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Discipulando A Otros
Entrenando A Los Discípulos
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 22, 2022
Sep 21, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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6

Escritura

Mateo 28:19 y 20; Romanos 7:21.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28:19 y 20 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Romanos 7:21

¿Por qué será que la mayoría de los cristianos nunca crecen espiritualmente? Buen número de personas reciben a Jesús como Salvador cada año, y sin embargo no se ha visto que el cristianismo avance a gran paso, ¿Por qué? La respuesta es sencilla, lo que sucede es que la mayoría de los creyentes no reciben entrenamiento. Lo podríamos comparar a soldados que son reclutados al ejército y enviados a pelear a la batalla sin haber aprendido a usar las armas que les fueran proporcionadas; sin haber cómo defenderse pueden hacer dos cosas: morir o correr.   En la mayoría de los casos cuando una persona recibe a Jesús como Salvador, les damos un abrazo por unirse al ejército del Señor, les entregamos una Biblia proporcionándoles su arma y los enviamos al mundo a pelear con el ejército de Satanás sin ningún entrenamiento: o mueren o se corren. Y por eso el movimiento cristiano no avanza con más rapidez. Lo que necesitamos hacer es entrenar a nuestros soldados, necesitamos discipularlos y capacitarlos para servir con más eficiencia. El mandato de nuestro Señor no ha sido “Id y ganad almas”, su mandato es completo, Él dijo con gran claridad en Mateo 28:19 y 20: “Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. El sólo ganar a una persona para Cristo, convenciéndole de recibir a Jesús como Salvador, no es cumplir con este mandato. No hemos cumplido tampoco cuando la persona entra al bautisterio; no hemos cumplido hasta que hayamos entrenado a nuestro hermano, o hermana en la fe, en las cosas de nuestro Señor. Al entrenar a una persona cristiana hay tres cosas que deseamos instalar en sus vidas: seguridad, buen conocimiento de sus armas espirituales y mucho, mucho amor; si logramos sembrar esas tres cosas en su vida, entonces estará preparado para pelear. Seguridad es lo primero que debemos enseñar al nuevo soldado espiritual. Él necesita entender que no está a solas en esta batalla; debe comprender que él es parte de un movimiento grande por engrandecer el reino de Dios aquí en la tierra; debe comprender que cuando tiene un problema, que en vez de tratar de esconderlo debe comunicarlo para que los demás puedan ayudarle. He visto a tantos soldados del Señor salir derrotados y heridos porque no querían que los demás se dieran cuenta de que ellos tenían un problema con pornografía, licor, chismes, o cualquier otra cosa. En vez de pedir ayuda se hicieron los fuertes, pues tuvieron miedo de ser menospreciados; y lo triste es que, al caer herido en batalla por su debilidad, causaron la caída de otros también. Todo soldado debe tener la seguridad de poder pedir ayuda con sus debilidades, sin ser menospreciado por los demás, debe comprender que cada uno de los creyentes tenemos nuestros propios puntos débiles, y es ahí donde Satanás va a atacarnos. Debe también tener la seguridad de que no importa lo que sucede, él es hijo de Dios y no hay nada que puede cambiar eso; él debe comprender que el momento en que recibe a Jesús como Salvador, su nombre está escrito en el Libro de la Vida, ha pasado de muerte a vida, y que ya no hay condenación para él; debe comprender que lo que fue salvo fue su espíritu y no su cuerpo, y que su espíritu que acaba de nacer de Dios no puede pecar. Yo sé que hay algunos que creen que hay un ángel allá en el cielo con un lápiz de grafito escribiendo los nombres de uno en el Libro de la Vida cuando recibe a Cristo, y borrándolo cuando comete una falla, pero déjame decirte algo mí nombre está escrito con la sangre preciosa de Cristo Jesús y nadie lo puede borrar. Yo he cometido muchas fallas en mis años de ser cristiano, y lo que me hizo levantarme no fue el pensar que podría perder la vida eterna, yo no me gané la vida eterna; Jesús la ganó para mí; y mi confianza no está en mi capacidad de mantenerme tampoco, mi confianza está en Jesús. Yo no pude ganar mi salvación ni puedo mantenerla; yo no soy mi propio salvador, Jesús es quien me salva y Él me mantendrá a salvo, y eso es lo que me da fuerza para seguir adelante. Pablo dice en Romanos 7:21: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”. Y el mal va a estar en nosotros hasta que muramos o hasta que Cristo venga por nosotros. ¿Lo que tenemos que hacer es que nuestra carne se vuelva espiritual? No, eso es imposible, pero si podemos hacer que nuestra carne se sujete al Espíritu, y obedecer al Espíritu, y algún día Cristo nos librará de este cuerpo miserable que intenta detenernos de hacer la voluntad de nuestro Padre. Comprendiendo esta verdad, el soldado puede entrar a batalla y luchar con fuerzas, sabiendo que nadie puede arrebatarle de la mano de Jesús. Otra cosa importante es que el soldado sepa cuáles son sus armas, y cómo manejarlas. En estudios pasados hemos hablado de la Biblia, la oración y el testimonio; estas son las armas del discípulo de Jesús. El soldado que quiere ser experto en guerra espiritual tendrá que conocer bien la Palabra de Dios, no sólo saberla intelectualmente sino saberla aplicar a las diferentes situaciones de la vida. La oración es un arma sumamente peligrosa, aunque no entendamos bien su función, sí sabemos que ser negligentes en la oración es debilitar grandemente nuestro potencial como soldados; aunque Dios ya conozca nuestros pensamientos Él quiere que sus hijos estén en constante comunicación con Él, expresando sentires y pidiendo ayuda. Muchas batallas espirituales han sido ganadas con la oración, y muchas han sido perdidas por falta de ellas. En cuanto al testimonio, pues, sabemos que el uniforme no hace al soldado; el hecho de que una persona lleve una Biblia bajo el brazo y vaya bien vestido a la iglesia no significa nada. Su comportamiento en el cuartel, la iglesia, es importante; pero es más importante su forma de actuar en el campo de batalla; su hablar y actuar debe ser el hablar y actuar de un hijo de Dios. Diariamente debe crecer en conocimiento y fuerza, entró al ejército como soldado raso, pero cuando su Señor venga por él debe encontrar todo un general hecho y derecho. Y, por último, el discípulo debe ser enseñado a amar, debe tener mucho amor para Dios y para el ser humano que está siendo engañado por Satanás. Tendrá que tener tanto amor para Cristo que esté dispuesto a sacrificar sus propios deseos para hacer la voluntad de Dios en su vida. Siendo discípulo tendrá que hacer lo mismo que hizo Jesús cuando se despojó de sí mismo para ayudar a la humanidad. Aprenderá a amar sin esperar nada a cambio. El discípulo de Jesús no ha sido entrenado hasta que estas cosas básicas hayan sido establecidas en su diario vivir, estas cosas deben llegar a ser tan natural para el soldado del Señor, como lo es el respirar, comer y dormir; el discípulo debe tener seguridad, conocer bien sus armas y tener y practicar el amor. ¿Cómo llegará a darse cuenta estas cosas? Pues, de sus hermanos mayores en la fe, no del pastor, no del evangelista, no del maestro de escuela dominical; lo debe aprender de ti. Es de mí pensar que toda persona que recibe a Jesús debiera caer de inmediato bajo la supervisión de un hermano mayor. Este hermano o hermana tendrá la responsabilidad de ayudar a su hermanito crecer en la fe, algún día ese mismo hermanito crecerá y tendrá la responsabilidad de entrenar a otro; y esto es discipulado Vamos a orar. Padre hemos llegado al final de otro estudio de discipulado, pero de nada sirve que tengamos esta enseñanza de tu Palabra, si no la vamos a aplicar a nuestras vidas. Señor te pido que nos perdones por ser tan negligentes con nuestros hermanitos. Ayúdanos a discipular, así como nos lo ordena nuestro líder y capitán Jesús. Te lo pedimos en su nombre. Amén.

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