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Discipulando A Otros
El Precio Del Discipulado
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Sep 20, 2022
Sep 21, 2022
Duración:
00:14:32 Minutes
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2

Escritura

Apocalipsis 12:11; 2 Timoteo 2:2.

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Apocalipsis 12:11 Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. 2 Timoteo 2:2

¿Por qué es que nosotros no vemos a muchos verdaderos discípulos de Jesús hoy? Oímos a los cristianos hablar de ser discípulos, pero son muy pocos los que realmente viven el discipular. Lo que pasa es que uno piensa en un discípulo como alguien que no puede tener nada en la vida; no puede andar en auto, tiene que caminar a pie; no puede sonreír; no puede divertirse; en fin, no puede hacer nada; sólo leer la Biblia y comunicarse con Dios. Es una persona especial, a quien Dios le ha dado una sobredosis de auto sacrificio para llevar a término su obra aquí en la tierra, pero ¿Sabes qué? Este pensar es falso.   En primer lugar, Dios no necesita de nadie para hacer su obra aquí en la tierra, no te alagues, si Dios ha permitido el discipulado es para el propio bienestar del discípulo y no de Él; ser discípulo del Señor Jesucristo es el honor más grande que uno pudiera recibir. Nunca he conocido a un verdadero discípulo de Jesús quejarse de tener que sacrificar algo, no se queja porque reconoce el costo de ser buen discípulo. Quiero que hablemos hoy de este asunto de los cristianos que son tan infelices por los sacrificios que hacen, déjame decirte que el único cristiano infeliz es aquel que no es obediente a su Señor. Es cierto que Dios pide que le entreguemos toda nuestra vida; Él quiere nuestro tiempo, energías, dinero, en fin, todo lo que somos; pero cada vez que le damos algo Él nos devuelve más. Leí de un hombre que viajaba con su familia en un carro pequeño, pasando apretados por la carretera en un día de mucha lluvia, vieron a una pareja joven caminando con un bebé en sus brazos, los tres estaban bien mojados. El padre de familia detuvo el auto y preguntó que “¿Por qué caminaban en la lluvia?”. El joven les contó que un rayo había caído en el techo de su casa causando un incendio y que todo lo que poseían había sido destruido, ahora iban caminando a casa de una hermana, que vivía a dos kilómetros, para poder pasar la noche. El señor dijo al joven que sentía mucho que habían perdido todo y pidió disculpas por no tener espacio en su carrito para encaminarlos, sacó un billete de veinte dólares de su cartera y lo pasó al joven, quien lo recibió gozoso. Toda la familia se despidió de la joven pareja y de su bebé. Dejó de llover y la familia se alejó de los tres, habiéndoles deseado muy buena suerte, pero no habían caminado en el auto ni cien metros cuando se detuvo y regresó. El padre de familia se bajó del carro y viendo al joven con el bebé en susbrazos le dijo: “Devuélveme los veinte dólares”; el joven le vio de una manera confundida, pero metió la mano en su bolsillo y sacó el billete regresándolo al padre de familia; el señor lo tomó, lo metió a su cartera y sacó otro billete diciendo: “Prefiero que tengas este billete de a cien”; y eso es precisamente lo que hace Dios con nosotros: Él pide que le demos, pero siempre nos regresa más de lo que le damos. Nunca podemos darle más a Dios de lo que Él nos da a nosotros, es imposible. El discípulo necesita reconocer que si va a tener victoria sobre Satanás, no puede estar pensando en su propia vida, al hablar con soldados que han regresado de alguna guerra la razón que dan por haber regresado con vida es siempre la misma, ellos dicen que antes de entrar a combate a pelear, que se consideraron muertos y que no iban a salir de allí con vida, dicen que hacen eso porque casi pueden concentrarse en pelear; mientras que el que está pensando en su vida, por no concentrarse en la lucha pierde la mente y comete errores y los salen matando. El consejo para sobrevivir en una guerra: considérese muerto. Apocalipsis 12:11 da la fórmula para vencer a nuestro enemigo Satanás y su ejército de demonios, dice que los que entran a batalla con el diablo y han salido victoriosos “le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”. Si uno va a vencer a Satanás en esta vida; tendrá que haber aceptado a Cristo como Salvador; tendrá que vivir de acuerdo a principios bíblicos; y tendrá que estar dispuesto a dar su vida, o sea considerarse muerto por la causa de Cristo. Los creyentes no tenemos problema con las primeras dos cosas: ya hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador; tenemos vida eterna y somos hijos de Dios, en esa área espiritual de nuestra vida ya hemos vencido a Satanás, él no puede tocarnos. También creemos en la Biblia, la estudiamos, la amamos; es la Palabra de Dios y eso no lo discutimos, pero donde Satanás nos tiene atemorizados a nosotros es en el asunto de menospreciar nuestras vidas. Todavía hay cosas del mundo que son preciosas a nuestra vida, y es aquí donde el enemigo nos tiene bien controlados. 1 Samuel, capítulos 13 y 14, nos habla de cómo Israel había hecho trato con los filisteos entregando, poco a poco, todo su armamento de guerra para comprar granos para sembrar. Un día Jonatán hijo del Saúl, rey de Israel, se dio cuenta que el terreno que ellos ocupaban les había sido dado por Dios, y que no pertenecía a los filisteos; así que él confiando en Dios, tomó a mil hombres israelitas y atacó a una guarnición de los filisteos y les venció. El rey Saúl al oír de lo que había hecho su hijo, hizo tocar trompetas en Israel y declaró guerra contra los filisteos; tres mil israelitas se juntaron con él para pelear; por el otro lado losfilisteos levantaron un ejército de treinta mil carros, seis mil jinetes y soldados como la arena del mar; y vieron a batalla en contra de Saúl, Jonatán y tres mil israelitas. Al acercarse el ejército numeroso de los filisteos Saúl sacó su espada y Jonatán sacó su espada, pero al mirar atrás, al ejército de tres mil, se dieron cuenta que ninguno tenía armamento con qué pelear pues habían entregado sus armas para comprar granos para la siembra. Tuvieron que huir a las montañas para poder salvar sus vidas, pero Jonatán no se quedó así, él dijo a su paje de armas ven pacemos a la guarnición de esos incircuncisos quizás haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos. Jonatán solo, fue a pelear acompañado de Dios y su paje de armas, ¿Y sabes qué?, al entrar Jonatán a la batalla Dios hizo temblar la tierra, los filisteos se confundieron y empezaron a matarse los unos a los otros. Y todo esto sucedió porque Jonatán confió en Dios y estuvo dispuesto a dar su vida, si es que era necesario. ¿Qué tiene que ver esto contigo? Ya te lo diré, ¿Te acuerdas cuando recibiste a Jesús como tu Salvador y empezaste a servirle? Estudiabas tu Biblia y estabas peleando como buen soldado, pero en algún lugar de tu vida Satanás hizo un trato contigo y te dijo: “Entrégame tu espada, de todos modos, sólo tú estás pelando, ya no luches, siéntate y descansa”. Y lo triste es que tú aceptaste, entregaste tu espada por una cerveza, por un paquete de cigarros, una novia; yo no sé qué fue, solo tú sabes; y desde ese día ya no has peleado porque no tienes con qué pelear. Ahora vives una vida derrotada y triste. Yo sé cómo se siente, yo pasé por ahí, pero me he dado cuenta de que no tengo que hacer trato con Satanás. Yo he tomado la espada de nuevo y estoy luchando para engrandecer el reino de mi Señor. Claro está que Satanás ha levantado un ejército enorme en mi contra, pero Dios me ha dado victoria tras victoria. Yo te invito a unirte a mí, si has entregado tu espada a Satanás, cambiándola por algún placer o vicio, te pido que la tomes de nuevo y comiences a pelear. Te prometo que, si consideras, y te consideras muerto por la causa de Cristo, que Dios te dará la victoria. ¡Hazlo! Vamos a orar. Padre gracias te damos por tu palabra que nos enseña cómo podemos ser victoriosos sobre Satanás. Reconocemos Señor que, que debemos considerarnos muertos al mundo para poder ser victoriosos y vivir de verdad. Ayúdanos a comprender y a aplicar esta valiosa lección a nuestras vidas. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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