Escritura
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:5-11 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 1 Pedro 2:21 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Juan 8:58 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:1-3 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45.
El día en que Dios vino al mundo para nacer como un bebé y vivir entre los hombres, fue el día en el que el milagro más grande ocurrió. Piénsalo, el soberano Rey del universo confinado en el cuerpo de un infante humano. Aquél, cuya voz creó los mundos estaba llorando en el pesebre de un establo en Belén. En Cristo Jesús, el mismo Dios llegó a ser un hombre ideal; Jesús era ¨Emmanuel¨, Dios con nosotros. Vivió como un hombre entre hombres. Él pasó por todas las dificultades que tú y yo tendríamos que pasar, Él nos mostró la manera de vivir para Dios en el mundo presente. Filipenses 2:5-11, es una de las expresiones más finas que se encuentran en las escrituras, concerniente a la venida de Dios en carne humana. Observemos lo que nos dice: ¨Haya pues en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús; el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, si no que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre¨. Qué buena expresión de la gracia de Dios, en enviar a su hijo unigénito para la salvación de los pecadores. Pero hay mucho más involucrado con el ministerio de Jesús aquí en la tierra, Él nos ha dejado ejemplo para que sigáis sus pisadas, según 1 Pedro 2:21. Quiero llamar la atención de ustedes a cinco principios para vivir una vida de Cristo hoy día, esos principios nos fueron dados en los versículos que terminamos de leer; son los siguientes: Número 1, no debemos ser ambiciosos para ganancias propias. Si no que debemos estar dispuestos a sacrificarnos para otros. Eso se encuentra en el versículo seis. Número 2, debemos estar dispuestos a ser nada, si esa es la voluntad de Dios. También el versículo 6. Número 3, debemos entregarnos al servicio de otros, conforme al versículo 8. Número 4, debemos animar a nuestros corazones por medio de mirar hacia adelante, según los versículos 9-11. En quinto lugar, debemos centralizar nuestras vidas enteras en la voluntad de Dios en Cristo Jesús, conforme al versículo 11. Vamos a discutir esos principios uno por uno. El versículo 6 de nuestro texto, describe la condición de nuestro Señor antes de venir en carne humana como el primer nacido de María quien era una virgen; nos declara que Él estaba en forma de Dios y que no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse. Estas dos cosas encontramos en cuanto al estado preencarnado de nuestro Salvador. El vivir una vida de Cristo, significará que tendremos que mostrar un espíritu de sacrificio. Jesús estaba en forma de Dios, la palabra ¨forma¨ en este caso, no se refiere a una apariencia física, es una traducción de una palabra en el texto original griego que se refiere a la naturaleza. El decir que Jesús estaba en forma de Dios, significa que antes de que Él viniera en carne humana, Él cargaba la completa naturaleza de Dios, Él era Dios eterno, antes de nacer como hombre entre los hombres. Quiero darles varias traducciones de ese versículo directo de griego al español. Siendo en forma de Dios, teniendo la naturaleza divina desde el principio, teniendo la naturaleza de Dios desde el principio, Él, quien siempre ha sido Dios por naturaleza y su naturaleza desde el principio es divina. Estas traducciones, demuestran claramente que la referencia a ¨En forma de Dios¨ en cuanto a Jesús, significa que Él era la deidad perfecta y completa antes de venir en carne humana. María, la madre de Jesús, fue la madre de su cuerpo físico únicamente, ella no fue la madre de su Espíritu Divino. Él siempre era Dios, viviendo aún antes de Abraham, según Juan 8:58 y aún antes de la fundación de la tierra, según Juan 1:1-3. Esa mujer tan buena, fue la madre del cuerpo físico de Jesús, en cuyo cuerpo murió su espíritu infinito e inmortal, por unos treinta y tres años. Llegamos a la conclusión entonces que Jesús era Dios. Cuando el texto dice: ¨Siendo en forma de Dios¨, se refiere a su existencia continuante en la naturaleza de Dios. Él era Dios eterno, sin interrupción y sin cambio. Nunca fue otra cosa más que deidad, aun cuando vivió aquí en la tierra con un cuerpo humano. Jesús estaba dispuesto a entregar todos los privilegios que tenía como Dios para salvar al pecador, nuestro texto dice: ¨No estimó el ser igual a Dios, como cosa a que aferrarse¨, ¿qué significa eso?, significa que Él, no miraba a su igualdad con Dios, y todo lo que involucra el ser la segunda persona de la Trinidad, como algo a qué agarrarse a todo costo. Él estaba dispuesto a sacrificarlo todo para salvar al pecador. Jesús vino al mundo para habitar en un cuerpo humano por su propia voluntad, Él no resistió, Él vino porque quiso y no porque le obligaban. Él estaba dispuesto a sacrificar todo lo que tenía en la gloria, para que nosotros pudiéramos recibir todo lo que Él podría darnos por medio de su gracia. Ya hemos visto a un niño jugando con un juguete que no le pertenece, él está encantado con el juguete y se está divirtiendo mucho; pero llega el momento en el que él tiene que volver a casa, tendrá que poner el juguete porque no es suyo y tendrá que dejarlo, él no desea hacer eso, él desea quedarse con el juguete, quiere llevárselo a casa, se le dirá que tiene que abandonar al juguete y que se irá a casa llorando porque él no está dispuesto a separase del juguete por su propia voluntad. Nuestro señor Jesús hizo todo lo contrario, Él vio nuestra necesidad, Él sabía que podía resolver el problema de nuestros pecados, por tomar nuestro lugar y sufrir la pena de nuestros pecados, para eso, él tendría que sacrificar sus derechos y privilegios como deidad infinita y venir como un hombre entre hombres. Y lo hizo. Lo hizo por su propia voluntad, no fue rebelde al decreto del padre para la redención y sacrificio. El vino porque quiso y tomó el lugar de los pecadores para morir. Nuestro texto en filipenses 2:5, dice: ¨Haya pues en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús. Eso significa que nosotros debemos pensar como cristianos, así como Jesús pensó como Cristo. Deberíamos tener la misma actitud que Él tuvo, ¿cuál era su actitud? ¿Cuál es el principio por el cual debemos vivir para poder servirle y agradarle? Nunca debemos insistir en nuestros derechos personales y tomar ventaja de nuestras posiciones como hijos de Dios para no sacrificarnos y ayudar a los que tienen necesidad. No debemos ser ambiciosos en cuanto a ventaja personal. Jesús tuvo una ambición en la vida, una ambición de servir en vez de ser servido. En Marcos 10:45, él dijo: ¨Porque el hijo del hombre no vino para ser servido, si no para servir y para dar su vida en rescate de muchos¨. Jesús no vino para que el hombre le sirviera, el vino para proveer todo lo que el hombre necesitara, el vino para librar al hombre de sus pecados. Deseo hacerte dos preguntas, la primera es esta: ¿Has entrado tú a lo bueno que Jesús hizo por ti a través de su muerte y resurrección? Tú puedes conocer el perdón de todos tus pecados, y gozar de vida eterna si te arrepientes de tus pecados y recibes a Cristo como tu Salvador. Y la segunda pregunta es esta: ¿Estás dispuesto a seguir el ejemplo de Jesús y entregarte al servicio de otros para que ellos puedan recibir las bendiciones que tú recibiste en Cristo? Esa es la forma en que tú estarás obedeciendo el mandato de tener el mismo sentir que hubo en Cristo. Padre, tantas veces nos aferramos al hecho de que somos hijos tuyos y nos sentamos con los brazos cruzados mientras que nuestros amigos y familia siguen el camino que los lleva al infierno. Ponga en nosotros el mismo sentir que Jesús tuvo, ayúdanos a comprender la importancia de nuestro servicio aquí en el mundo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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