Copyright 2016-2019 Lifeword
La Medicina Para El Temor
La Medicina Para El Temor - Parte 5
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Duración: 00:14:30 Minutes
Listens:
7
Aired on May 29, 2020

Escritura

Isaías 41:10-13; Isaías 43:2-3; Salmos 27:1; Deuteronomio 33:25; Isaías 41:15; Efesios 2:19-20; Deuteronomio 33:27;

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. (Isaías 41:10-13) Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. (Isaías 43:2-3) Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Salmos 27:1) Hierro y bronce serán tus cerrojos, Y como tus días serán tus fuerzas. (Deuteronomio 33:25) He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a tamo. (Isaías 41:15) Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, (Efesios 2:19-20) El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos; El echó de delante de ti al enemigo, Y dijo: Destruye. (Deuteronomio 33:27)

Vamos una vez más a la lectura preciosa que encontramos en Isaías 41:10-13 y 43:2 y 3. Dice así: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador”. Esas palabras están llenas de la promesa de Dios, para aquellos quienes confían en Él, son promesas que cada cristiano debería reclamar. Vamos a enumerar las promesas y cada uno de nosotros aplicarlas en nuestra propia circunstancia: En primer lugar, Dios promete fuerzas a quien confía en Él. No podría expresarlo de mejor forma con las palabras: “Yo soy tu Dios que te esfuerzo”. ¿Qué diferencia hace eso en nosotros? Observemos la vida de un hombre ordinario llamado Sansón, éste cuando lleno del Espíritu Santo, era invencible y poseía una fuerza física sin igual e inexplicable. Bienaventurado el creyente que puede decir estas palabras que encontramos en Salmos 27:1 “Jehová es la fortaleza de mi vida” El poder de Dios en el cristiano es como la fuerza de Sansón en los brazos de un bebé. Dios ha prometido: “Como tus días, serán tus fuerzas” (Deuteronomio 33:25) Eso significa que Él nos dará fuerza durante todo el tiempo que lo necesitemos. En segundo lugar, Dios promete ayudar a los que confían en Él. “Yo te ayudaré”. Aquí encontramos la promesa de manos invisibles. Está a nuestro alcance un poder infinito. Hay una garantía de suficiencia para el cristiano. Una familia se pasaba a una casa nueva. El papá llevaba sus libros a un cuarto, en el segundo piso, en donde él iba a tener su oficina. Su hijo, quien era pequeño, quería ayudarle en llevar los libros. El papá le pasó un libro pequeño, pero el chiquillo no estaba satisfecho. El niño escogió llevar un diccionario, el libro más grande de todos. Empezó a subir las gradas, pero el libro pesaba mucho. El niño pondría el libro en una grada más alta y después él se subiría, pero la tarea se le hacía muy difícil. El niño finalmente se dio cuenta de que no iba llegar hasta arriba. Agachó la cabeza y comenzó a llorar. El papá, con ternura se acercó al niño, lo levantó con todo y libro, y lo subió hasta el segundo piso, cumpliendo así el deseo de su hijito. Esa es la clase de ayuda que Dios da a sus hijos, cuando ellos confían en Él. En tercer lugar, Dios promete sustentar a los que confían en Él. El que reconoce nuestras necesidades y nuestros límites, también provee lo que necesitamos. Él nos acompaña; Él nos sustenta. Piensa un momento en esto: La mano que midió los mares del mundo, ahora está ocupada en cuidar de ti. Ese poder que hizo el universo ahora está involucrado en tu protección y en el cuidar de ti. Su promesa: “Yo te sustentaré con la diestra de mi justicia; ya no temas”. Es mejor estar lleno de paz y de regocijo. Dios ha prometido ser todo lo que tú desearas de un Dios. En cuarto lugar, Dios promete reivindicar a los que confían en Él. No todo le irá bien al cristiano en la vida. No importa cuán diligentemente Él trate de hacer comprender al ser humano, siempre habrá aquellos que juzgarán mal. Nos malinterpretarán, nos acusarán y se resistirán a la verdad que les queremos impartir. Los hombres malvados tratarán de acabar con nosotros, cuando la intención de nosotros es ayudarles. ¿Cómo puede vencer la verdad? Dios promete en Isaías 41:11 y 12, que Él personalmente se encargará de los que maltratan a sus hijos. El asegurará el hecho de que la verdad triunfe y la justicia prevalecerá. Aquellos que tanto se oponen a la verdad, perecerán. Los buscaremos y no los hallaremos. El pueblo de Dios triunfará. En quinto lugar, Dios promete agarrarse de la mano del que confía en Él. Escuche sus palabras: “Porque yo, Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: No temas, yo te ayudo”. Un niño se encontraba en el hospital con los dos ojos vendados a causa de un accidente. El niño estaba desesperado sin poder dormir. Llegó una de las enfermeras y tomó la mano del niño en la de ella. El pequeño se calmó, y pronto estaba durmiendo tranquilamente. Así es como Dios en nuestra desesperación, se agarra de nuestra mano. En sexto lugar, Dios promete usarte. ¡Tú eres importante para Dios! Así como el agricultor usa un instrumento para cosechar la siembra, así también Dios promete usarte para lograr sus propósitos (Isaías 41:15) ¡Qué bueno es que Dios me está usando para sus propósitos divinos! Eso redime nuestras vidas de cualquier pensamiento de que somos inútiles, eso es suficiente para arrebatar de nosotros cualquier temor Dios nos ha escogido para usarnos en hacer su voluntad aquí en la Tierra. No temas. En séptimo lugar, Dios promete proteger a los que confían en Él. No importa cuán grande la prueba. Tal vez tendrás que pasar por aguas, que pasar por el fuego; todo esto estará bien. Dios ha prometido que las aguas no te anegarán. Dios te asegura que el fuego no te quemará y la llama arderá en ti. Yo creo que valdría la pena el pasar por las pruebas, sólo para ver la protección y la provisión de Dios. Como fundamento de cada una de esas promesas, encontramos qué hay que ver, con nuestra relación en Dios. Ninguna de esas promesas son para la persona que no tiene a Cristo en su corazón, pero cada una de esas promesas, son para aquellos que han recibido a Cristo, llegando a ser hijos de Dios por medio de la fe en Jesús. Se dice que hubo una vez un ateo que estaba por morir. Sus amigos incrédulos trataban de consolarlo y fortalecerle en su incredulidad, para que él no rechazara el ateísmo. Ellos les decían: “Agárrate fuertemente de tus creencias”. Finalmente, el hombre moribundo les dijo: “Está bien que me digan que me agarre de algo, pero es que no hay nada allí para agarrar”. No es así para ti, que confías en Cristo, Jesús. Efesios 2: 19 y 20 dicen: “Ya no sois extranjeros ni advenedizos, si no conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo. Deuteronomio 33:27, dice: “El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos” Mi hermano y hermana, deseo que reconozcan el daño que les hace un espíritu de temor. Considere las razones por la cual debemos estar confiados en Dios. Confíe en la providencia de Dios. Magnifique la presencia personal de Dios y reclame sus preciosas promesas: “No Temas”. Padre, aquieta nuestros temores. Ayúdanos a no fijarnos en las cosas que están sucediendo en nuestro derredor. Ayúdanos a entregarte nuestros pensamientos. Deja que tu paz fluya en nuestras mentes por medio de Cristo, Jesús, nuestro Señor. En su nombre lo pedimos, Amén.

Otros archivos en esta serie