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¿Que Debo Hcer? Parte I
Me Siento Culpable
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Oct 19, 2022
Oct 16, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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Escritura

1 Timoteo 4:2; 1 Juan 3:9.

Por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia. 1 Timoteo 4:2 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 1 Juan 3:9

El hombre ha aprendido a cargar casi cualquier cosa, si la carga es demasiado pesada, eso no importa, porque él ha inventado alguna máquina que le ayude, hay grúas que aguantan muchas toneladas de peso. Sí, el hombre indudablemente es un ser digno de admiración, pero hay una carga que ha dominado al hombre. Por mucho que ha querido inventar una máquina para ayudarle en llevar estar carga, ha fracasado en cada intento. La carga que el hombre no aguanta es su propia culpabilidad. El peso de la culpabilidad puede llegar a tal punto en la vida de uno, que el individuo se prive de la vida pues ya no puede moverse. Está esclavizado, encadenado, y ya no encuentra salidas. Hoy, quiero que hablemos de este tema interesante y ver si podemos encontrar algún consuelo, una respuesta a este dilema de la culpabilidad. ¿Nunca te has puesto pensar en el por qué uno se siente culpable? Nuestra culpabilidad viene a nosotros debido a una cosa que Dios ha puesto en nuestro ser. Esa cosa se llama “consciencia”. Si no tuviéramos consciencia, no sentiríamos culpabilidad. Alguien ha dicho que la consciencia es la voz de Dios en nosotros, es una parte del hombre que está de acuerdo con Dios en cuanto al asunto del bien y del mal, y es la parte del hombre que siente cuando ha hecho mal. Por eso nosotros mucho oímos decir “le remuerde la consciencia”. Ha habido veces cuando hicimos algo indebido, y como nadie nos vio, pensamos que nos salimos con la nuestra. ¿Pero de veras nos salimos con la nuestra? No, porque nuestra consciencia nos da a entender que lo que hicimos estuvo mal, no nos salimos con la nuestra. Cuando hablamos del asunto de sentir culpabilidad, el responsable del mal sentimiento es el pecado. Si no pecáramos no nos sentiríamos culpables, esto es así porque Dios nos ha creado para reflejar su santidad. Cuando el hombre se opuso a Dios, ya no pudo alcanzar su nivel de santidad, y desde ese día la consciencia comienza a operar en nosotros. Uno puede deshacerse de su consciencia, pero al hacerlo, ya no es un ser humano, se ha convertido en un monstruo. 1 Timoteo, 4:2, nos habla de mentirosos que tienen la consciencia cauterizada. Lo que pasa con estas personas, es que no le han hecho caso a su consciencia, y en vez de recapacitar para seguir de acuerdo a principios de Dios, continuaron en su maldad. Es como el chofer de un auto que ve que la luz del aceite se enciende, indicando que le hace falta aceite al motor, pero no le hace caso. De repente el motor se quema, y se queda sin automóvil. Así mismo nosotros al sentir que nuestra consciencia nos está indicando que vamos en contra de nuestro Creador, debemos detenernos y arreglar la situación, si seguimos adelante ignorando nuestra consciencia, de repente llegará el día cuando nuestra consciencia ya no nos indicará nada. Hacer el mal ya no nos importará. La primera vez que un asesino mata a alguien, su consciencia le molesta mucho, si se detiene y paga la consecuencia de su pecado, podría lidiar su situación un poco, pero si sigue, de repente matar a alguien será fácil. Si ha matado a cien, ¿qué importa uno más? Llegará el momento cuando matar a alguien para él será tan fácil como lavarse las manos. Para combatir con la culpabilidad en nuestras vidas, hay tres cosas que debemos comprender. En primer lugar, que es posible ser completamente perdonado. En segundo lugar, que cuando Dios perdona, Él olvida todo el asunto. Y, en tercer lugar, que necesitamos aceptarnos a nosotros mismos, así como Dios nos acepta. Quizás lo que digo hoy te sonará totalmente increíble, pero déjame decirte una cosa: es la verdad. Es necesario que entendamos que podemos ser completamente perdonados, yo fui completamente perdonado de todos mis pecados pasados, presentes y futuros a la edad de 7 años. ¿Cómo? Pues fue cuando recibí a Jesús como mi Salvador. Espiritualmente, ya no puedo pecar, porque en ese momento nací de Dios y lo que es nacido de Dios según 1 Juan 3:9, no puede pecar. Fue en ese momento cuando Jesús me perdonó de todos mis pecados, y ya no hay condenación para mí. Yo comprendo esta verdad y lo he aceptado, y eso me ha ayudado con el asunto de la culpabilidad, espiritualmente hablando. Por eso es que puedo servir a Dios con confianza y seguridad, no es que soy perfecto, sino perdonado. El libro de los hebreos nos relata que los israelitas, al igual que muchos hoy, no sabían acerca del completo perdón que podían tener en Jesús. Hebreos 10:1-3 nos dice: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más consciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados”. Los sacrificios que ellos hacían no traían perdón, solo era un recordatorio de que eran culpables de pecar en contra de Dios. Mis amigos que hacen penitencia hoy no reciben perdón, lo único que están haciendo es acordarse de sus pecados. El perdón de pecados no se encuentra en sacrificios que uno hace o en la penitencia, solo la sangre preciosa de Cristo Jesús puede quitar el pecado de la vida de uno. Solo en Jesús es que puede haber perdón, perdón para todo pecado: pasado, presente y también futuro. Hebreos 10:10-12 dice: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”. Y escucha esto en el versículo 14: “Porque con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los santificados”. Por eso es que te digo que a la edad de 7 años yo fui completamente perdonado para siempre, espiritualmente hablando. Al morirme, voy derecho al cielo, sino es así, Dios me mintió, y yo sé que Él no miente. Pero el problema que tenemos con la culpabilidad nos afecta físicamente, y por eso nos es necesario comprender los pasos dos y tres de nuestro estudio hoy. El segundo paso que debemos tomar en el asunto de la culpabilidad es el de reconocer que cuando Dios perdona, Él olvida. Eso es lo lindo de confesar nuestros pecados a Dios. Cuando he hecho mal y mi consciencia me molesta, lo único que tengo que hacer es admitir que he fallado, pedirle a Dios que me perdone, y que me ayude a no volver a caer en ese mismo error otra vez. Claro está, que ese sentir tiene que ser de corazón, pero al exponer a Dios mi arrepentimiento y al pedirle perdón, Él me perdona y se olvida del asunto. En Hebreos 10:17 Dios dice: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”. Salmos 103:12 dice: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”. Algunos me han dicho “Pero hermano Ricardo, tú no sabes lo malo que he sido yo, no creo que Dios me perdone”. Yo te digo que no existe el pecado que Dios no perdone, si el individuo se arrepiente de su pecado y pide perdón. 1 Juan 1:9 dice “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Obtener el perdón de Dios es fácil, el paso más difícil en todo este asunto es el número tres: el perdonarnos a nosotros mismos. Tenemos que aceptarnos a nosotros mismos, así como Dios nos acepta, debemos dejar de torturar nuestras mentes con pecados pasados. Escúchame: si tú vienes arrepentido a Dios y le pides perdón, Él te perdona y se olvida del asunto, puedes dejar tu culpabilidad ahí con Él; pero si te levantas y te llevas esa culpabilidad a casa otra vez, estás en peores condiciones que nunca, porque no solo llevas tu culpabilidad, sino que también has rechazado el perdón de Dios. Si Dios nos perdona, debemos aceptar el hecho que estamos perdonados. Él no miente, y cuando Satanás te trae a memoria ese pecado, dile “Ya pedí perdón por ese pecado, y Dios dijo que todo estaba bien”. No es necesario que vivas con esa culpabilidad, si insistes en estar martirizándote por algo que Dios ya te perdonó, no podrás ser utilizado por Él porque Satanás siempre te detendrá utilizando la culpabilidad que tú mismo no deseas usar y soltar. ¿Sabes qué? Suéltalo. Díselo a Dios, pídele perdón, y deja el problema con Él y te sentirás mucho mejor. Vamos a orar. Padre, gracias te damos por el hecho de que hay un alivio al dolor que nos trae la culpabilidad. Entendemos que hoy podemos tener completo perdón en la persona de Cristo. Entendemos que cuando nos perdonas, te olvidas de nuestros errores para siempre, pero Padre, el problema más grande que tenemos en nosotros, es el de perdonarnos a nosotros mismos. Ayúdanos a aceptarnos, así como tú nos aceptas, esto te lo pedimos para honra y gloria tuya. En el nombre de Jesús. Amén.

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