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Enseñando Para Cambiar Vidas
Lección Cuatro – El Malhechor Que Se Arrepintió
Pastor - Paul Tinoco
(Centro De Vida)
Duración: 00:19:54 Minutes
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467
Aired on Mar 29, 2020

Escritura

Lucas 23:32- 43

Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

No importa cuán bajo hayas caído, ni al borde del abismo en el que te encuentres, en Jesús tienes esperanza. Hoy continuaremos con la serie “Vida Nueva” y el mensaje de este estudio se titula “el malhechor que se arrepintió” con ustedes su amigo y pastor Paúl Tinoco. Hola amados amigos, les invito a abrir la Palabra de Dios en el libro de Lucas 23:32- 43. Hoy estudiaremos la vida de un hombre que estando a minutos de morir puso su confianza en el salvador y hallo gracia y misericordia para su alma. La palabra de Dios dice: “Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.” La escena en la que nos encontramos se dio minutos antes de la muerte de nuestro Señor Jesucristo. El iba camino a la cruz junto a dos malhechores, no sabemos mucho de ellos, no sabemos cómo se llamaban, de donde venían, ni que crimen habían cometido. Lo único que dice el texto era que eran malhechores. La palabra malhechor significa: un hacedor de males, alguien que se deleita en la maldad. El apóstol Mateo en su carta dice que eran ladrones. Sin embargo, hasta donde sabemos la Ley Romana y Judía no condenaban el robo con la muerte, por este motivo es de suponer que además de ladrones estos hombres habían cometido crímenes mayores.  Muchos teólogos creen que muy probablemente eran seguidores de Barrabás, un hombre rebelde y forajido, un hombre que mancho sus manos con sangre Romana. A parte de ser ladrones y criminales estos hombres eran blasfemos, duros de corazón y sin afecto natural. Al principio de la crucifixión cuando los judíos, los sacerdotes, los fariseos y los escribas se burlaban de Jesús estos malhechores también hacían lo mismo.  Mateo 27:44 dice “Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.” Y por si esto fuera poco, ser crucificado en una cruz no era el castigo común para la mayor parte de los criminales. La cruz era el más cruel y horroroso de todos los castigos y estaba reservada para aquel que hubiese cometido el peor de los crímenes que un hombre pudiera cometer.  Se aplicaba generalmente a esclavos y hombres libres que no pertenecían a Roma, por crímenes como el homicidio, la traición o la sedición. En resumen, Jesús no estaba siendo crucificado frente a dos hombres que injustamente fueron a parar a ese lugar sino, delante de él estaban los hombres más rebeldes y forajidos que este mundo pudieran concebir, hombres implacables y perversos, hombres que habían tomado la decisión de vivir sin respetar las leyes de los hombres y mucho menos las leyes de Dios. Muchos al ver a estos dos malhechores podrían caer en el error de creerse mejores que ellos. Sin embargo, la realidad es que ellos son simplemente el cuadro perfecto de los que nosotros somos. Romanos 3:9 -12 dice “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Waoo no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. ¿tu creías que eras un hombre bueno y respetable? ¿un hombre justo que cumplía la ley y vivía una vida moral intachable? ¿te creías digno heredero del cielo? Pues bájate de ese pedestal, pues tu vida y la mía no es mejor que la de estos hombres. Bien decía el pastor Spurgeon “si algún hombre piensa mal de ti, no te enojes con él; porque tú eres peor de lo que él piensa que eres. Si te acusa falsamente por algo, estate satisfecho; porque si te conociera mejor podría cambiar la acusación y no saldrías beneficiado por ese cambio. Si pintan un cuadro moral de ti y es feo, estate satisfecho; porque todavía necesitaría unos toques de negro para acercarse más a la realidad” así es la condición del hombre. Sin embargo, antes de morir algo paso en la vida de uno de estos malhechores, algo que lo cambiaría por toda la eternidad. En primer lugar, el malhechor vio el testimonio de Cristo. La palabra de Dios dice “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.” Uno podría perdonar a un amigo que nos ha hecho daño y se ha equivocado, ¿pero perdonar a unos asesinos, despiadados, blasfemos y burladores? eso no se ve todos los días. Estoy seguro que el malhechor quedo impactado con las palabras y con la actitud de Cristo.  Se asombró de como ante esta avalancha de odio y desprecio, Jesús respondió con mansedumbre, misericordia y perdón. En lugar de tratar de vengarse de sus enemigos, dice el apóstol Pedro “cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” Eso realmente impacto el corazón del malhechor. En segundo lugar, el Espíritu Santo uso el testimonio de los enemigos de Jesús para abrir el entendimiento del malhechor. La palabra de Dios dice: “Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Cuatro fueron los grupos de personas que se encontraban en el calvario y los cuatro querían ridiculizar y burlarse del maestro. En primer lugar, estaba el pueblo que días antes aclamo a Jesús como su Mesías pero que ahora simplemente dio su aprobación para semejante crueldad. En segundo lugar, estaban los gobernantes quienes insultaban y se burlaban de Cristo diciendo: si este es el Cristo sálvese a sí mismo. En tercer lugar, estaban los soldados quienes en un acto de burla fingieron que el vinagre era en realidad vino real y se lo ofrecieron como si Jesús fuera su rey. Y en cuarto lugar se encontraba el otro malhechor que aun en sus últimos minutos de agonía no se arrepintió sino por el contrario exigía que Jesús lo salvase y se salvase él también si es que era el Cristo. Estoy seguro que, ante las palabras de todos ellos, interiormente el malhechor de nuestra historia se llenó de asombro ante la persona de Cristo y se dijo “waooo este hombre decía ser el Cristo, el escogido de Dios, el Rey de Israel” ¿será que el Mesías prometido que tanto ha esperado nuestro pueblo es este que está a mi lado? de pronto Dios abrió su corazón a la verdad, el velo que cubría sus ojos se rasgó en dos y paso de la oscuridad más profunda en la que se encontraba a la luz y la vida eterna. Un milagro ocurrió en ese momento. El hombre del cual la mayoría pensaría que nunca llegaría a los pies de Cristo hoy era hijo suyo. ¿Cómo lo sabemos? Por sus palabras que eran fruto de su conversión.  La palabra de Dios dice: “Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” Al escuchar las palabras del malhechor, no hay duda que de ella brotan tres frutos o evidencias de un corazón transformado y perdonado por el Señor Jesucristo. En primer lugar, el malhechor mostro temor a Dios. Al oír a su amigo blasfemar contra Jesús, rápida fue su reacción y reprendió a su compañero al decirle: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? En otras palabras, lo que le dijo fue lo siguiente “estás a punto de morir, estas a puertas del infierno y ¿ni aun así tienes temor de tu Señor?   Estoy seguro que su compañero se quedó impresionado por esto porque al comienzo de la crucifixión ambos se hacían burla del maestro. Sin embargo, con el pasar del tiempo el corazón del uno fue quebrantado reconociendo que aquel quien estaba a su lado no era un hombre más, sino el Hijo de Dios, el Rey de Israel. Que interesante. La perspectiva del malhechor cambio por completo. Ahora ya no tenía temor a aquellos que podían destruir su cuerpo, su temor cambio hacia aquel que podía destruir su cuerpo y su alma en el infierno. ¿Qué de nosotros? ¿hay temor de Dios en nuestra vida? Muchos rechazan seguir y obedecer al maestro por temor a lo que sus padres, su familia o sus compañeros les pudieran hacer. Muchos viven una vida pecaminosa y secreta y su mayor temor es que alguien los descubra, sin embargo, no se dan cuenta que los ojos del Señor todo lo ven, son tan claros en el día, así como en la noche más oscura. Todo hombre debiera de tener temor de Dios, porque no es a un hombre a quien hemos de dar cuenta, sino al autor de la vida, al creador del universo y al sustentador de todo cuanto existe. En segundo lugar, el malhechor reconoció su pecado en contraste con la pureza de su salvador. El dijo “Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos, mas este ningún mal hizo”. Este hombre antes de morir reconoció su pecado e impiedad, reconoció que a lo largo de su vida había vivido una vida en total rebeldía hacia su creador, reconoció su miseria y bancarrota espiritual, reconoció que no tenía nada que ofrecerle al Señor y se amparó solo en la gracia y la misericordia de Dios. ¿Qué de ti amado amigo? ¿alguna vez has llorado por tu pecado e impiedad? ¿alguna vez le has dicho al Señor: ten misericordia de mí que soy un pobre pecador? ¿alguna vez te has visto a ti mismo como un mendigo espiritual que necesita la misericordia y la gracia de Dios para escapar del infierno? En tercer lugar, notamos su confianza y fe en Jesucristo. Sus últimas palabras fueron “acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino” minutos antes de morir el malhechor reconoció quien era Jesús y puso su confianza en él. Apeló a su misericordia al decirle humildemente “acuérdate de mí” él sabía que no tenía nada que ofrecer a Dios, sino solo un corazón quebrantado y arrepentido, un corazón dispuesto a ser transformado por la gracia de Cristo. Seguro que por su mente paso las palabras de Cristo cuando dijo “padre perdónalos porque no saben lo que hacen” y él se dijo a sí mismo. Si él tuvo compasión de la gente que lo trato mal, tal vez también tenga compasión de mí. A su vez reconoció también que era el Rey de Israel, el Mesías prometido. reconoció que un día el Señor volvería a la vida y establecería un reino como nunca antes y le pidió que cuando llegue ese día, él le concediese entrada a ese reino. Ante ello la respuesta de nuestro Señor fue realmente asombrosa y maravillosa: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” waoo. No le dijo “primero tienes que bautizarte o cumplir los sacramentos” “no le dijo primero tienes que hacer obras de caridad y enmendar tu pecado” tampoco le dijo “hoy estarás en el purgatorio y después de cierto tiempo pasarás a la gloria” lo que le dijo fue: “hoy” no mañana, ni a la semana siguiente, “hoy estarás conmigo en el paraíso.” Que hermosa historia. ¿Qué de ti amado amigo? ¿crees que Dios no te puede aceptar por haber cometido tanto pecado y maldad? Pues mira la vida de este hombre. Si en todo el mundo existió un hombre que no tenía esperanza de salvación, era este. Y aun así Dios lo salvo. Y si él pudo salvar a este amante de lo malo mientras estaba en una cruz. ¿Cuánto más te puede salvar a ti, ahora que ha resucitado y está sentado a la diestra del Padre? Se cuenta que cierto día se le pidió a un campesino contar lo que Cristo había hecho por él, entonces él se fue al bosque, escarbo un poco la tierra y saco un gusano. Puso al gusano al medio de un montón de hojas secas, y con un fósforo comenzó a quemar las hojas, cuando ya el fuego estaba a punto de quemar al gusano, él tomó al gusano en sus manos y dijo “este es mi gusano” y lo salvo. y al acabar la demostración dijo “eso mismo hizo Jesús por mí”. Eso es lo que el Señor hizo por cada uno de nosotros, cuando ya estábamos a punto de quemarnos en el fuego del infierno, el por amor entregó su vida para salvarnos, nos libró del fuego, nos tomó entre sus manos y dijo “este es mi gusano”. Ven a él querido amigo, ven a él y dile como el malhechor “Señor, soy un pecador, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” hazlo con el corazón y ten la seguridad que él se acordara de ti.

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