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Discipulando A Otros
Multiplicación versus Adición
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 23, 2022
Sep 21, 2022
Duración:
00:14:30 Minutes
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5

Escritura

Mateo 6:19-21; Mateo 16:26.

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Mateo 16:26

Uno nunca abre un negocio para salir perdiendo dinero, si invertimos nuestras finanzas en una empresa es con el fin de multiplicar y aumentarle a nuestra inversión. Ya llevamos tiempo estudiando sobre el asunto de discipular; hemos hablado de lo que significa haber aceptado a Cristo; de una nueva perspectiva; de identificarnos con Cristo; del Espíritu Santo; de la Biblia; de la oración; de nuestro ministerio; de la iglesia; y ahora de cómo discipular a otros. En total hemos hecho cuarenta y cinco estudios sobre el tema de discipulado, y nos faltan cinco más después del estudio de hoy, para terminar nuestra la serie.   He dicho todo esto porque discipular es un trabajo, es trabajo de Dios. Es una empresa de Dios. Pero es una empresa espiritual, que paga espiritualmente. El mundo hoy día se preocupa únicamente por lo material, las personas quieren obtener dinero y más dinero. Todo esto está bien, con la excepción de que el dinero y cosas materiales pierden su valor, pues, no son cosas eternas. Jesús dice en Mateo 6:19-21: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. En otra ocasión Jesús dijo estas palabras que encontramos en Mateo 16:26: “Porque, ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”. Yo me he dado cuenta de esta verdad, tú me dices “Hermano Ricardo ¿Por qué predicas? ¿Por qué pierdes tu tiempo hablando de la Biblia y de cosas espirituales?”. Mi respuesta es sencilla: en primer lugar, no es pérdida de tiempo; y en segundo lugar, porque como hijo de Dios, estoy metido en los negocios de mi Padre. En su empresa tengo la responsabilidad de engrandecer su reino. Lo hago porque amo a Dios, y porque mi Padre celestial ama al hombre. Mientras que otros están acumulando sus bienes aquí en la tierra, yo estoy invirtiendo mis tesoros alla en el cielo. ¿Por qué trabajo con empeño? Porque las recompensas que uno recibe, la gratificación y satisfacción que hacer algo que alaba a Dios, son mayores de acuerdo a la inversión que uno hace; como en cualquier negocio si inviertes poco, sacas poco. En el asunto del discipulado las reglas son iguales, si uno invierte poco trabajo en discipular, los resultados serán pocos; pero si uno le invierte trabajo los resultados son de incalculable valor. El problema con el cristianismo hoy es que los obreros no han invertido sus vidas en el negocio del Padre celestial. El discipular es asunto serio, lleva tiempo, energía, lleva dinero. En la gran comisión que Jesús dio a su iglesia, Él especificó la necesidad de convertir, bautizar y enseñar. Los obreros hoy hacen buen trabajo de hacer ver a otros su necesidad de recibir a Jesús, y a veces convencen a los nuevos creyentes de seguir en el paso del bautismo, pero no están dispuestos a invertir el tiempo necesario para enseñar acerca de la vida cristiana y lo que Dios espera de nosotros como hijos. A través del tiempo el asunto de discipular ha sido sepultado. A consecuencia de ello, lo que tenemos hoy es un montón de cristianos infantiles que están más involucrados en lo material, que en lo espiritual. En realidad, no se les puede culpar a ellos, porque sus hermanos mayores en la fe fallaron por no enseñarles sus deberes y responsabilidades como hijos de Dios. Sin embargo, no hay excusa porque el Espíritu Santo, quien mora en cada creyente, dará a entender a cada hijo de Dios la necesidad de discipular. Y te digo, que algún día los que hemos recibido a Jesús como nuestro Salvador, rendiremos cuenta a Dios por no haber discipulado a otros. Te digo que yo ya estoy cansado de personas que dicen que son mis hermanos en la fe, pero que bailan, fuman, toman, engañan, mienten, y viven al igual que cualquier otra persona. Estoy cansado de hablar de Cristo a las personas, sólo para que me señalen a un tal hermano y me digan: si eso es el cristianismo, yo no quiero tener nada que ver con ello. Ya es tiempo de que invirtamos nuestras vidas en el negocio de nuestro Padre celestial, ¡Ganemos almas!, bauticemos, pero también es necesario que enseñemos a los recién convertidos guardar todas las cosas que Jesús nos ha mandado. Y tú que acabas de recibir a Jesús, como tu Salvador, escúchame bien: yo me alegro de que hayas recibido a Jesús como tu Salvador; esa es la decisión más importante que has hecho; te felicito, eres salvo, ya no hay condenación para ti porque has pasado de muerte a vida. Sin embargo, déjame recordarte que ahora eres un hijo de Dios, y como hijo eres responsable de representar bien a tu Padre celestial. Efesios 2:10 dice que tú eres “hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduvieras en ellas”. O sea, que Dios te ha llamado a ser su hijo, pero con un propósito, y el propósito es de servirle por medio de engrandecer su reino trayendo a otros a los pies de Jesús, y capacitándolos para que ellos hagan lo mismo. Y eso es discipular. Así que no importa cuánto tiempo tienes de haber aceptado a Jesús, ya necesitas hablarle a otro y enseñarle las cosas que tú ya sabes. La razón por la cual uno tiene hijos es para que crezcan y tengas hijos, y así la familia vaya creciendo, fortaleciéndose y aumentando cada día en número. Si no se practicara la procreación de hijos la raza humana ya no existiera, así también el cristianismo se moriría si nosotros no esparciéramos la semilla del evangelio. Seguro está que uno desea tener hijos inteligentes, por eso uno hace todo lo que está a su alcance para darles una buena educación, lo mismo debe hacer el cristiano: debe evangelizar y cuando la persona recibe a Jesús, puede ser considerado como el hijo espiritual de uno, y ahora es tiempo de educarlo en los caminos del Señor. Pero ¿Por qué discipular? ¿No sería mejor sólo dedicarse tiempo a la salvación de almas? Discipular lleva tiempo, nosotros sabemos que el tiempo es corto, ¿Por qué perder el tiempo entrenando y discipulando, cuando podríamos estar presentando el evangelio veinticuatro horas al día? La respuesta a esas preguntas es también sencilla: es porque es más rápido multiplicar que sumar. Jesús sabe bien lo que hace, y Él nos manda que discipulemos. Quiero que pienses bien en lo que te voy a decir y luego entenderás la necesidad de discipular: imaginémonos a una persona que gana a una persona diariamente para Cristo, después de diez años esta persona habría ganado a 3,650 personas en Cristo. Tremendo ¿Verdad? Lo único malo es que los 3,650 no son fieles porque nadie les enseñó sus deberes como hijos de Dios. Pero, por otro lado, vamos a suponer que yo gano a una persona cada seis meses; y le enseño sus deberes como hijo de Dios; y le enseño a hacer la misma cosa que hago yo, los primeros seis meses somos dos; al final del año somos cuatro; en los primeros seis meses del segundo año somos ocho; al final del año somos dieciséis. En los primeros seis meses del tercer año somos treinta y dos; al final del año sesenta y cuatro. Y así vamos multiplicando discípulos firmes en el Señor, al final de los diez años el compañero se ganó a 3,650 almas para Cristo, pero el que discípulo, por medio de multiplicación, se ganó a 262,144 personas, cada seis meses su número dobló, por eso es que Jesús nos manda a discipular. ¿Te das cuenta del cambio que podría haber en tu ciudad si todos los miembros de tu iglesia discipularan? Tú podrías comenzar el movimiento, lo único que te costará es tu vida. ¡Hazlo! Jesús te lo ordena. Vamos a orar. Padre en estos momentos vengo a pedirte que uses el estudio de hoy para despertar en nosotros un interés tremendísimo en el asunto de discipular. Señor por algún motivo el discipulado ha sido apartado a un lado cuando debiera ser lo primordial en la vida de cada uno de tus hijos. Te pido que nos ayudes a comenzar hoy debidamente la comisión de nuestro Señor Jesucristo. Te lo pido en su nombre. Amén.

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