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Hijos: La Esperanza Del Hogar
Una Hija Sumisa
Pastor - Ricardo Robinson
(Centro De Vida)
Aired on Jul 19, 2021
Jul 15, 2021
Duración:
00:14:32 Minutes
Vistas:
8

Escritura

Efesios 6:1-3; Jueces 11.

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Efesios 6:1-3

La Biblia reconoce a tres tipos de personas en el hogar. El papá es la cabeza del hogar, la mamá es el corazón del hogar y los hijos son la esperanza del hogar. Como cabeza del hogar, el padre dirige los asuntos hogareños y es la autoridad final en las decisiones; como corazón del hogar, la madre pone el tono emocional de la familia y demuestra el amor y devoción a todos los de su familia; como esperanza del hogar, los hijos reciben dirección y entrenamiento de sus padres y salen a la sociedad como hombres y mujeres que temen a Dios para producir un mundo mejor que el de sus padres. Observemos algunos de los hijos mencionados en la Biblia para ver cómo un hijo se relaciona y se comunica con sus padres. Este estudio puede servirnos como padres y también como hijos, fortaleciendo nuestros hogares. Efesios 6:1-3, nos da una regla para niños de cualquier generación, nos dice “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”. El primer caso que vamos a estudiar se encuentra en el libro de los Jueces 11. Aquí encontramos a un hombre llamado Jefté, él tiene una hija bella, es ella la única hija que tiene. La actitud de ella hacia su padre, por todas las experiencias de la familia, es el ejemplo más grande de una hija sumisa. La cosa que marcó la vida de esta muchacha, cuyo nombre desconocemos, fue su honor y obediencia a su papá, ella da buen ejemplo a los jóvenes hoy. Jefté nació en medio de una situación trágica, él era el hijo ilegítimo de una mujer prostituta. Su padre lo crió en su hogar, sin embargo, sus hermanos le rechazaban; ellos corrieron a Jefté de la casa diciendo, “No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer”. En alguna parte, Jefté encontró a una mujer, quien estuvo de acuerdo en casarse con un hijo ilegítimo, que había sido rechazado por su propia familia. De esa unión nació una niña, quien era el deleite de su papá. Al crecer esa niña, se dio cuenta de la situación de su padre y el por qué ellos no vivían cerca de otros de la familia, ¿Cuál debía ser la actitud de la niña hacia su papá? Pues ella le honró, aunque los de su familia, no lo hicieran. Es una buena lección para nosotros, la actitud de uno hacia los padres no debe ser determinada por las opiniones de otras personas. Dios dijo, “Honrarás a tu padre y a tu madre”, Él no puso ninguna circunstancia en que este honor no debiera brindarse. Bendito el hijo que obedece a Dios, en vez de dejar que otras personas establezcan su actitud hacia sus propios padres. Que los jóvenes aprendan bien esta lección y honren a sus padres. La hija de Jefté perdió mucho en la vida, por haber nacido en la familia que ella heredó; no pudo vivir cerca de familiares, ellos habían corrido a su papá de en medio de ellos; ella no podía compartir de la herencia de la familia, los hermanos de su padre habían rechazado de incluirla en la herencia de los bienes materiales de la familia; ella no podía ser aceptada cortésmente en la sociedad, por ser hija de un hombre que nació ilegítimamente. Sí, ella perdió muchos de los beneficios de la vida, a causa de su papá, pero esto no hizo que ella le faltara el respeto, o que le desobedeciera; él era su padre, y las faltas que él había tenido y aunque le hayan afectado a ella, él era su padre y debía estar sumisa a él. En una sesión de consejos, un joven preguntó ¿Cómo se puede respetar a un padre inmoral y una madre alcohólica? La respuesta fue esta, no se les respeta por la forma en que se comportan, sino por quienes son; son tus padres y Dios requiere que cada hijo, honre a sus padres. La hija de Jefté nos enseña esto dramáticamente. Los filisteos invadieron la tierra de los israelitas, los ancianos de la misma tribu que habían corrido a Jefté, le pidieron que él les dirigiera en la batalla en contra de los que habían invadido, era una oportunidad ideal para desquitarse con ellos por el insulto de haberle corrido e insultado; que sufrieran bajo su opresor, recibiendo lo que se merecían por haberle insultado, pero no; Jefté tuvo compasión por los de su pueblo y les guió en la batalla, ¿Cómo observaría la hija de Jefté todo esto? ¿Consideraría ella a su padre como un cobarde por ayudar a los que le habían corrido? No, de ninguna manera, ella le honró aun cuando las personas, aparentemente, se estaban aprovechando de él, ¿Es esa la actitud que tú tomas en cuanto a tus padres, respetando las decisiones de ellos? Dios quiere que sea así. Jefté salió a la guerra, sabiendo que sería peligroso y que tal vez no regresaría. Él estaba convencido de que ellos sólo podían ganar si Dios estaba con ellos. En vista de esto, él hizo una promesa a Dios, que, si Dios les daba la victoria, el sacrificaría a Dios a cualquiera que saliera de su casa para encontrarse con él, al regresar él de la guerra. Dios le dio la victoria y no importa la promesa que él había hecho, Dios no pidió tal promesa de Jefté, pero Jefté había prometido y tendría que cumplir. Su acción fue sin sentido y hecho a la ligera, porque al regresar él a casa después de la victoria, la primera que salió a su encuentra era su preciosa hija, ¿Qué haría ella al darse cuenta de la promesa que su papá había hecho? ¿Le menospreciaría y le condenaría por haber actuado mal? No, ella le honró y fue una hija sumisa y obediente; ella sabía que no era su lugar el sentarse y hacer sentencia en contra de su padre. La vida de la hija de Jefté, fue privada debido a su acto ligero. Ella nunca se casó, nunca tuvo el privilegio de ver crecer a sus hijos y nunca recibió las bendiciones de compartir la vida con otra persona; esa era la meta de cada niña hebrea en esos días. Los sueños de su futuro fueron derribados al suelo por su padre, a quien ella debía respetar y obedecer, ¿Cuál fue la actitud de ella? Ella dijo, “padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mi conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza a tus enemigos”. Esta niña nos enseña lo que significa honrar a nuestros padres, ella es un ejemplo a cada niño o niña que tiene la tentación de faltarles el respeto a sus padres, debido a errores que ellos hayan cometido. Es una lección difícil de aprender, pero una de las más provechosas. Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien. Debemos honrar a nuestros padres, aun cuando otros no lo hacen. Cuando ellos no pueden darnos los privilegios que otros reciben; cuando son abusados y se dejan abusar de otros; cuando ellos actúan a la ligera sin pensar en lo que están haciendo o diciendo, y aun cuando nos cueste algo hacerlo. Esto es lo que Dios desea, es lo que Él manda de nosotros. No puedo despedirme sin decir algo a los padres, debemos ser como Jefté. No existen menos de 9 referencias en cuanto en Jefté en el capítulo 11 de Jueces; él era un hombre de Dios. Si confiamos en Dios como lo hizo él, seremos el tipo de padre que un hijo podrá honrar con facilidad, vamos a orar. Padre, espero que todos nosotros aprendamos hoy de la hija de Jefté. Ojalá todos pudiéramos ser tan obedientes, especialmente queremos honrarte y glorificarte a ti. Ayúdanos a ser los hijos que traerán gloria y honra a tu nombre. En el nombre de Cristo te lo pedimos, Amén.

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