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La Medicina Para El Temor
La Medicina Para El Temor - Parte 1
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Duración: 00:14:31 Minutes
Listens:
4
Aired on May 25, 2020

Escritura

Isaías 41:10-13; Isaías 43:2-3; Génesis 3:8-10; 1 Juan 3:21; Santiago 4:8; Lucas 21:26; Lucas 21:25; Isaías 12:2-3

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.

¿Eres aprensivo en cuanto al futuro? ¿Sientes que vives en tiempos peligrosos? ¿Sientes alguna emoción de inquietud por lo que podría suceder en los días que vienen? Si es así, eres acosado por la terrible maldad espiritual del temor. Dios tiene palabras para aquellas personas que están agobiadas del temor. Podemos sumar esas palabras en dos: “No temas”. En Isaías 41:10-13 y 43:2-3, leemos estas palabras: “No temas porque yo estoy contigo; no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos, serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: No temas, yo te ayudo. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti. Porque yo, Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador”. En esos versículos, vemos la falta de firmeza del hombre y el gran problema del temor. Qué bueno es el saber que el temor es innecesario y sin producción. Estos versículos nos animan a confiar y no temer. Dios reconoce que el hombre está lleno de temores, por esa razón es que Él en su palabra nos habla tanto, en cuanto a la confianza, el huir de la duda y el vencer al temor por medio de obedecerle en todo. La doble tragedia es que muchos de nuestros temores no tienen fundamento o sobre qué basarse. Alguien ha observado que la mayoría de las cosas que involucran nuestras mentes, en la preocupación que nos destruye y en los temores que consumen nuestra paz, nunca llegan a realizarse. ¡Qué trágico! El hombre destruye la salud de su cuerpo y la de su mente, preocupándose por cosas que nunca llegan a realizarse; sin embargo, muchas de las figuras más conocidas en nuestra historia, fueron personajes que tuvieron la debilidad del temor. El doctor Samuel Johnson, no entraría a un cuarto poniendo el pie izquierdo adelante, por temor de que le traería mala suerte. Julio César tuvo temor mortal de los truenos e hizo que le edificaran un cuarto subterráneo en el cual él no pudiera oírlos. Pedro El Grande se atemorizaba cuando le era necesario cruzar un puente. Cada uno de esos hombres, estaba poseído por un temor incontrolable e insensato. La superstición crea temores y después se alimenta de ellos. Cuántas personas modernas y sofisticadas hoy tienen miedo de pasar debajo de una escalera, se sienten intranquilas cuando se quiebra un espejo, se detienen al ver que un gato negro se les cruza en frente, y hacen caso de muchas otras supersticiones ridículas. Qué inútil es que una persona viva de esa manera, sólo esperando que se le venga algo desastroso, y que tanto más fácil es, cuando depositamos nuestra confianza en Dios dejando a un lado los temores. El temor no es una cosa normal para el hombre. Dios no hizo al humano con la capacidad de cargar temores sin sufrir los resultados de dicha carga. Como la culpabilidad, el temor va consumiendo la salud mental y espiritual de la persona que permite que esto permanezca en su vida. El temor es tan anormal a la salud mental como lo es un tumor de cáncer a la salud física. ¿Por qué temen los hombres? A causa del pecado. La Biblia aclara en Génesis 3:8-10, que la humanidad no tenía conocimiento del temor hasta que pecó en contra de Dios. Adán y Eva quebraron el mandato de Dios, cuando comieron del fruto que Dios les había prohibido. Observemos lo que sucedió después: “Y oyeron la voz de Jehová Dios, que se paseaba en el huerto al aire del día y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios, entre los árboles del huerto. Cuando Dios llamó a Adán, el respondió: Oí tu voz en el huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí”. Adán y Eva nunca habían temido a Dios antes. Qué sucedió, cuál fue la causa del gran cambio de la relación que tenían con él. Sólo una cosa había cambiado. Ellos habían llegado a ser culpables de pecado, y con esa culpabilidad, vino el temor.  Siempre ha sido así, el hombre que no tiene pecado oculto y ha sido perdonado por Dios, se acerca con confianza a Él. Según I Juan 3:21, pero el hombre culpable de pecado está lleno de temor. Un sentido de temor ha venido sobre los hombres hoy día, porque ya no viven cerca de Dios. Se han alejado de él. El que se acerca a Dios, encontrará que Dios también se está acercando a Él, según Santiago 4:8. El temor se aleja, en el momento que se aleja la separación que tenemos con Dios. Nuestra generación es una de mucha tensión. Lucas 21:26, nos relata estas palabras del señor Jesús: “desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra”. ¿Cuáles cosas nos causan temor? Jesús las identifica en el versículo 25, del capítulo 21 de Lucas: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustias de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas”. Con razón el hombre tiene tantos temores. En estos momentos, nos enfrentamos a la posibilidad de una guerra mundial, el hambre ataca, hoy mismo, a muchas naciones. La crisis de energía es una crisis verdadera y una que no deseamos anticipar. Los problemas personales en el hogar, dentro de la familia y en el negocio, son añadidos a los problemas internacionales. ¿Cómo es que una persona puede caminar sin tener cierto temor? La verdad es que, en realidad, no hay ninguna razón para que exista el temor en nosotros. El hombre que tiene sus ojos confiadamente puestos en Dios no tiene por qué temer. Estas son las palabras de Isaías, un profeta de Dios: “He aquí Dios es salvación mía. Me aseguraré, y no temeré, porque mi fortaleza y mi canción es a Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo agua de las fuentes de la salvación” Isaías 12:2-3. Lo opuesto al temor, es la confianza. La persona que puede decir de corazón: “Dios es mi salvación, el señor Jehová es mi fortaleza y mi canción”. Esa persona no tiene por qué temer. Deseo que entiendas la naturaleza y el origen del temor, para no seguir temiendo. El autor de un himno cristiano dijo, en los versos del himno: cuánta paz dejamos a un lado y cuántos sufrimientos cargamos, sólo porque no queremos dejar nuestros problemas en las manos de Dios. ¿Cuál es el área de tú temor? Entrega el dominio total de esa área a Dios, encárgale tus problemas. Ofrécele tu vida y permítele que él te use para resolver el problema si es necesario. Entregándote a Dios, recibirás paz. Escuchemos nuevamente lo que dice Isaías 12:2: “He aquí Dios es salvación mía, me aseguraré y no temeré, porque mi fortaleza y mi canción es a Jehová, quien ha sido salvación para mí”. Padre, perdónanos por permitir que existan las dudas y temores en nuestras mentes. Enséñanos a depositar nuestra confianza en ti para no temer. En este momento te entregamos nuestros temores y dudas. En el nombre de Jesús, Amén.

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