(Centro De Vida)
Escritura
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. 1 Reyes 18:25
En nuestros estudios sobre avivamiento para sobrevivir hemos visto la condición del terreno, el reto del hombre de Dios y el valor de ese reto. Hoy veremos los requisitos, examinaremos tres ingredientes para avivamiento. En el estudio hoy, Elías ha lanzado un reto a el pueblo de Israel para que se decidan en cuanto al Dios a quien van a servir, Elías ha dicho “El Dios que respondiere por medio de fuego, ese sea Dios”. Antes de que pudiera caer el fuego de Dios, tres cosas tendrían que suceder. En primer lugar, se tuvo que redificar el altar de Dios; en segundo lugar, tendría que haber un sacrificio y en tercer lugar alguien tendría que orar. Profundicémonos en el estudio por medio de observar algunos altares que deben estar presentes en la vida de aquellas personas que quieren algo en serio con Dios. En primer lugar, podemos considerar el altar de la santidad, Dios dice “Sed santos porque yo soy santo”. Para ver si está bien puesto el altar de la santidad en nuestras vidas podemos hacernos las preguntas siguientes: ¿Estamos contentos con los pensamientos que vienen a nuestras mentes? ¿Tendríamos pena de decirle a otros lo que mayormente pasamos pensando? ¿Se complace Dios con nuestros pensamientos secretos? Me imagino que si pudiéramos destapar las cabezas de la mayoría de los que dicen ser creyentes en Cristo encontraríamos un basurero y si esto es cierto, ¿cómo es que esperamos que Dios tenga buena comunión con nosotros? El hombre es engañado primero en sus pensamientos. Quiero hacer otra pregunta: ¿Qué piensa Dios de esos deseos que tú tienes en tu corazón? Yo estoy hablando de esos deseos que no compartes con nadie, debemos reconocer que si hay algún deseo inicuo en nuestros corazones y nosotros nos aferramos a ese deseo no pasará mucho tiempo en que todos se darán cuenta de ese deseo. Somos humanos y si el diablo encuentra nuestro precio lo pagará, él nos comprará en cuanto se dé cuenta de que estamos de venta. Al hacer estas clases de preguntas ante una congregación ni pensaría en pedir que levantaran la mano, los que son culpables de pensamientos sucios, claro está que son preguntas justas, pero muchos se ofenderían y nunca visitarían a la iglesia otra vez. Al hacer estas preguntas la persona puede hacer una de dos cosas: o puede mentir o puede ser honesto y si es honesto y levanta la mano, probablemente se sienta avergonzado y no va a querer regresar. Pero el pensamiento que quiero clavar en nuestras cabezas es este, nosotros estamos más preocupados por lo que las demás personas pueden saber de nuestras vidas que por lo que Dios ya conoce de nuestras vidas. Lo que quiero decir es que no importa si somos honestos o no, no importa si levantamos la mano o no, Dios ya conoce nuestra situación y el altar de la santidad debe ser redificado en nuestras vidas. También existe el altar de la humildad, seguro está que todos podemos ver los defectos en la vida de otras personas, pero aparentemente estamos ciegos a los defectos que hay en nuestra propia vida, me imagino que las dos palabras más difíciles de pronunciar en el idioma español son “Me equivoqué”, esto simplemente porque nos es fácil señalar los errores de otros, pero casi imposible el aceptar nuestros errores. Deseo mencionar un tercer altar, el tercer altar es el altar de la obediencia. Supongamos que la obra de Dios dependiera de nuestra vida de oración y estudio bíblico, supongamos que el avivamiento en nuestra iglesia dependiera de nuestra vida de oración y estudio bíblico, dejemos de suponer y admitamos que todo esto sí depende de nuestras oraciones y estudio bíblico, aquí es donde llegamos al altar de la obediencia, muchas veces cuando preparo mis mensajes pienso que debo tocar las necesidades de los que me escuchan, nunca debo predicar con venganza pero sí debo predicar a las necesidades de las personas, debo ser la persona que Dios quiere que sea. Debo predicar la verdad y hay veces cuando estoy preparando un mensaje y pienso en algo que podría ser de ayuda a otras personas en acercarles más al Señor, casi siempre con esto me viene el sentir de ponerme de rodilla y pedir perdón a Dios por ser tan desobediente, esto sucede porque al ayudar a otros en acercarse a Jesús veo mis propios defectos y si yo quiero que ellos sean obedientes al Señor, pues yo también lo debo ser. Es común que lancemos tremendos mensajes hacia otras personas sin tomar en cuenta que nosotros debemos ser los primeros en ser obedientes al Señor, ¿y qué del altar de la obediencia en tu vida? ¿Cuándo fue la última vez en que tú dijiste: “Señor, yo quiero ser obediente a tu voluntad en mi vida”? ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste al Señor: “Me doy cuenta de mis errores, los confieso y te pido que me perdones y que me ayudes a no volver a cometerlos”? Después de esto debemos redificar el altar de la confesión, siempre nos vienen las tentaciones de mentir, justificarnos, racionalizar o cubrir nuestros pecados. La Biblia nos dice en 1 Juan 1:9 que, “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Yo me alegro de que Dios no solo nos perdona, sino que también nos limpia de toda maldad. Sí, debemos redificar el altar de la confesión y, por último, hablemos del altar familiar. Es una verdadera pena que tan pocas familias en América se reúnan para orar juntos, es una lástima que nuestros hijos no nos vean de rodillas o cuando nos vean de rodillas únicamente sería porque les estamos ajustando el color a nuestros televisores, que Dios tenga misericordia de nosotros. Nuestros hijos deben saber lo que siente uno entrar en un cuarto de nuestras casas y encontrar a sus padres de rodillas orando, ellos deben vernos llorar por las almas perdidas pidiendo a Dios que les quebrante el corazón para que puedan llegar a los pies de Jesucristo arrepentidos de sus pecados y listos para pedirle entrar en sus corazones, ellos deben vernos ir a Dios en oración cuando hay un problema en la familia, cuando hay falta de recursos monetarios y cuando nos encontramos en dolor, el altar familiar debe ser redificado. Lo primero que hizo Elías fue redificar el altar. Yo sé que hay altares en nuestras vidas que debemos redificar, tomemos una decisión hoy de enderezar nuestros corazones y así agradar a Dios. Vamos a orar. Padre, hay altares destruidos en nuestras vidas, Padre hoy queremos redificarlos, hoy queremos hacer lo que es correcto ante tus ojos. Ayúdanos, Padre Santo y danos las fuerzas para vivir de una manera santa. Ayúdanos a traer avivamiento a América y que ese avivamiento principie en nuestro propio corazón, te lo suplicamos en el nombre de Jesús. Amén.
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