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Enseñando Para Cambiar Vidas
Lección Doce – Sígueme
Pastor - Paul Tinoco
(Centro De Vida)
Duración: 00:20:42 Minutes
Listens:
2
Aired on Jun 28, 2020

Escritura

Marcos 2:13-14

Después volvió a salir al mar; y toda la gente venía a él, y les enseñaba. 14 Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.

No importa lo que tengas que dejar por seguir a Cristo, recuerda que lo que obtendrás será mil veces mayor a lo que perdiste. Hoy continuaremos con la serie “Vida Nueva” y el mensaje de este estudio se titula “Sígueme” con ustedes su amigo y pastor Paúl Tinoco. Había una vez, una niña que se llamaba Fabiola, era una niña de siete años que vivía con sus padres y tenía dos hermanitos más. Pues resulta que un día ella salió al súper con su mamá y llegó al lugar donde estaban los accesorios para niñas: aritos, pulseras, todo de plástico. De pronto la niña vio un collarcito de perlas de plástico hermoso  ¡le encanto! Y le rogó a su mamá que se lo comprara, la mamá se lo compró, pero con la condición de que hiciera oficio toda la semana y se lo iba a dar al final de la semana. La niña trabajo, hizo todos los mandados, ayudo con la comida, cuido a sus hermanitos, etc. hasta que se ganó su collarcito de perlas. Una noche cuando su papá terminó de leerle el cuento habitual, le pregunto a su hija ¿hija tú me quieres? La niña le contestó: sí papa. Entonces regálame el collar de perlas de plástico que tienes. Rápidamente Fabiola le respondió: ¡no papi mi collar de perlas no, me costó ganármelo! pero te puedo dar a mi periquita Valentina para que juegues con ella. no le dijo el papá, no te preocupes. A las semanas ocurrió lo mismo, el papá le volvió a decir Fabi regálame tu collar de perlas, y la niña le dijo ¡no papi!, pero te puedo regalar esta muñeca que es la que más me gusta, la que puede patinar solita, y el papá le dijo: no te preocupes. Esa noche fabi se durmió pensando en lo mucho que ella amaba a su papá y en todo lo que él trabajaba para que ella tuviera todo lo necesario y pensó: le voy a regalar mi collar de perlas. A la noche siguiente antes de que su papá le leyera el cuento Fabiola se puso a llorar y poco a poco abrió el puño en el que tenía el collarcito de perlas de plástico y se lo dio a su papá y le dijo: Te Amo papá. Al instante su papá la abrazo y sacó de su bolsillo una franelita azul con unas perlas Genuinas que deslumbraron los ojos de Fabiola, perlas que probablemente Fabiola las conserva hasta el día de hoy. Así como este padre amaba a su hija, de la misma forma nos ama Dios. solo está esperando que tu sueltes esa baratija a la que te estas aferrando para darte un verdadero tesoro. Hoy estudiaremos la vida de un hombre que estuvo dispuesto a dejarlo todo por seguir a Cristo ya que entendía que todo lo que poseía no se comparaba en nada a la joya preciosa que es Cristo. Les invito a abrir la Palabra de Dios en el libro de Marcos capítulo 2:13-14, hoy estudiaremos el encuentro que tuvo Jesús con un cobrador de impuestos llamado Leví. La palabra de Dios dice “Después volvió a salir al mar; y toda la gente venía a él, y les enseñaba. Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.” Una de las tareas principales de nuestro Señor Jesucristo durante su ministerio era la enseñanza, ante él se congregaban multitudes, había personas de diferentes razas, idiomas, color, condición social y vida moral. En uno de esos recorridos por las orillas del mar de Galilea, vio a Leví, sentado al bando de los tributos públicos. Levi o Mateo como comúnmente es conocido era un publicano, un recolector de impuestos, debemos recordar que Israel en los tiempos de Jesús vivía bajo el dominio del Imperio Romano y como tal tenía que pagar impuestos. Había impuestos de toda clase y color, impuestos personales, impuestos a la renta, impuestos generales sobre la tierra, impuestos por transporte de bienes y productos, impuestos por el uso de caminos, por el cruce de puentes y por otras actividades diversas. El pagar impuestos era algo normal en todo tipo de nación y cultura. Sin embargo ¿Cuál era la razón por la cual los cobradores de impuestos en Palestina eran tan odiados? La razón es bien simple, es que ellos cobraban mucho más de lo que la ley requería. De todo el dinero recaudado una parte era para los romanos y una parte se quedaba en sus bolsillos. Estos hombres se hacían ricos a expensas del trabajo de su propio pueblo, dentro del cual se encontraba gente pobre y humilde económicamente, a los cuales los explotaban y a quienes no podían pagar, les prestaban dinero a exorbitantes tasas de interés y si por algún motivo alguien se atrevía a evadir los impuestos, estos contrataban matones que los golpeaban hasta pagar el último centavo y si a pesar de esto no pagaban, ellos tenían a disposición soldados romanos que estaban listos para apresar a quien se estaba contra de la leyes romanas. Esto los llevó a un rechazo tremendo por su propio pueblo, un desprecio, un estigma social, al punto que ni aun en las sinagogas o los lugares donde se estudiaban las escrituras se les permitía el paso y si por cualquier motivo uno tenía contacto o alguna relación con uno de estos hombres era considerado impuro. La gente los odiaba, los escupía, los despreciaba, incluso su propia familia cuando se enteraba que uno de sus hijos se había convertido en cobrador de impuestos inmediatamente los echaban de casa y cortaban cualquier tipo de relación familiar para siempre. Tener un hijo que era publicano era simplemente no tener un hijo. En resumen, eran clasificados como traidores a su patria, ladrones, mentirosos, avaros y los pecadores más viles que existían en su tiempo. Así era Levi, la sociedad entera lo despreciaba sin embargo hubo un hombre que fijó su mirada en él. Un día, así como otro mientras se encontraba realizando su trabajo, vino a su encuentro un hombre que se llamaba Jesús, este le miró con ojos de gracia y le dijo “sígueme”, ante este llamado. Estoy seguro que los discípulos de Cristo, los soldados romanos y todos a su alrededor debieron quedarse realmente con la boca abierta. Y es más, seguro no falto alguno que tomo a Jesús aparte y le dijo: Señor no sabes lo que estás haciendo, este hombre es la escoria de la sociedad, si relacionarnos con él es pecado imagínate lo que pensará la gente si llega a ser tu discípulo. Levi sabía quién era Jesús ya que Jesús había hecho de Capernaun la sede principal de su ministerio, seguramente vio sus milagros y quedo realmente impactado. Levi era un hombre calculador, matemático, un experto en las finanzas. Él no tomaba una decisión al azar, seguramente cuestiono el ministerio del maestro, sin embargo, ante tanta evidencia no había duda de que él era el Mesías esperado por su nación. Sin embargo, el poco conocimiento que tenia de Jesús, no se comparaba al conocimiento que tenía Jesús de Levi, él vio a un hombre miserable, afligido por el peso de su culpa y listo para arrepentirse. Le dijo “¡sígueme! y levantándose, le siguió” esta no era una invitación a simplemente tomar un simple cafecito o a una salida temporal, esta era una invitación a dejarlo todo y seguirlo de forma permanente. Pensemos por un momento en la situación en la que se encontraba Levi. El durante mucho tiempo habría juntado el dinero suficiente para comprar a los Romanos el derecho de cobrar los impuestos, había soportado el desprecio de su familia y el rechazo de todo su pueblo por conservar su profesión. Ahora Jesús le pide que lo deje todo y lo siga únicamente a él. Esta no era una decisión fácil. Según cuentan los historiadores “si un Publicano decidía abandonar su puesto de trabajo ya no podía volver a tomarlo nunca más en su vida.” Así que en ese momento Mateo estaba tomando la decisión de cortar por completo con lo que había sido su vida hasta entonces, para poder seguir a Jesús. Es a eso lo que la Biblia llama conversión. ¿lo has experimentado? ¿te podrías identificar con la experiencia de Levi? En ese momento Levi fue transformado de ser un cobrador de impuestos amante del dinero, a ser un seguidor del maestro, amante de Dios. Se cuenta que cierto día un viajero se perdió en medio de la selva africana. Le preguntó a un nativo si le podía mostrar el camino a través de ese bosque. Ya habían avanzado una buena distancia, cuando aquel viajero entró en dudas, y preguntó: ¿Es este el camino? El nativo respondió: Aquí no hay caminos; yo soy el camino. La sagacidad del aborígen guio a través de la selva inexplorada a aquel viajero perdido. El guía era el camino. De la misma forma Cristo es el camino a una vida plena y significativa. Solo Él puede guiarnos. Él dijo: Sígueme. Al decir esto no quiso decir nada más que siguiéramos ciertos principios o cierta disciplina de vida, sino  que nos entregáramos por completo a Él, que estuviéramos dispuestos a renunciar a nuestra vida vieja y a seguirlo únicamente a él. Cuando Levi se arrepintió y decidió seguir a Jesús el entendió que seguirlo era mil veces mejor que continuar aumentando su cuenta bancaria, en otras palabras, Leví en ese momento rasgo de su vida el ídolo que tanto se había impregnado en su corazón al punto de preferirlo aun antes que, a su familia, su reputación, sus amigos, e incluso a Dios. Leví vio en Jesús una joya preciosa y estuvo dispuesto a dejarlo todo con tal de tenerlo a él. Uno puede tener todo lo que desea en la vida, pero si no tiene a Jesús no tiene absolutamente nada, y uno puede carecer de todo lo que este mundo puede ofrecerte ya sea fama, dinero, posición, pero si tiene a Jesús lo tiene todo. Eso creyó Leví. Al escuchar la invitación de Jesús, el entendió que a pesar de su condición y su vida pasada él podía ser perdonado y aceptado, no en base a sus méritos personales, ya que el evidentemente carecía de ellos, sino únicamente por la bendita gracia y misericordia de Dios. Alguien dijo lo siguiente “El antiguo extorsionista, traidor y paria fue transformado en un discípulo. Aunque perdió su carrera, ganó una recompensa eterna y “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos” (1 P. 1:4). Perdió posesiones materiales, pero ganó la vida espiritual; perdió seguridad terrenal, pero ganó un futuro celestial; perdió recompensa económica, pero ganó una corona incorruptible de glor ia (1 P. 5:4). Levi pudo haber sido excluido de la sinagoga, pero fue aceptado por Dios y se le concedió la salvación.” ¿Y que, de ti, querido amigo?, ¿tu vida se asemeja a la vida de Levi? Tal vez seas un hombre que por amor al dinero has dejado a tu familia, a tus amigos e incluso a Dios mismo, tal vez seas un hombre que ha caído en lo más bajo que un hombre puede caer en la sociedad o tal vez lo tengas todo, dinero, poder y todos los placeres que este mundo te puede ofrecer, pero por dentro careces de paz, amor, esperanza y felicidad. Ven a Jesús querido amigo, ven a Jesús tal y como eres, no intentes maquillarte aparentando ser una mejor persona, ven a él con todos tus pecados y colócalos a los pies de aquella cruz. Tu puedes ser perdonado y aceptado no en base a tus méritos personales o a tus buenas acciones, sino únicamente por la gracia de Dios. Él vino a este mundo a morir por nuestros pecados. la Biblia dice que la paga del pecado es la muerte y eso es lo que merecemos cada uno de nosotros, sin embargo, él por amor, vino a este mundo, ocupo nuestro lugar en la cruz y murió por nuestros pecados. El profeta Isaías dijo de él “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” La muerte no tuvo poder sobre él y al tercer día resucito de los muertos y ahora desde esa tumba vacía ofrece salvación y vida nueva a todo aquel que humildemente viene a él en arrepentimiento y fe. ¿estás dispuesto a dejarlo todo y seguirlo únicamente a él? ¿estás dispuesto a dejar a un lado tus ídolos y correr a los pies del maestro? Leví lo hizo, que hermoso sería si tú lo hicieras también. Saben cuándo Jesús miro a Leví no miro solamente lo que era Leví en el momento actual, sino miro lo que él podría llegar a ser. Leví llego a ser uno de los discípulos fieles que tuvo nuestro Señor Jesucristo, también se convirtió en uno de los autores de la Sagradas escrituras, su amor a Jesús lo llevo a sufrir el martirio y la persecución, pero eso no le importo ya que su muerte simplemente aceleraba su encuentro con su precioso salvador.

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