Copyright 2016-2019 Lifeword
Piedras Vivas
No Es El Llanero Solitario
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Abr 05, 2023
Abr 04, 2023
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
8

Escritura

1 Pedro 2:4 y 5

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

Sería imposible edificar una casa con una sola piedra. Se necesitan muchas piedras para poder levantar una casa. Entre más piedras, mejor. Pero con una sola piedra, no se puede construir una casa. Estamos hablando acerca de edificar una casa espiritual, en esta serie de estudios. Y hoy quiero que analicemos una verdad que encontramos en nuestro texto, para ayudarnos a edificar con más rapidez. La verdad que deseo que analicemos, es la que muestra que no hay lugar para aquellos individuos quienes quieren ser como el Llanero Solitario, luchando a solas, a su antojo, en contra de la maldad que existe en nuestro mundo.   No estoy insinuando, que el creyente en Cristo no debe pararse en contra del mal, cuando se encuentra a solas. Tampoco estoy diciendo que debe quedarse sin hacer nada, por la causa de Cristo, cuando no hay otros que quieren vivir para Cristo. Pero sí estoy diciendo, que hay demasiados cristianos hoy día, que están trabajando a solas, a su propia manera, y aparte del cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Estos individuos no se llevan bien con nadie, debido a orgullos, celos, envidia y falta de madurez espiritual. Y en vez de cooperar con la iglesia del Señor, para alcanzar al mundo para Cristo, sirven cuando les da la regalada gana, aparte de otros, para no tener que ser responsables a nadie. Lo triste es, que esto no es de Dios, y sí son responsables por lo que hacen, y tendrán que rendir cuentas a Dios por su actitud.   Para entender un poco mejor lo que estoy diciendo, vamos a nuestro texto, en 1 Pedro, capítulo 2, versículos 4 y 5, dice: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. Quiero que nos fijemos en los términos: casa espiritual y sacerdocio santo. Cuando pensamos en una casa, viene a nuestra mente un complejo de cuartos. Cada cual con una función diferente: un cuarto sirve como sala, otro como comedor, otro como cocina, otro como dormitorio, y así sucesivamente; pero todos juntos componen la casa. Ningún cuarto sólo representa lo más mínimo una casa. Cuando pensamos en el término sacerdocio, nos pintamos un cuadro mental de muchos sacerdotes trabajando unidos para rendir servicio a Dios. Cada uno tiene su posición y puesto, y todos trabajan con mucha organización para que todo salga a la perfección.   Lo que estoy intentado explicar, es que hay más que uno. Uno no puede tener un sacerdocio con un solo sacerdote. Uno no puede tener una casa con una sola habitación. Es necesario comprender que, como hijos de Dios, nuestro Padre Celestial desea que trabajemos unidos para la honra y gloria suya. Ninguno tenemos derecho de decir que vamos a trabajar a solas, a nuestra manera, cuando sintamos que es conveniente, sino que todos debemos entender y realizar, que el trabajo que se tiene que hacer es enorme, y que nos necesitamos los unos a los otros, para llevar a término, la gran comisión que nos ha sido entregada por nuestro Señor Jesucristo.   Hoy veo una competencia que se lleva a cabo entre hermanos para comprobar quien es más espiritual. Los discípulos de Jesús siempre han tenido este problema. En cierta ocasión estaban discutiendo sobre quién era el mayor entre ellos, cuando el maestro les presentó un niño y les dio una lección acerca de la humildad, mostrándoles que el que deseaba ser el mayor, tendría que ser el menor y servir a los demás. Nosotros necesitamos acordarnos de esta lección, y en vez de buscar como otros nos sirvan, buscar nosotros cómo servir a otros, para la honra y gloria de nuestro Padre que está en todo lugar.   Nuestro texto nos dice: “sed edificados como casa espiritual”. La palabra: sed, no es una alternativa, sino un mandato. La Biblia no dice que, si queremos edificarnos como casa espiritual, podemos. La Biblia nos manda, nos exige, que seamos edificados como casa espiritual. Ningún individuo tiene derecho por sí mismo, si desea unirse a otros hermanos o no. Ningún cristiano tiene derecho a cabalgar en un caballo llamado Plata, usar una máscara y llamarse el Llanero Solitario, por la causa de Cristo. La Palabra de Dios en enfática en exigir que nos unamos con nuestros hermanos en Cristo, para ser edificados como casa espiritual. En el capítulo 4 de Efesios, encontramos palabras que apoyan esta verdad, indicándonos que Jesús mismo ha puesto pastores, evangelistas y maestros, para instruir a los miembros de la iglesia, para que puedan llevar a cabo la obra de su ministerio, y que el cuerpo, o sea, la iglesia, sea edificado.   También indica que los miembros deben estar bien unidos, ayudándose mutuamente, de acuerdo a la actividad que Dios le ha dado a cada miembro individual. Esto nos trae al asunto de organización. No puede haber orden, sino hay estructura u organización. Es necesario que las piedras entiendan que no todos pueden ser las que van arriba. Nuestro deseo es siempre estar por encima de todas las cosas. Siempre queremos estar en una posición más alta que los demás, pero tal, no es la estructura de esta casa espiritual. Necesitamos comprender que los grandes y poderosos en casa espiritual, son las piedras de abajo, no las de arriba. Las fuertes y espirituales, son las piedras que están abajo, sosteniendo la obra y los demás. Conste que el ejemplo siempre lo da nuestro Señor Jesucristo, siendo Él el fundamento, o sea, la base sobre la cual todo el edificio se edifica. Solo Él puede sostener toda la obra de la casa espiritual.   Hermanos que sólo desean que su presencia sea vista por otros cristianos. Hermanos que visitan de un lado para otro, siempre presentes en servicios, pero nunca presentes en la iglesia local donde son miembros. Hermanos que sólo buscan la bulla de campañas y evangelistas, pero nunca toman una posición de responsabilidad en la iglesia a la cual pertenecen. Estos son los hermanos que se las dan de espirituales, pero que realmente no son nada en la casa espiritual. ¿Por qué? Porque no sostienen nada. No pueden sostener nada porque sólo viven viajando de un lugar a otro. No apoyan en oración, pues no saben qué pedir, porque no están en un lugar el suficiente tiempo, para conocer las necesidades de los hermanos. No apoyan con sus ofrendas y diezmos, porque tienen que pagar la gasolina de un lugar a otro, para ser vistos por la cristiandad. No enseñan ni una clase de escuela dominical, ni abren su hogar para compartir la Palabra de Dios con otros, porque nunca saben si van a estar o no. Uno no puede edificar algo si siempre sale de viaje. Estas personas necesitan encontrar su lugar de servicio, detenerse y empezar a construir, sosteniendo la Palabra y la obra de nuestro Señor, trayendo solidez y fuerza a la construcción.   En la construcción hay una cadena de autoridad. Ninguna obra puede funcionar sin estructura. No todos pueden ser jefes. El orden establecido por Dios en esta casa espiritual es: Jesús, pastores, maestros, evangelistas y santos. Todos tenemos que reconocer esto, y trabajar de acuerdo a esta estructura, para edificar con más rapidez. Entre tanto cada miembro quiere ser jefe, rehusando la cadena de autoridad establecida por el ingeniero por excelencia, la construcción es atrasada y no puede avanzar como debiera. Conste que quien detiene la construcción, tendrá que rendir cuentas a Dios. Muchas veces estos miembros han sido plantados por Satanás, para sabotear la construcción. Otras veces son hermanos carnales quienes se creen espirituales, y en su ignorancia estorban el avance de la obra. Muchos pastores han pasado largas horas llorando, porque un solo miembro estaba deteniendo la construcción. Muchos pastores han dejado de construir, debido a miembros quienes echaban a perder todo lo que intentaban edificar. Todos necesitamos reconocer que estamos en un plan de ejército y no en un plan de sálvese quien pueda.   Hermanos, si hemos estado luchando por nosotros mismos, necesitamos reconocer que la voluntad de Dios es que cooperemos con nuestros hermanos en Cristo, aceptando nuestra posición en el edificio, y soportando y fortaleciendo a los demás. Si todos aceptamos esta verdad, pronto tendremos un edificio estable, que no se derrumba por cada viento que Satanás hace soplar en nuestra dirección.   Vamos a orar. Padre, antes de todo, queremos pedirte disculpas por intentar muchas veces hacer las cosas a nuestra manera, en vez de ser obedientes a tu voluntad. Reconocemos que nuestro deber es unirnos a nuestros hermanos en la fe, dentro de una iglesia local y apoyar la obra. Entendemos que esto no es una alternativa, sino un mandato. Hemos aprendido que las piedras fuertes, son las que están abajo sosteniendo la obra, y no las que están arriba. Lo bello de esto, es que mientras el muro que va para arriba, se va fortaleciendo, más alta podemos hacer la construcción para tú honra y tú gloria. Gracias por la enseñanza de hoy, ayúdanos a ser constructores y no destruidores. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

Otros archivos en esta serie