Copyright 2016-2019 Lifeword
La Voluntad de Dios
La Voluntad De Dios Es De Que Le Sirvamos
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Dic 23, 2022
Dic 18, 2022
Duración:
00:14:30 Minutes
Vistas:
5

Escritura

1 Pedro 2:15-16; Mateo 20:28.

Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. 1 Pedro 2:15-16 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Mateo 20:28

¿Qué harías si le pides a Dios que te muestre su voluntad y Él te dice que su voluntad es que dejes tu trabajo, tus amistades, familiares, que vendas tu casa, automóvil y todo lo que tienes, para ir a servir como misionero a una tribu en África, con la cual nadie ha podido tener contacto? ¿Irías? He conocido a una gran cantidad de hermanos en la fe que piden a Dios que le muestre su voluntad, para luego rechazar hacer su voluntad, una vez que Él les ha dicho lo que quiere que hagan. A veces, cuando las personas me dicen que harían la voluntad de Dios si Él les dijera lo que deben hacer, yo les pregunto si están estudiando la Biblia, orando, teniendo compañerismo con otros hermanos y testificando a personas quienes no conocen a Jesús. La respuesta que mayormente me dan, es que no están haciendo esas cuatro cosas como deberían estarlas haciendo. Luego les pregunto si ellos piensan que estudiar la Biblia, orar, tener compañerismo con hermanos en la fe y testificar de Jesús es la voluntad de Dios. Siempre me responden que sí, que están seguros, que no tienen ninguna duda de que Dios desea que ellos hagan esas cosas. Entonces les hago ver que Dios les ha mostrado su voluntad y sin embargo ellos no la están haciendo. Así que llegamos a la conclusión que, aunque Dios se nos presentara en persona y nos dijera su voluntad, nosotros haríamos únicamente lo que nosotros deseamos hacer. Mejor sería que dijéramos: “Señor muéstrame tu voluntad, para ver si deseo hacerla o no”, porque eso es precisamente lo que hacemos. Si la voluntad de Dios no concuerda con lo que nosotros deseamos hacer, la voluntad de Dios es hecha a un lado.   En esta serie de estudios hemos visto que Dios desea que hagamos el bien, que callemos con nuestros hechos la ignorancia de hombres insensatos, que seamos libres y que no abusemos de la libertad que tenemos. Hoy vamos a ir al último indicio que nuestro texto nos da concerniente a la voluntad de Dios. Así que abramos nuestras Biblias, y entremos a nuestro estudio. Vamos a 1 Pedro, capítulo 2, para leer los versículos 15 y 16. 1 Pedro 2:15-16, dice así: “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombre insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios”. Lo que nosotros queremos hacer, es concentrarnos en las palabras: “como siervos de Dios”. Todo hijo de Dios necesita comprender que es la voluntad de nuestro Padre Celestial, que seamos sus representantes aquí en la tierra. Dios no nos ha salvado para que nos enseñoreemos del mundo. Él nos ha salvado con un propósito y ese propósito, es que sirvamos a la humanidad en su nombre. La voluntad de Dios es que seamos como nuestro Señor Jesús, siguiendo en sus pisadas y siendo luz al hombre ¿Qué es lo que hizo nuestro Señor? Jesús no vino a la tierra para establecer un reino materialista y sojuzgar a la humanidad. Él no estableció una dictadura, en la cual gobernó con mano dura a la humanidad. Podemos encontrar sus propias palabras en el libro de Mateo, capítulo 20, versículo 28. Jesús dijo: “que el Hijo del hombre no había venido para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. Esta es la voluntad de Dios concerniente a nosotros. Él desea que seamos siervos; Él desea que sirvamos a la humanidad, dándoles un ejemplo de amor en vez de egoísmo. Cuando no éramos hijos suyos, vivíamos egoístamente para nosotros mismos. Nuestra vida no tenía ningún propósito. Vivíamos para satisfacer los deseos de nuestra naturaleza carnal, la cual nunca se satisfacía. Vivíamos una pesadilla buscando la razón de nuestra existencia, buscando llenar un vacío que había en nosotros. Pero en el mundo no lo pudimos hallar; de hecho, no lo encontramos hasta que llegamos a Jesús. Le pedimos perdón y Él nos salvó y dio significado y propósito a nuestras vidas; sin embargo, si nos alejamos de ese propósito, pronto nos encontraremos fríos espiritualmente, y estaremos viviendo dentro de una pesadilla nuevamente. Esto no es lo que Dios desea para nosotros. Como hijos suyos, Él desea que nos sintamos satisfechos. Esta satisfacción la recibimos cuando Él nos dice: “Bien hecho, fiel siervo”. Pero no podemos escuchar esas palabras si no le estamos sirviendo. Imagínate el gozo que sintió nuestro Señor Jesús en el momento de bautizarse, cuando el Padre le dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Imagínate su gozo cuando estaba sentado sobre el Monte de Transfiguración, entre Moisés y Elías, y el Padre dijo: “Este es mi Hijo amado, a Él oíd”. Y nosotros nos gozamos cuando el Padre dice a nuestro corazón: “¡Bien hecho!”. Pero no podemos oír esas palabras, a menos de que estemos haciendo su voluntad. Ya vimos en nuestro estudio anterior que somos libres, pero que no debemos abusar de la libertad que tenemos. Y ¿cómo es que podemos asegurarnos de no abusar de la libertad que tenemos en Cristo? La mejor manera es por medio de servicio. La libertad que tengo en Cristo es lo que me hace el mejor candidato para ayudar a otros. En una ocasión encontramos a Jesús llamando ciegos a los religiosos durante su ministerio terrenal. Él dijo que ellos eran ciegos, guías de ciegos. ¿Cómo puede un ciego guiar a otro? Lo que va a suceder es que ambos se van a caer. Uno puede ser religioso sin conocer a Jesús. Uno puede practicar ritos, hacer largas oraciones y memorizar libros enteros de la Biblia, sin conocer al autor de la vida eterna. Y estas personas pueden enseñar a otros a llevar la misma vida que ellos llevan. Lo triste, es que ellos al igual que sus seguidores irán al infierno, porque no se salva uno por las obras de la carne, sino por medio de fe en la persona de Cristo Jesús. Pero los que hemos conocido a Jesús como nuestro Salvador, ya no estamos ciegos, podemos ver, y podemos guiar a otros ayudándoles a salir de la oscuridad, por medio de traerlos a la luz. Nosotros conocemos el camino: es Jesús. Y claro está que podríamos abusar de nuestra libertad, por medio de cobrarle al mundo por nuestro servicio; claro está, que podríamos mantener al mundo en tinieblas, para únicamente gozarnos nosotros. No será fácil humillarnos ante personas que no desean ver la luz, aguantar las críticas y burlas de ellos, especialmente cuando los equivocados son ellos; pero tenemos que comprender la situación de ellos; no pueden entender. Y qué gozo cuando de repente uno de ellos ve la luz, y todo por el servicio que nosotros les brindamos por medio de presentarle a Cristo. La palabra siervo no suena bien a nadie; pero escúchame, no somos siervos de cualquier persona, somos siervos de Dios. En realidad, todos somos siervos; somos siervos de Dios o somos siervos de Satanás, pero somos siervos de alguien. Personalmente yo prefiero ser siervo de Dios. Los beneficios son mucho mejores: un hogar en el cielo, recompensas sin límites y un patrón que nos ha adoptado como hijos, para ser herederos de todo lo que le pertenece. ¡Nadie merece esto! Pero Dios ha hecho una manera en que nosotros podemos mostrarle nuestro agradecimiento, lealtad y amor. La manera en que nosotros los cristianos, podemos hacer esto, es por medio de servirle mientras estamos aquí en la tierra. De hecho, es la voluntad de Dios que hagamos precisamente eso: Servirle. Servirle por medio de ayudar a otros a escapar de las garras del diablo; servirle por medio de ser ejemplo al mundo de su amor y bondad. Mi amigo, si tú no has recibido a Jesús como tu Salvador, si no le has pedido perdón de tus pecados para invitarle a entrar en tu corazón, entonces quiero que sepas que por eso estoy aquí. Yo estoy aquí en El Contacto Cristiano, sirviendo a Dios. Hacer esto me cuesta dinero, energía y la crítica de muchas personas, pero a mí no me importa. Yo soy un siervo de Dios y no me avergüenzo de ello. Yo me acuerdo cuando yo estaba ciego, sin conocer a Jesús; yo pensaba que yo lo sabía todo, pero no podía negar que tenía un vacío en mi ser, un vacío que estuvo conmigo hasta el día que recibí a Jesús. Y hoy estoy aquí para servir a Dios y decirte a ti, que Jesús puede llenar ese vacío que está en tú ser. Pídele perdón; invítale a entrar en tú corazón para ser tu Salvador. ¡Hazlo ya! Vamos a orar. Padre, gracias te doy por enviar un siervo tuyo a guiarme a mí a la luz. Gracias por tus siervos quienes me han instruido en tu Palabra siendo pacientes conmigo y dedicando su tiempo a mí crecimiento espiritual. Ahora te pido que me uses a mí para guiar a otros e instruir a otros; no para que yo tenga de que jactarme, sino para que Jesús sea levantado en alto. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Otros archivos en esta serie