendo humano en cada aspecto de su apariencia. ¿Qué sucedió después de eso? ¿Qué hizo el Divino Cristo mientras estuvo aquí en la tierra por treinta y tres años? Busquemos algunas respuestas bíblicas a esas preguntas. En primer lugar, Jesús creció y desarrollo una vida humana normal, fue niño, adolescente, joven adulto y después un adulto maduro. Él desarrolló su vida al igual que cualquier otro humano, Él aprendió a hablar, caminar, hacer un oficio y explorar sus talentos naturales; su madre le enseñó y su padre le entrenó. La Biblia enseñó la humanidad llena y completa de Jesús, mientras que, al mismo tiempo, afirma su deidad. Él era Dios manifiesto en la carne. Lucas el médico, notó cuidadosamente el crecimiento del niño Jesús, él escribió en Lucas 2:52: ¨Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres¨. Es asombroso el pensar que Jesús crecía en sabiduría al mismo tiempo que crecía en estatura, uno de los atributos de Dios es saber todas las cosas, pasadas presentes y futuras. Nosotros decimos que Dios es omnisciente, todo lo sabe. Jesús era Dios en carne humana; sin embargo, Jesús no sabía todas las cosas, el creció en sabiduría ¿Cómo es posible eso? Muy simple, Él se despojó de todos sus privilegios de la deidad, aunque mantuvo su naturaleza divina, mientras que anduvo aquí entre los hombres. Jesús tuvo sus límites al igual que otros durante los años en que crecía. No fue sino hasta los treinta años de edad, cuando el poder de Dios comenzó a manifestarse en Él. ¿Qué sucedió para que en Él hubiera ese cambio? Con esa pregunta, llegamos al segundo punto del estudio de hoy: Jesús fue ungido con el Espíritu Santo y con poder. Puedes leer del relato en Mateo 3:13-17, Jesús llegó al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista, cuando Juan lo había sumergido, y mientras que Jesús salía del agua, los cielos fueron abiertos y el Espíritu Santo descendió en forma de una paloma sobre Él y la voz del Padre se escuchó de los cielos diciendo: ¨Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia¨. Después de eso Jesús nunca fue igual, Lucas 4, nos dice que después de eso, Jesús fue lleno del Espíritu Santo y que fue guiado por el Espíritu. Él regresó de su experiencia en el desierto en el poder del Espíritu; Él entró a la sinagoga en Nazaret en el sábado y cuando le pidieron que leyera, leyó a propósito el pasaje que se encuentra en Isaías 61:1: ¨El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová¨. Su sermón comenzó con estas palabras: ¨Hoy se ha cumplido esta Escritura, delante de vosotros¨; cuando había terminado su sermón. La gente se maravillaba de sus enseñanzas porque estaban llenas de poder ¿Qué hizo este cambio en Jesús? Hechos 10:38, explica el cambio en estas simples palabras: “Dios ungió a Jesús de Nazaret, con el Espíritu Santo y poder”. Jesucristo no hizo su obra aquí en la tierra por medio de sus poderes como a la segunda persona de la Santa Trinidad. Él trabajó con el poder de Dios comunicado a Él, por medio de ungimiento de Espíritu Santo. Jesús mismo dijo en Juan 5:19: ¨No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre¨. A parte del poder de Dios sobre Él, Jesús estaba limitado, como tú y yo. Él se había despojado de sus poderes divinos al venir al mundo como un hombre. En tercer lugar, Jesús estaba totalmente disponible y totalmente dependiente en su Padre. Él habló de ser enviado por el Padre. Él habló de hacer las obras de su Padre, Él habló de anunciar las palabras de su Padre, nunca hizo nada independiente de la voluntad de su Padre Celestial. Él fue totalmente obediente a la voluntad de Dios, su Padre. Por favor no vayas a interpretar mal mis palabras, no estoy diciendo que Jesús no era Dios; Él era Dios aún en su ministerio encarnado aquí en la tierra. Él ha sido Dios desde siempre, y lo seguirá siendo por la eternidad, pero era Dios limitado durante su ministerio en la tierra para enseñarnos a nosotros los mortales que el poder de Dios, descansará sobre aquel hijo que está totalmente disponible a la voluntad de Él. Esta declaración es de gran importancia para nosotros. En cuarto lugar, Jesús murió en el lugar de los pecadores. He aquí la manifestación más grande de la gracia de Dios, testificada en la historia humana. 1 Pedro 3:18, dice: ¨Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu¨. 1 Pedro 2:22, 24 y 25, dicen: ¨El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas¨. Vez tras vez la Biblia nos dice que Jesús murió por los pecadores; ese término ¨por¨, significa en lugar de. El decir que Cristo murió por nosotros significa que Él sufrió la muerte que nosotros debíamos sufrir, eso es lo que llamamos su muerte vicaria. Significa que la muerte que sufrió Cristo Jesús en la cruz, fue a propósito, para que nosotros no tuviéramos que sufrir la muerte eterna. Significa que nuestra Salvación está basada sobre su muerte y resurrección. Escuchemos esta declaración bíblica concerniente a su sufrimiento suscitado; Isaías 53:5 y 6 dice: ¨Más Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. Nadie es salvo basado en lo que puede hacer por sí mismo. La salvación está basada en lo que Jesús hizo por cada uno de nosotros. Por eso es que la salvación se encuentra en Él; a parte de su obra redentora, no puede haber salvación. Ese es un breve resumen del ministerio del Divino Cristo en la tierra durante su encarnación. En primer lugar, Él creció como un humano normal; en segundo lugar, fue ungido por el Padre con el Espíritu Santo y poder. En tercer lugar, fue totalmente disponible durante su ministerio a la voluntad del Padre y en cuarto lugar, Él pagó el precio de los pecadores por sufrir la muerte de ellos. Por lo consiguiente, Él es el Salvador de todos los que creen en Él con su corazón. Oremos…Padre, mi súplica es que donde quiera que sea escuchado este mensaje, hombres y mujeres puedan exaltar al Señor Jesucristo por medio de confiar en Él como el único y suficiente Salvador de sus almas. En el nombre de Jesús te lo suplico. Amén.
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