(Centro De Vida)
Escritura
Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 1 Pedro 2:4 y 5 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
Por muy insignificantes que sean sus regalos, cuando mis hijos me dan algo, lo aprecio. Lo aprecio, no por el valor del regalo, sino porque viene de parte de mis hijos. El cariño que desean mostrarme, el hecho de que hayan tenido el deseo de hacer algo para mí, en demostración del afecto que me tienen, hace que el regalo, por insignificante que sea, llegue a ser un tesoro de gran valor. Otra persona me podría dar algo de más valor y no sería apreciado de igual manera, porque no viene de mis hijos. Alguien podría darme algo de igual valor que lo que mis hijos me dan, y quizás vaya a la basura, debido a que no tiene ningún precio para mí. Debido al hecho de que no viene de parte de mis hijos. Lo que estoy tratando de decir, es que hay algo en el hecho que venga de mis hijos, que les da un valor especial a las cosas. Y todo esto lo he dicho, porque lo mismo sucede con nuestro Padre celestial. Vamos a establecer en nuestro estudio hoy, que lo único que le agrada a Dios, lo único que Él aprecia, son las cosas que le son ofrecidas por medio de su Hijo Jesucristo. ¿Por qué? Pues, pienso que porque Jesús es muy especial. De todos los humanos, Jesús, siendo tentado en todo, es el único que ha sido totalmente obediente en todo; el único. En vista de esto, no debe sorprendernos el hecho de que cuando vamos a ofrecer algo a Dios, debe ir por medio de Jesucristo, sino a Dios, no le agradará. No aceptará regalos que no vienen por medio de su Hijo. Vamos a 1 Pedro, capítulo 2, versículos 4 y 5, para reafirmar lo que acabo de decir. 1 Pedro, 2:4-5, nos dice: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. Quiero que nos fijemos bien en la última parte de nuestro texto. Nos señala que debemos ofrecer sacrificios espirituales. Pero fíjate bien, estos sacrificios, si van a ser aceptables a Dios, tiene que venir por medio de Jesucristo. Es importante que entendamos esta verdad; si no, pasaremos toda la vida cristiana, aquí en el mundo, haciendo sacrificios para Dios, pero serán sacrificios que Él no acepta. Habremos perdido nuestro tiempo. Así que, si vamos a ofrecer sacrificios, necesitamos asegurarnos de ofrecerlas de la manera correcta para que sean aceptables a Dios y le agraden. Según la Biblia, todo lo que nosotros hacemos por nuestro propio medio, es suciedad ante los ojos de Dios. Isaías 64:6, nos explica que: “Todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia”. Imaginémonos a una persona que está totalmente cubierta de lodo, desde la coronilla de su cabeza, hasta la planta de los pies. Ahora, supongámonos que este individuo tiene un diamante que quiere regalarnos. Al entregarnos el diamante, va a estar cubierto de lodo, simplemente porque el individuo está cubierto de lodo. No pudiendo ver el diamante por la sencilla razón de que estaba cubierto de lodo, probablemente no lo aceptábamos, debido a la sucia condición del individuo que nos quiere hacer el regalo. Sin embargo, si el individuo se lo da a alguien que está limpio, y esa persona nos presenta el regalo, entonces, lo recibiremos sospechando que esta persona limpia, no nos daría nada que no fuera bueno. De la misma manera, nosotros estamos sucios. Si queremos ofrecer algo a Dios, la única manera en que Él aceptará el regalo es por medio de una persona limpia, y sólo existe una persona que califica, esa persona es Jesús. Debemos entender que necesitamos de un mediador para llevar nuestras ofrendas a Dios. Nuevamente la Biblia nos enseña que sólo hay uno, es Jesucristo. 1 Timoteo 2:5, dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Cuando quiero ofrecer algo a Dios el Padre, tiene que ser por vía de Jesucristo. Si no, no será aceptado. Otro asunto de notable importancia en nuestro texto es que nuestro sacrificio debe ser espiritual. Debemos recordar, que, si vamos a adorar a Dios, debe ser en espíritu y en verdad. Siento que hay muchos cristianos que hemos estado ofreciendo sacrificios a Dios, pero que no han sido aceptados por Él, por el hecho de que no son sacrificios espirituales. Demasiadas veces, nuestros sacrificios, son carnales. Me imagino que la mayor parte de nuestro servicio a Dios es carnal y no espiritual. O sea, que estamos haciendo muchas cosas para Dios, pero por razones y maneras equivocadas. Cuando estamos sirviendo a Dios, quejándonos, tenemos que entender que eso no será aceptado por Él. Ese tipo de servicio no viene del Espíritu; ese servicio no se está realizando con amor. Hay quienes dan su diezmo y ofrenda, no con alegría o amor para la obra de Dios, sino porque sienten que Dios los castigará porque no lo dan, Esa ofrenda se está dando por interés, y no por amor, y Dios no la aceptará. Hay quienes la dan, preocupados porque tienen deudas que pagar. No están confiando en las promesas de Dios de proveer sus necesidades; no están dando con alegría, sino con reservas, y Dios no aceptará esa ofrenda. Hay quienes enseñan en una clase de escuela dominical, pero viven quejándose de los alumnos y del tiempo que tienen que invertir en estudiar. Hablan de lo mucho que tienen que sufrir bajo la gran carga que el Señor les ha impuesto. Esto no es algo que Dios aceptará, Él quiere que le sirvamos con alegría. Quiere que hagamos las cosas porque le amamos, y no por necesidad. Muchos de nuestros sacrificios son por culpabilidad, deber y responsabilidad. No son sacrificios espirituales, por lo consiguiente, no son aceptables a Dios. Cuando hago las cosas porque no hay otro quien las haga, y siento que tengo el deber de intentar regresarle a Dios algo de lo mucho que Él ha hecho por mí, entonces no estoy haciendo sacrificio por amor, sino porque quiero intentar pagar algo de la deuda que tengo para con el Señor. Esto es un insulto a Dios: Él no aceptará eso. Él quiere que le sirvamos por amor, y no porque tenemos una deuda con Él. A veces, nos alejamos del Señor, y comenzamos a sentirnos un poco culpables. Para quitarnos nuestra culpabilidad, y calmar un poco nuestra conciencia, hacemos un sacrificio a Dios, tratando de comprar tranquilidad para nuestra mente. Esto no es algo que estamos haciendo para el Señor, sino para nosotros mismos. Este sacrificio no es espiritual, y no será aceptado por Dios. Me acuerdo de las palabras del apóstol Pablo en Gálatas 2:20, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Jesucristo hará las cosas de la manera correcta; no lo hará quejándose, no lo hará fuera de responsabilidad o por deber, no lo hará para sentirse menos culpable; lo hará por amor. Lo que nosotros tenemos que hacer es, morir al yo y dejar que Cristo haga las cosas en nuestras vidas, así estamos seguros de que nuestras ofrendas, serán aceptables a Dios. Ya nos dimos cuenta de la importancia de la iglesia como el cuerpo de Jesucristo, en un estudio anterior. Vimos que no debemos luchar a solas, sino que tenemos la responsabilidad de unirnos a nuestros hermanos en la fe, para poder ofrecer un sacrificio espiritual aceptable a Dios. Fuera de la iglesia, esto es imposible. Nuevamente tenemos que recordar, que el sacrificio se hace por medio de Jesús, y el cuerpo de Jesús aquí en la tierra, es la iglesia. Aparte de la iglesia, el sacrificio que uno hace no puede ser por medio de Jesús, y por lo consiguiente, no será un sacrificio que Dios recibirá. Si vamos a agradar a Dios, tendremos que hacer las cosas como Él dice, y no como a nosotros nos parece. Muchos de mis amigos hacen sacrificios físicos, torturando sus cuerpos, arrastrándose hasta quedar ensangrentados. Otros hacen fiestas a hombres santos, gastando todo lo que tienen, en un intento de buscar el favor de Dios. Siento una gran tristeza por ellos, ya que están buscando ofrecer un sacrificio a Dios, pero es en vano, porque lo están ofreciendo a su manera, y no a la manera en que Dios dice que debemos hacerlo. El sacrificio que hacen, ni siquiera les es tomado en cuenta; no es aceptable a Dios. Lo que necesitan hacer es: arrepentirse, recibir a Jesús y comenzar a ser obedientes a su Palabra. De esta manera, podrán ser parte de la casa espiritual, que ofrece sacrificio espiritual, aceptable a Dios, por medio de Jesucristo. Vamos a orar. Padre, hemos llegado al final de esta serie de estudios sobre piedras vivas que componen una casa espiritual. Te agradezco por lo mucho que este estudio me ha ayudado a mí y espero que tu Espíritu Santo, iluminará la mente de mis hermanos y amigos, para que todos juntos podamos hacer los cambios necesarios en nuestras vidas, para ofrecer sacrificios espirituales, que tú aceptarás con gusto, porque vienen por medio de nuestro Señor Jesucristo. Padre, confiamos en tu poder, para ayudarnos a realizar estos cambios que son de tan vitalidad e importancia, para el avance de tu reino. Gracias por hablar a nuestros corazones, en el nombre de Jesús. Amén.
Otros archivos en esta serie
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Centro De Vida)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)
(Lifeword)